El yoga frente al genocidio: una llamada a no ser indiferentes

2025-07-01

Mientras Gaza arde y el mundo calla, me he preguntado qué papel debe jugar el yoga –y quienes lo enseñamos– ante el sufrimiento humano. Dice la Bhagavad Gītā 6.32: “El yogui que ve el dolor y el gozo en todos los seres como en sí mismo, ese es el más elevado». Es un artículo de Lourdes Pérez.

El yoga no anestesia la conciencia, la despierta. Y hace tiempo que me pregunto por qué la comunidad del yoga tanto en España como en el extranjero se ha mantenido pasiva y callada ante una barbarie como la de Gaza. Pedir la paz o el cese el fuego o llamar por su nombre al genocidio que está ocurriendo no vende dentro del universo luminoso de los yoguis de Instagram. De hecho, mi propia cuenta ha sido penalizada (shadowbanned por Meta) debido a mis historias semanales sobre una realidad tan incómoda como hiriente.

Vivo buena parte del año en Egipto, muy cerca de la tragedia y durante los dos últimos años me he sentido muy sola viendo que ni colegas españoles, ni internacionales, ni siquiera compañeros y maestros en India han alzado su voz públicamente. En privado hemos conversado sobre lo traumático y desgarrador que es ver un genocidio en directo con los vídeos de quienes lo sufren o con los vídeos de los soldados que presumen de sus crímenes de guerra. He perdido excolegas en Gaza estando de servicio médico en los hospitales, y al escribir esto se me saltan las lágrimas. Sí, vimos y condenamos la masacre del 7 de octubre. Pero esto no va de bandos, ni de política, sino de humanidad. Y cuando aceptamos el horror sin alzar la voz ni responder desde nuestra consciencia, esa humanidad se desvanece. ¿Qué nos ha pasado?, ¿ha sido la indiferencia?, ¿o el miedo a que nos politicen o a perder likes en las redes?

Como maestra de yoga y como profesional humanitaria por 15 años —cuatro de ellos al frente de una organización internacional con presencia en la región de Oriente Medio— siento la necesidad urgente de hacernos esta pregunta: ¿Qué responsabilidad tenemos en la comunidad yóguica ante el genocidio en Gaza o cualquier otra tragedia humana de estas dimensiones?

Yo creo que no se trata solo de enseñar ásanas, sino de vivir y transmitir los valores del yoga para llevar una vida más plena e impactar positivamente en el mundo, incluso cuando es incómodo. Y aquí es donde el camino espiritual se vuelve real… porque te empuja a vivir desde la verdad y la integridad. Ahora bien, ¿estamos viviendo esos valores en nuestra vida?, ¿lo intentamos?, porque creo que no podemos compartir con los demás de forma sincera algo que no tenemos integrado.

Os comparto cómo nuestra tradición nos da la clave de actuación ante una tragedia como la de Palestina —y cualquier otra forma de sufrimiento humano— desde los Yoga Sutras hasta el Bhagavad Gita.

1. Los Yamas: tu brújula de acción ética, sólo tienes que integrarlos:

  • Ahimsa (No violencia). Frenar la violencia injusta es nuestro deber. El silencio frente a la injusticia no es neutralidad, es complicidad. Decide activamente hablar, colaborar con plataformas que intenten frenar esta locura humana, firmar peticiones para que esto pare, ir a manifestaciones pacíficas.
  • Satya (Verdad/Veracidad). Rompamos el silencio. Ese que se disfraza de espiritualidad, cuando en realidad nace del miedo o la indiferencia. No confundas neutralidad con indiferencia y no aceptes las falsas narrativas o la manipulación mediática e infórmate bien para conocer y contar la verdad desde tus plataformas.
  • Aparigraha (No acumular, no aferrarse): ¿Qué temes perder si hablas? ¿Seguidores, reputación, comodidad? Practicar yoga es también soltar los apegos al silencio cómodo, cuando ese silencio protege al opresor

2. Karuna: compasión en acción. Karuna no sólo es una actitud ética, es un camino hacia ese estado de unicidad (Patanjali Sutra I.33). El Bhagavad Gita nos advierte de que no toda compasión es útil: la que paraliza no es verdadera karuṇā. La verdadera compasión actúa con firmeza, sabiduría y coraje.

3. Tu mensaje es medicina para otros. Como guías o docentes de yoga, muchas personas nos observan, aprenden de nosotros. Nuestro silencio o nuestra voz tienen impacto. Entrega tu mensaje con respeto a todos, con empatía, pero no dejes de hablar. No se trata de juzgar, sino de encender corazones.

4. No uses el Karma o Māyā como excusa, ni como justificación de atrocidades. Ambas son ciertas y también es cierto que, si no protegemos la vida o a la gente que no tiene voz, también eso nos retornará, no como castigo sino para que aprendamos la lección pendiente de la compasión y la justicia.

5. El yoga como herramienta de sanación colectiva: ofrece meditaciones por la paz con recolectas para ayuda humanitaria y visibilización, abre espacios de diálogo ético sobre el papel del yoga ante la opresión, el colonialismo o la geopolítica. Ofrece voluntariamente algunas clases en tu ciudad a refugiados, supervivientes de guerras, ocupación o racismo. No es caridad, es Dharma.

6. Tu enfado es sagrado: ¿Te sientes conmocionado, herido y enfadado con la situación mundial? Bien, porque eso significa que tu corazón no ha sido corrompido y siente amor por la vida y por la verdad. El Bhagavad Gita nos enseña que el yogui no suprime su enojo, lo convierte en coraje compasivo (karuna virya) al servicio del bien. Y cuando nos callamos esa frustración, impotencia o enojo, nos estamos dañando.

7. Satyāgraha: la insistencia firme en la verdad. Más necesario que nunca. Mahatma Gandhi, practicante de Karma Yoga, acuñó este término para describir cuando se actúa con “insistencia/firmeza en la verdad”, sin odiar al opresor y sin excusar sus crímenes: sin colaborar con la injusticia, diciendo la verdad aunque sea impopular. Satygraha se estudió internacionalmente porque llevó al pueblo indio a liberar a su país de la colonización británica a través de resistir de forma no-violenta pero firme contra la opresión y la injusticia.

Lourdes

La autora del artículo en su trabajo en Cruz Roja.

Hay mucho más que podemos hacer. Si me preguntas, como comunidad yóguica deberíamos redactar un manifiesto ético que declare que el yoga implica hacer el bien y vivir en la verdad, dejar caer el velo de los ojos, y no aceptar la normalización de las guerras, los genocidios, la violencia con nuestro silencio.

Te invito a que te sumes a esta reflexión y compartas tu sentir sobre este asunto en el Instagram de YogaenRed, mencióname por favor en la conversación @louperezgarcia, me encantará leerte y responderte.

Ante el genocidio, el yogui no es indiferente, su compasión es activa.

El yoga nos pide que elevemos nuestra práctica y no solo busquemos la paz interior, sino también la paz en el mundo, porque todos somos uno.

Lourdes Pérez (IG: https://www.instagram.com/louperezgarcia) es profesora internacional de yoga y meditación, ponente, mentora y terapeuta. Ha estudiado más de seis años en India y por más de 15 años ha combinado su trabajo humanitario en puestos de liderazgo por cuatr0 continentes en la Cruz Roja con sus clases e investigación dedicados a elevar la conciencia humana, integrando la sabiduría ancestral del yoga y metodologías de reprogramación subconsciente. A través de sus retiros, talleres y sesiones privadas en distintas partes del mundo, guía a personas y organizaciones en el desarrollo de su potencial humano, la conexión con su alma y la creación de una vida con propósito.