Libros/ Auto-Sufí-Ciencia, de Pedro Burruezo

2025-10-02

Auto-Sufí-Ciencia es una historia que nos descubre  caminos poco frecuentados de espiritualidad profunda y entrega a lo divino, a través de singulares personajes periféricos, en una sociedad al  borde del colapso.  Edita Mandala. PVP: 21€ Ebook: 7€

autosuficiencia

Pedro Burruezo nos habla en su libro de personas que viven en el mundo moderno pero, instintivamente, se ubican en su periferia, pues no han asumido como propios los principales axiomas sobre los que se asienta la modernidad. Personajes muy sensibles, guiados por leyes antiguas, que le plantan cara a la sociedad de masas y que reivindican la postración ante lo divino como la mayor, y más irredenta, liberación posible.

Un relato que combina las idas y venidas de estos personajes marcados por la angustia existencial y su espiritualidad profunda con las visiones de místicos, el cante de grandes artistas jondos y la crítica furibunda a una sociedad que  se encuentra al borde de un gran colapso global…”.

Pedro Burruezo es artista, músico, escritor y hortelano orgánico. Tiene en su haber una larga trayectoria musical (fue líder de Claustrofobia en los 80 y desde hace 20 años dirige la formación de música neoandalusí Nur Camerata). Ha editado casi dos decenas de discos y protagonizado conciertos por medio mundo. Más información aquí.

Así explica sus motivaciones el autor de Auto-Sufí-Ciencia en una entrevista con Karina Paz de la que hemos extraído estos párrafos significativos:

“Vivimos en un mundo sumamente materialista bajo la dictadura de la superficialidad y de la ignorancia. Pero una minoría cada vez más amplia se está revelando ante esta tiranía. Existe una gran sed de espiritualidad profunda. No nos debería sorprender que algunas personas en todo el planeta se identifiquen con prácticas de espiritualidad sincera y honda que van más allá del postureo religioso”.

“La crisis sistémica a la que nos enfrentamos (calentamiento global, millones de personas en la hambruna crónica, conflictos bélicos por doquier, desertización de los ecosistemas y de nuestras zonas rurales, genocidios televisados, etc.) tiene siempre el mismo origen: una sociedad que no sólo pone en duda el hecho espiritual, sino que ha construido un submundo que da la espalda a lo divino, a lo sagrado, al Misterio (…)”.

“La espiritualidad más profunda, que yo he encontrado en el sufismo, es un equilibro absoluto entre la ley interna y la ley externa. La novela y la historia de sus personajes son un reflejo claro de todo eso. Y todo ello está bastante alejado de lo que la mayoría de la gente entiende por religiosidad… Los caminos del Señor, como sabemos, son muy insólitos a veces”.

“Estamos viviendo en Kali Yuga, el tiempo de la gran destrucción, según los Vedas. En este momento, cerca de la hora de un gran cambio de ciclo, los actos devocionales (los contemplativos y los de servicio a las criaturas), que tienen que ir unidos, son una auténtica revolución. Los personajes de mi novela son irredentos, salvajes, rebeldes…».

«El camino actual hacia Dios ya no es el camino del rigor (ayunos, soledad, aislamiento, oraciones constantes), como comenta un sabio en el libro, sino el de la belleza. Ya no se entra en la vía a base de ayunos, sino a base de experimentar gozos contemplativos y momentos dichosos Lo cual no significa que sea una senda sencilla, ni fácil. Este tema es primordial en la novela”.

“El buscador sincero y honesto acaba encontrando a ese maestro o maestra que es puente entre los mundos, que refleja la luz de los profetas, como la luna refleja la luz del sol a pesar de la noche. Los y las buscadores de verdad, los sedientos/as, no tienen nada que temer. El camino les llevará a buen puerto. Pero los que no son sinceros… encontrarán el mismo fraude que son ellos mismos”.

“Seamos claros: el hecho espiritual tiene que ser saboreado, vivido. Si no, estamos hablando de leyendas medievales, que no tienen demasiado interés para mí, más allá de lo historiográfico”.

El hecho espiritual es inherente a la especie humana. Somos Naturaleza que ha tomado conciencia de sí misma. Por voluntad del Misterio. El ser humano despierto busca volver al origen del que procede, un estado/estadio adánico y edénico que le permite conectar con la esencia más primigenia de la vida, que es el Amor, así, con mayúsculas. Pero la Humanidad está dormida, en gran medida. Y el sistema mediático/tecnológico/social de los que dirigen el mundo desde la tiniebla hace todo lo posible para que ese sueño de los humanos sea muy, muy profundo. Pero hay esperanza. Una minoría cada vez menos minoritaria, como decía, está despertando…”.

“Cada hombre, cada mujer, tiene su camino, su proceso. Pero siempre hay características comunes y nexos de unión. Te puedo resumir el camino de los protagonistas de la novela… Me siento más cómodo hablando de ellos que de mí. Todos ellos y ellas alcanzan, al final del libro, un gran bienestar personal, emocional, espiritual… Diríase que han alcanzado una plenitud encomiable. Lo consiguen no porque se apeguen a sus deseos y a sus prioridades existenciales, a sus ideologías, a sus cosas, a sus anhelos, sino porque se abandonan a los designios del Amado, del Misterio. Es una gran paradoja. Justo esto es lo más difícil de entender del camino espiritual: el mundo se gana olvidándose de él. Si quieres tener bienestar, no intentes cumplir tus deseos: más bien, olvídate de ellos (y se cumplirán, de una forma, eso sí, muy insospechada)”.

“Las enseñanzas de los personajes distan mucho de ser enseñanzas religiosas al uso. Más bien, son todo lo contrario. El verdadero camino espiritual está escrito, muchas veces, con faltas de ortografía, pero esas faltas saben a gloria… Los protagonistas de la novela son extraordinariamente estrictos consigo mismos, pero maravillosamente comprensivos y compasivos con los demás. Este, creo, es el camino de la luz…”

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