Aluvión de yoga en las redes, ¿del altruismo a la confusión?

2020-04-02

Los profesionales del yoga se han aprestado a compartir prácticas, clases y consejos a través de las redes sociales para ayudar a la población confinada en casa. Pero la oferta es ya tan grande que resulta aconsejable la reflexión. Mayte Criado, presidenta de FEDEFY, contesta a preguntas que han ido llegando a la redacción de YogaenRed.

Mayte Criado, directora de la EIY y presidenta de FEDEFY, durante una entrevista para TVE

Estamos viviendo unas circunstancias inéditas que nos obligan a casi todos a permanecer en casa. Como respuesta, escuelas, profesores y practicantes de yoga más o menos avanzados están ofreciendo gratuitamente prácticas, ejercicios y consejos de todo tipo mediante los recursos y canales a distancia disponibles. Entre los más utilizados, clases y sesiones grabadas en vídeo, pero también directos en las redes sociales y comunicaciones online mediante teleconferencias o videollamadas.

A partir de este fenómeno altruista y solidario, surgen preguntas y también inquietudes que hemos ido recopilando de nuestros lectores y que hoy trasladamos a una experta. Mayte Criado es directora de la Escuela Internacional de Yoga, formadora de profesores de yoga registrada por la Yoga Alliance (ERTY E500H T500H) y miembro de su Consejo de Expertos, expresidenta de la Federación Europea de Yoga y presidenta de la Federación Española de Yoga Profesional. En la actualidad preside FEDEFY, la Federación que engloba a las principales escuelas de formación en España.

Preguntas de los practicantes:

1. Me encuentro ante una oferta de prácticas de yoga casi ilimitada y gratuita en las redes sociales. ¿Eso es bueno para mí? ¿Es bueno para el yoga?

En estos días la oferta de clases de yoga es infinita. Cualquiera puede poner a disposición de los demás una sesión como quien ofrece una receta de tarta de manzana. Como practicantes, también tenemos responsabilidad y debemos estar muy atentos a dejarnos guiar por personas cuya trayectoria y formación avalen lo que nos brindan en las redes sociales.

Son tiempos en los que el altruismo es la manera más noble de conducirnos, pero también son momentos en los que no puede perderse la dignidad de una profesión, la del instructor-a o profesor-a de yoga, que vea cómo su oficio vocacional se convierte en un entretenimiento más de los que circulan alocadamente.

2. ¿Qué tipo de recursos a distancia disponibles son más aconsejables para continuar con mi práctica y mi aprendizaje?

Lo más aconsejable es acudir al profesor-a de yoga o a la escuela que conocemos y que tiene una demostrada experiencia y formación. Puede que haya muy buenos profesores ofreciendo clases gratuitas pero también otros que necesitan más que nunca el apoyo de un ingreso mínimo. Se trata de una profesión digna que merece ser cuidada y valorada como tal. No hablo de precios abusivos, sino de una cuestión de intercambio justo.

3. ¿Es recomendable practicar de forma guiada por esos medios o quizás mejor crearme mi propia práctica con la ayuda de mis conocimientos ya adquiridos?

Siempre es mejor ser guiados por alguien con formación y experiencia demostrada. Si es posible, es conveniente seguir a alguna escuela que pueda atender las necesidades personales. Si soy una practicante experta, puedo crearme mi propia práctica y seguir una rutina propia, aunque incluso en estos casos siempre es maravilloso seguir una buena clase.

4. Vista la sobreoferta de sesiones, consejos, clases, ejercicios, que se proponen en las redes, ¿qué precauciones tomar?, ¿cómo saber quién o qué me conviene seguir y escuchar?

Formo parte de una comunidad, la del yoga, caracterizada por el altruismo de muchas personas que en momentos críticos ofrecen lo mejor de sí mismas a los demás. Pero también hay muchas otras que, al calor del yoga y en nombre de una generosidad dudosa, generan mucha confusión y dan rienda suelta a egos carentes que reclaman la mirada de los más vulnerables, que realmente confunden un compartir sano con una suerte de buenismo y gratuidad que convierten al yoga y a la meditación en un entretenimiento más.

Creo que se impone el sentido común, el criterio y la libertad objetiva en medio de toda esta oferta de ejercicios, consejos, predicciones, etc.

Preguntas de alumnos de formaciones de profesores presenciales:

1. ¿Qué puede pasar con las horas de formación que vamos a perder?

Yo puedo hablar de los cursos presenciales como directora de la Escuela Internacional de Yoga. De todos es sabido que la EIY es pionera en ofrecer Formación tutorizada y personalizada online. Estamos por tanto ofreciendo un módulo en esta modalidad a los alumnos de estos cursos. La aceptación y el apoyo ha sido espectacular y hemos podido seguir adelante sin perder esas horas, al contrario, reforzándolas con tutorías.

2. ¿Y qué será de los cursos que estaban a medias?, ¿qué resulta aconsejable hacer en esta situación?

Creo que lo más adecuado es posponer fechas para los módulos que puedan recuperarse después y ofrecer alternativas online si el centro o la organización puede hacerlo sin perder el contacto directo ni la calidad. Nosotros, en la Escuela Internacional de Yoga, estamos haciendo las dos cosas.

3. Nunca he dado una clase, ¿tiene contraindicaciones que haga prácticas impartiendo o compartiendo lo que sé en estos momentos?

Claro que sí. Tiene contraindicaciones de varios tipos. La primera es que puedo ofrecer una sesión de la que todavía no comprendo sus efectos y por tanto no pueda adecuarla a quien la toma. Otra es que si no tengo la preparación apropiada, es bastante atrevido aprovechar esta situación para exponerse y quizás arriesgarse a causar un daño o simplemente confusión a una persona que, sin saber, hace lo que sea que le decimos. Y otra contraindicación importantísima tiene que ver con la honestidad.

