Ramiro Calle habla más claro que nunca sobre el yoga moderno (1)

2025-06-27

El maestro Ramiro Calle nunca ha andado con paños calientes a la hora de juzgar el yoga actual. En esta entrevista, que nos autorizan a compartir, opina con renovada pasión sobre este tema y otros tan polémicos como los promotores indios del pseudoyoga en Occidente, la comercialización del yoga limitado a ásana y el exhibicionismo del «Día del Yoga».

Ramiro Calle

(Estas son transcripciones del vídeo https://youtu.be/vfCVjmMoGVg?si=dQF9W7u5UncHaUir)

Lo que es y lo que no es

El yoga no es un culto. El yoga no es una religión. El yoga no es un deporte. El yoga no es una simple filosofía.El yoga no es especulación. El yoga no es gimnasia exótica. El yoga no es calistenia. El yoga es infinitamente más. Es un sistema, una disciplina que viene de miles de años atrás, que es el primer método de mejoramiento humano.

Es el primer método que nos da enseñanzas, métodos, técnicas para irnos poco a poco perfeccionando, crecer interiormente, sentirnos mejor, superar muchas carencias y huecos psíquicos y así relacionarnos mejor con nosotros y con los demás. Es un sistema sumamente solvente, fiable, que se nos ha ido dando desde hace miles de años, pero para que lo utilicemos correctamente, no para, como a menudo hemos hecho, adulterarlo, desdibujarlo, prostituirlo.

Es una pena que un sistema tan fiable, tan solvente, tan valioso al alcance de todas las personas, que ha demostrado tu eficacia a lo largo de siglos, sin embargo, nos empeñemos a veces en prostituirlo, en adulterarlo y en fijarnos solo en un fragmento, que es la postura o ásana, e ignorar toda la grandeza, todo el campo inagotable de conocimientos que es el verdadero yoga.

Hay que distinguir entre yoga yoguismo. ¿Qué es el yoguismo? Es simplemente la obsesión por la postura y por la flexibilidad, como si sirviera de algo ser el más flexible del cementerio. El yoga no es aferramiento al cuerpo; es, al revés, desprendimiento de la envoltura carnal.

El yoga no es culto al ego, sino, al revés, humildarse, practicar realmente la humildad y darnos cuenta de que todos somos finitos. Y el yoga, desde luego, no es competencia, ni siquiera, por supuesto, con uno mismo y mucho menos con los demás.

El origen de la adulteración

Pero ¿dónde comenzó el problema? El problema comenzó ya por el 1920, el 1930 y años sucesivos y décadas sucesivas, cuando los primeros mentores hindúes de yoga llegaron a Estados Unidos y, en lugar de ofrecer un yoga genuino, auténtico, incurrieron en dos vertientes del yoga que sinceramente ya no sé cuál es más peligrosa.

Una era la pura vertiente gimnástica. Incluso, qué vergüenza, ¡profesores de yoga de la India organizando campeonatos de yoga! Eso es verdaderamente lamentable. Esa era la vertiente gimnástica, donde el yoga se fundió de una manera enorme con la calistenia, con el culturismo, con la gimnasia escandinava, y al final ya uno no sabía que era yoga y que no era yoga.

Pero si algo no es yoga es el culto enfermizo, patológico, narcisista, al cuerpo.

La otra vertiente era la que voy a llamar la vertiente pseudoreligiosa. Aquello tampoco era yoga, aquello era una especie de catequesis que también nos desviaba del auténtico yoga.

El «Día del Yoga»

Las personas de buena voluntad, los estudiosos cabales, los buscadores espirituales serios, tienen que buscar en el núcleo del núcleo del verdadero yoga. Pero eso no se consigue con el «Día del Yoga»: unas horas todo el mundo hablando de yoga, y ¿para qué?

Se consigue es con un trabajo serio, con un examen y poniendo el máximo interés para no quedarse en las apariencias sino ir realmente al nervio, a la quintaesencia del yoga. Quien no lo hace, no sabe desde luego lo que se pierde. Qué lástima estar creyendo que haces yoga durante meses y años y resulta que no estás practicando para nada el yoga.

Embaucadores

Si alguien nos quiere hacer ver que el practicar un ásana consiste simplemente algunos ejercicios acrobáticos corporales son yoga, nos está mintiendo, nos está engañando.

Abre los ojos, discierne, experimenta por ti mismo y trata de dar de lado a todos aquellos mercenarios que lo único que están haciendo es servirse del yoga para explotar y para lucrarse y para aturdir o embaucar a los demás. Y ahí incluyo a los monopolios del yoga, a todas esas grandes empresas de yoga que no tienen nada de yoga, a toda esa proliferación de gimnasios que son el McDonald’s del yoga que no es yoga. Es que de verdad debería haber inspecciones serias para, como decía Muktananda, incluso entrar en los centros de yoga y descubrir y poner en evidencia lo que es yoga y lo que no es yoga.

Y lo que parece increíble es que en esta disciplina, una de las más nobles que puede haber para lograr que el ser humano progrese interiormente y se humanice, haya surgido un egocentrismo extraordinario por parte de muchos de sus profesores y de sus instructores, y ya no digamos de todos esos “gurús” que no son capaces ni siquiera de ver la punta de su nariz, que han aprendido tres o cuatro versículos de las escrituras, y con eso quieren hacer creer que tienen un conocimiento de orden superior, y no conocen absolutamente nada.

Una causa, el negocio de la formación

¿Cómo podemos explicar esta circunstancia? ¿Sabes cuál es el gran negocio? La formación. Y encima muchísimas personas que forman no están preparadas para formar. Y aquellos que son formados tampoco tratan de abarcar más de lo que les enseñan.

Hay una obsesión por ser profesor de yoga, porque, claro, así dejas tu trabajo monótono con esa falsa expectativa de que vas a poder vivir holgadamente dando clases y sintiéndote nutrido psicológica y espiritualmente con ello. Pero luego la realidad aplastante y dura es que un grandísimo número de personas que se han sacado el título no pueden dar clases de yoga porque, efectivamente, hay muchos más profesores de yoga que practicantes. E infinidad de personas tuvieron que pedir un préstamo y que dejaron su trabajo para poder dedicarse a la enseñanza del yoga, luego nunca la pueden ejercer. O lo que es casi peor, les están pagando 8 € por hora por dar clases de yoga o 10 € Es una explotación lamentable y encima la mayoría sin seguros, sin ningún apoyo.

Todo eso habría que revisarlo y no estar tan orgulloso del yoga. Pero, ¿qué es el yoga? Si luego no seguimos el verdadero yoga, ¿qué es esto de –siento decirlo con el alma, con el corazón– el «Día del Yoga»? Exhibicionismo, más exhibicionismo, más competición, más diversión. En lugar de dedicarse realmente a meditar, a interiorizarse, a parar.

Seguiremos compartiendo los más significativos mensajes de Ramiro Calle en este vídeo en próximas entregas