Entrevista con Carola García Díaz: «Mindfulness nos ayuda a gestionar las emociones»

2015-09-21

Cuando leyó el libro de Kabat-Zinn Vivir con plenitud las crisis, encontró lo que estaba buscando: un programa que unía el yoga, la meditación y la auto-indagación de una forma sistemática, asequible, sin perder su profundidad y poder de transformación. Es una entrevista de Yoga en Red.

Carola Garcia

Cuenta Carol: «Empecé estudiando yoga hace ya mucho, en 1993. Para mí fue un descubrimiento total, el deseo de profundizar totalmente en ello me llevó a vivir cuatro años en un ashram en Estados Unidos y dos años en India.

Cuando volví a España y empecé a dar clases de yoga de nuevo, vi que el yoga de alguna manera no era suficiente para mí en ese momento. A clase llegaban cada vez más personas con problemas de ansiedad, insomnio, etc… y solo el hatha yoga no me permitía llegar tan lejos como la gente pedía. Además, la meditación que yo practicaba no era para todo el mundo, y busqué una forma de introducirla que fuera más “neutra” sin perder su profundidad.

Así cayó en mis manos el libro de Kabat-Zinn Vivir con plenitud las crisis, y ahí encontré lo que estaba buscando. Descubrí un programa que unía el yoga, la meditación y la auto-indagación de una forma sistemática, asequible, sin perder nada de su profundidad y poder de transformación. Ahora  me dedico exclusivamente a la enseñanza de mindfulness y, específicamente, el Programa de Reducción de Estrés basado en Mindfulness (MBSR)».

¿Cómo explicarías qué es mindfulness a una persona ajena al mundo de la meditación?
Mindfulness o atención consciente, como se traduce a veces, significa estar presente en lo que está ocurriendo sin dejarnos llevar demasiado por nuestras interpretaciones o percepciones automáticas de lo que experimentamos. Mindfulness implica cultivar la parte de nuestra mente que se “da cuenta”, percibiendo más directamente a través de los sentidos y diferenciando de nuestras opiniones y juicios sobre lo que tenemos delante.

La atención consciente nos ayuda a parar y abrir un espacio para aprender a ver lo que está pasando por nuestra mente antes de reaccionar automáticamente. Nos permite ver más opciones de respuesta.

Como decía una de mis profesoras: “Tanto pensar ha saboteado la serenidad”. Aprender a estar presentes sin dejarnos llevar automáticamente por nuestros juicios de lo que ocurre nos permite ser, estar, mientras vemos cómo la mente piensa, los oídos oyen, los ojos ven, y todo eso puede suceder sin arrastrarnos. Es un entrenamiento para vivir aquí y ahora con mayor plenitud.

¿En qué se diferencia mindfulness de la meditación tradicional centrada en el desarrollo de la atención plena?
Mindfulness, nuestra capacidad de estar presentes sin dejarnos arrastrar, por ejemplo, por pensamientos del pasado o del futuro, o mejor dicho, dándonos cuenta de nuestra capacidad de elegir entre dejarnos arrastrar por ellos o no, es algo que tenemos que cultivar.

Para cultivar este modo de relación con lo que percibimos, practicamos, entre otras cosas, la meditación, en la que enfocamos la mente en distintos objetos (la respiración, los sonidos, etc.). Eso fortalece nuestra mente, que aprende que podemos notar que la atención se ha ido y, con delicadeza, traerla de nuevo a donde queremos, el momento presente, por ejemplo, nuestra respiración.

Lo importante no es el objeto de observación en sí (la respiración, los sonidos o lo que sea) sino fortalecer esa capacidad de observación, esa consciencia que se da cuenta de que estamos pensando viendo, sintiendo… Y así, cuando nos levantamos de la silla después de meditar y vamos a nuestro trabajo o a desayunar, podemos trasladar esa misma forma de relacionarnos con lo que estamos haciendo, desde una observación amable de lo que es, sin dejarnos llevar tanto por la historia de lo que es.

¿Para qué tipo de problemáticas psicológicas cotidianas está más indicado el mindfulness y cómo funciona?
Todos podemos beneficiarnos de vivir con mayor presencia y aceptación de lo que estamos experimentando, especialmente en relación con nuestras emociones.

Cultivar la capacidad de experimentar pensamientos y emociones, sin dejarnos cegar por la historia que hay detrás, nos permite estar más en paz con nosotros mismos y vivir más plenamente.

Aprender a relacionarnos, incluso a “amigarnos”, con nuestra mente y sus emociones, nos hace más felices. Nos damos cuenta de que luchar contra lo que sentimos, aunque sea algo que no nos guste, nos lleva muchas veces a empeorar las cosas. Mindfulness nos ayuda a estar presentes con emociones desagradables (¡también con las agradables!) y estar ahí desde la experiencia de notarlas (en el cuerpo, por ejemplo) y no entrando en la historia y “rumiando” sobre ellas. Por eso, mindfulness puede también ser de gran ayuda a personas con problemas de ansiedad, miedos, dolor crónico, etc.