4. Me queda poco tiempo para titularme como instructor, ¿puedo legalmente ofrecer mis clases en las redes sociales?

“Legalmente” en la profesión de Instrucción en Yoga es completamente relativo. No voy a entrar en este tema porque aún es un territorio sin definir, y muy dependiente, por un lado, de la historia y experiencia de quien imparte sesiones de yoga y meditación y, por otro, de las titulaciones y la formación realizada independientemente de si es formal o no-formal.

En cualquier caso, me repito en señalar que no se trata de “legalidad” sino de experiencia y honestidad.

Preguntas de profesores:

1. Ante esta situación en la que es necesario ser solidarios, ¿cómo puedo aportar mi ayuda en la forma más correcta?

Son momentos importantes. Mi experiencia como profesora de yoga vocacional me lleva a dar lo mejor de mí en los momentos difíciles, aunque solo puedo llegar hasta donde alcanzan mis capacidades y recursos. Tengo muy claro que no se trata de formar parte de la oferta compulsiva, altruista y menos altruista, que generan las redes sociales. En mi caso es un ofrecimiento más directo y personal. En la Escuela Internacional de Yoga, el equipo de formadores hemos puesto en marcha un ciclo de Relajaciones Meditativas llamadas “Queremos Cuidarte”. Es una forma de aportar lo que sentimos y somos directamente a quien lo necesita, en especial el colectivo sanitario.

2. Quiero seguir vinculado a mis alumnos. ¿Les comparto sesiones grabadas o me ocupo de crear clases online a partir de ahora?

Claro! Cada profesor debe, si puede, seguir atendiendo a sus alumnos. Creo que es muy importante. Hablamos de centros, escuelas y profesores con experiencia. Conozco muchos y muchas que se han puesto en marcha para seguir y sé que muchos alumnos-as lo agradecen y necesitan y quieren continuar con su profesor-a y sus prácticas, dignificando así esta profesión tan importante hoy día en nuestra sociedad y más en esta situación que estamos viviendo.

3. Pienso que hago bien ofreciendo mis enseñanzas gratuitas en las redes sociales, pero he leído comentarios en contra. ¿En qué supuestos sería mejor cobrar y cuánto?

Me parece muy importante señalar que ante todo la libertad personal es un aspecto que debemos preservar en esta situación. Pero dejando eso claro, es importante que los profesores-as de yoga encontremos un punto de equilibrio entre el altruismo que atiende a cuestiones éticas sinceras y la realidad de lo que generamos.

Impartir una clase de yoga forma parte de la profesión y la vocación de muchas personas que gestionan centros de yoga, que pagan alquileres e impuestos, que generan trabajo a otros profesores o administrativos con familias. Programar clase de yoga y de meditación, grabaciones, cursos, documentos etc, genera a muchos profesores y centros cargas económicas de todo tipo, pagan facturas de luz, seguridad social, nóminas, servidores, dominios, publicidad… No se puede jugar con esto. Están en juego los puestos de trabajo de numerosos profesores de yoga y los ingresos de multitud de familias.

Una cosa es que, en el ámbito de lo que yo abarco, ofrezca mi servicio desinteresado por una situación concreta, y otra es que me sume a una oferta sin límites de todo lo que se me ocurra gratis, para sentirme bien. Creo sinceramente que se necesita un poco de solidaridad también en este sentido.

4. ¿Hay unas prácticas de yoga (físicas, mentales, clases, ejercicios…) más adecuadas que otras para compartir en estos momentos?

Todas las herramientas que el yoga propone y que incluye lo físico, lo energético, lo psíquico, lo emocional y lo espiritual, están destinadas a servir a todos los aspectos de un ser humano. Por eso no se trata de qué ofrecer como más adecuado o qué compartir en estos momentos. Por ello, también es necesario que sea alguien con experiencia quien nos comparta estas sesiones.

El yoga nos ayuda a responder a lo que la vida nos trae en cada momento, y estos son momentos en los que más que nunca se requiere el cultivo de la atención, el cuidado del cuerpo y  el espacio para expresar la bondad y recibirla. Esto implica que ninguna sesión puede descuidar ningún aspecto.

5. ¿Qué recursos tecnológicos me permiten ofrecer mis enseñanzas con más calidad y eficacia?

No puedo responder a esto porque no soy experta, pero sí puedo decir que en la Escuela Internacional de Yoga la inversión en recursos tecnológicos para poder llevar el yoga a todas las casas de forma digna y adecuada es impresionante.

6. Si un practicante que me sigue en una de estas clases o sesiones tiene un problema o una lesión, ¿podrían responsabilizarme?

Claro que sí. Cualquier profesor-a de yoga, sea que imparta una clase online o lo haga presencial en una sala o en su casa, debe tener un Seguro de Responsabilidad Civil en relación a la profesión. Esto no es un juego ni una cosa banal. Hay incluso un anuncio de un canal televisivo que hace la gracia de meter al yoga en los ofrecimientos de entretenimiento que llegan de los ciudadanos a través de las redes y de los balcones. A mí me parece que entre todos debemos dar la seriedad y el lugar que el yoga debe tener y que tantos profesores-as cultivan cada día y cuyo servicio y trabajo puede verse deteriorado gracias a este tipo de mensajes. Impartir una clase de yoga es algo muy serio, profundo y trascendente, no un pasatiempo para ponerse en forma.

Agradecemos a Mayte Criado su colaboración para responder a tantas preguntas.

Si tenéis alguna pregunta o queréis enviarnos vuestra opinión o reflexión sobre este tema, podéis escribir a info@yogaenred.com