Los 7 Chakras: Svadhisthana, Respeto

2020-03-06

El segundo chakra nos remite al agua y sus misterios, fuente y origen de todo, rigiendo el subconsciente, y los secretos de la vida y de la muerte. La intimidad es acuática, como las cuevas. El sonido delicadamente anímico de los manantiales y los arroyos nos lleva a ese espacio de sueño consciente donde no sabemos, pero nos reconocemos. Escribe esta sección Carmen Viejo.

“Pero Blancanieves crecía y embellecía cada vez más; cuando alcanzó los siete años era tan bella como la clara luz del día y aún más linda que su madrastra. Entonces la reina tuvo miedo y cuando veía a Blancanieves, el corazón le daba un vuelco, tal era el odio que sentía, de tal modo que no encontraba reposo, ni de noche ni de día.” (Blancanieves, de Grimm)

Las caderas, como recipientes, el sacro, con nombre de templo, la vejiga, que es como un cáliz, y los órganos sexuales, se ven influenciados por esta estancia secreta, de la que nos surge la melodía con la que danzamos en la vida.

Conocemos al otro antes que al yo. El primer rostro que reconocemos servirá de modelo para el nuestro. Si nos sonríe, sonreiremos; si es inexpresivo, no sabremos expresarnos. Nos descubrimos a través del otro, que nos hará de espejo y hará fluir desde el manantial interno la corriente propia en la que nos cuesta sumergirnos sin perdernos.

Los ásanas nos permiten esa vuelta sobre el camino hacia lo subconsciente donde todo comenzó, y con sus propuestas de movimiento, usando la cintura pélvica de bisagra, incitan a que surga la propia música del alma, aquella que viene contigo, antes incluso de que supieras de ti.

Por eso la pelvis y su fluido movimiento es la clave en la práctica: como el impulso profundo, leve e inspirador del que precisamos para fluir en cada postura y en el conjunto de la sesión.

Es la clave. Y la clave es una llave. Y la llave abre puertas cerradas, no solo por olvidadas, también por prohibidas, entendiendo ese “prohibido” como acceso restringido a la intimidad y a la vulnerabilidad, al alma desnuda y desprovista, tanto propia como del otro. Por eso, la sexualidad es algo a reservar, a cuidar, espacio protegido, del uno y del otro. Máximo respeto.

Al igual que la danza propia en tu movimiento, en la intimidad de tu práctica, en el enlace de un ásana con otro, en el tempus que te tomas, en el entretejer de una candencia donde las posturas vienen a dialogar unas con otras llevándote a sus profundidades. Y necesitamos respetar lo que nos cuentan. Ellas abren y revelan tus secretos: el pozo en el que sumergirte y llegar a conocerte.

Cuando retiramos la sábana de la segunda camita, encontramos el alma del otro antes incluso que la propia. Si la satisfacción y el agradecimiento es ya parte de nuestra vida (primer chakra), surgirá fácil el respeto que permite respetar la propia melodía.

De los 8 a los 14 años abandonamos el paraíso en el que nos sentíamos integrados y seguros y encontramos al otro como algo distinto, a veces incluso contrario. Vida y muerte se contraponen, llenándonos de perplejidad.  Necesitaremos años de experiencia, de los 58 a los 64, hasta volver a reintegrar lo que pareció separarse, y comprender que la muerte es parte de la vida, y perdonarla, y perdonar todas las aparentes pérdidas, y reconocer nuestra danza propia, y respetarla.

Si se establece bien el respeto, se podrá dominar el fuego del yo personal…

… la puerta del tercer chakra… (próximo artículo).

“Agua, misterio,
eres y no eres,
calma y tempestad,
nos traes y nos llevas,a tu origen,
vientre”…

Carmen Viejo (Ahimsa)

Profesora de Yoga, Licenciada en Ciencias de la Información y titulada por la Asociación Española de Practicantes de Yoga (AEPY) y por la Escuela Sivananda.

Talleres, retiros y clases en Granada, www.presentia.es

Próximo taller intensivo: 14 de marzo del 2020, comienzo del “II Curso de Capacitación en Yoga, una experiencia personal de iniciación y transformación”.

Más información: www.presentia.es

ahimsayogandalucia@yahoo.es