Por ejemplo, las personas que tienen que vivir con dolor crónico pueden aprender a distinguir entre el dolor físico y el dolor que añadimos cuando dejamos que nuestra mente entre en una espiral de  preocupación, encadenando pensamientos dramáticos sobre ello (sufrimiento).

Puede que esos pensamientos de preocupación, por ejemplo, sigan viniendo a nuestra mente, pero habremos desarrollado la capacidad de ver esos pensamientos como tales, no como hechos, y disfrutar de la libertad que nos da parar, ver que están ahí y que no tenemos que seguir alimentándolos. Como dice Kabat-Zinn: “No podemos parar las olas pero podemos aprender a surfear”.

¿Cuáles son las razones por las que tú recomendarías hacer un curso de mindfulness?
Todos tenemos la capacidad de llevar nuestra atención donde queramos (a no ser que tengamos algún tipo de lesión cerebral). Desde ese punto de vista, mindfulness es algo universal.

Por supuesto, en el Budismo y en otras tradiciones contemplativas, la atención y el darnos cuenta desde los sentidos es algo que se ha desarrollado y estudiado muy profundamente. De ahí viene el término mindfulness, de la palabra sati, que a su vez procede del sánscrito smrti, que significa recordar, no en el sentido de memoria, sino de re-cordar, de volver aquí cuando nos hemos ido.

Pero se trata de cultivar esa capacidad. Para mí, aprender mindfulness implica descubrir una capacidad de nuestro cerebro que no conocemos si no la practicamos. Es como tener una piedra preciosa escondida sin saberlo.

Probablemente no necesitamos un curso para pensar, analizar o desarrollar más nuestra mente conceptual. Ya lo aprendemos en el colegio, la universidad, etc. Y es muy importante, por supuesto. Pero de momento, aunque ya hay iniciativas con niños en los colegios, esta capacidad de darnos cuenta desde la experiencia de lo que es, es algo que nos tienen que enseñar y que debemos cultivar.

Hay muchos estudios que demuestran cómo el entrenamiento en mindfulness cambia nuestro cerebro fisiológicamente. Se habla mucho de esto ahora, de la neuroplasticidad. Después de ocho semanas de práctica, por ejemplo, áreas del cerebro como el hipocampo aumentan su grosor. Y es interesante señalar que personas con estrés post-traumático tienen esa zona del cerebro de menor tamaño.

Es decir, fortalecer áreas de nuestro cerebro que nos ayudan a gestionar mejor las emociones y desarrollan nuestra capacidad de empatía y creatividad, es algo que nos puede ayudar a vivir, especialmente en estos tiempos de tanto sufrimiento.

El ámbito de la universidad, de la ciencia, de las titulaciones, ¿qué puede aportar a las técnicas contemplativas y sobre todo al crecimiento espiritual de las personas?
Yo creo que ha sido fundamental para el mindfulness el hecho de que desde el primer momento, cuando el Programa de Reducción de Estrés basado en Mindfulness empezó en 1979, se hicieran estudios científicos sobre sus efectos. Es decir, que no es solo que las personas que lo practicaban dijeran: “me encuentro mejor en situaciones de estrés” o “he aprendido a relajarme”, sino que esa experiencia positiva se traducía en cambios fisiológicos cerebrales. Esto ha sido clave para entender el éxito del mindfulness hoy en día y por qué se ha extendido tanto, desde el campo de la salud, a la educación, psicología, empresa, deportistas, etc.

El hecho de que las disciplinas contemplativas empiecen a ofrecerse en la universidad les da, creo yo, mayor credibilidad y peso, al menos a priori. Creo que eso puede ser bueno, pero mindfulness no puede ser solo una idea o un conocimiento teórico. Si se queda en eso no sirve de nada, en mi opinión. Esa manera de relacionarnos con la vida que nos ofrece la práctica de mindfulness solo se conoce de verdad si se practica y se es constante. Solo así podemos llegar a integrarlo de tal manera que se transforme en algo más que una práctica, que sea una manera de ser, una manera de vivir.

El Curso en City Yoga: Programa de Reducción de Estrés basado en Mindfulness de la Universidad de Massachusetts (MBSR).

Habrá dos presentaciones gratuitas: el viernes 25 de septiembre a las 18 horas y viernes 2 de octubre a las 11,30. Es necesario inscribirse en la web de City Yoga. 

El Programa se compone de ocho sesiones de 2 horas y media, una sesión a la semana, y se complementa con un día completo de prácticas.

En las sesiones se aprenden y practican ejercicios de meditación, estiramiento, respiración, relajación y cómo gestionar pensamientos y emociones para vivir mejor.

Las sesiones se complementan con tareas semanales de práctica individual en casa con la ayuda de grabaciones en CD y otros materiales.

Está dirigido a cualquier persona que quiera aprender herramientas para vivir mejor y participar en su bienestar físico y mental para toda la vida.

En casos de estrés laboral, familiar, por problemas de salud (enfermedades crónicas, dolor, cáncer, etc.) o problemas psicológicos (ansiedad, miedos, depresión, trastornos de sueño, etc.)

Más información en:
http://city-yoga.com/servicios/mindfulness/mindfulness-para-adultos