¿El yoga puede aliviar el dolor crónico?

2025-05-26

El dolor crónico es una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo. Este tipo de dolor se define como aquel que persiste durante más de tres meses, incluso después de que la causa original haya desaparecido. Puede ser debilitante y afectar seriamente la calidad de vida de quienes lo padecen. Sin embargo, practicar yoga es un buen método para aliviarlo. Escribe María García Fernández.

El yoga está demostrando de forma creciente que es una herramienta complementaria eficaz y una opción viable para aliviar este tipo de dolor. Veamos a continuación cómo su práctica puede servir de apoyo significativo para quienes luchan contra el dolor crónico.

El dolor crónico no solo se limita al sufrimiento físico, sino que también impacta el bienestar emocional y mental del individuo. Por esa razón, encontrar opciones de tratamiento efectivas es esencial. Desde hace un tiempo algunos hospitales públicos españoles han ido integrando el yoga como terapia complementaria para pacientes oncológicos, pero su uso en el tratamiento del dolor crónico no oncológico es limitado y carece de un respaldo sistemático por parte del sistema sanitario público.

Sin embargo, en los últimos años cada vez más especialistas en el tratamiento de dolor están incluyendo el yoga entre sus recomendaciones. Algunos centros de España, como la unidad del dolor en Córdoba, han comenzado a integrar prácticas holísticas como el yoga para ofrecer una solución más completa a sus pacientes. Y es que ya van siendo más los facultativos que opinan que, a través de las posturas, la respiración controlada y la meditación, el yoga ayuda a reducir la intensidad y frecuencia del dolor, proporcionando a los practicantes una cantidad considerable de alivio.

Beneficios físicos del yoga en el dolor crónico

– Dolor articular. Al realizar regularmente posturas de yoga suave, los músculos se tonifican y fortalecen, lo que ofrece un soporte mejorado a las articulaciones, reduciendo así la tensión y el dolor. Además, la flexibilidad adquirida puede ayudar a liberar el estrés acumulado en diferentes partes del cuerpo, lo que contribuye a un menor nivel de dolor.

–  Dolores en la espalda. Además, el yoga enfatiza la corrección de la postura y la alineación corporal, tan importantes en problemas de columna que derivan en dolor. Y es que una postura incorrecta puede ser una fuente importante de dolor crónico, especialmente en áreas como la espalda y el cuello.  A través de prácticas constantes, el yoga puede enseñar y guiar a las personas hacia una postura más saludable, reduciendo así las tensiones innecesarias.

Además, los estiramientos suaves reducen la tensión muscular, como ya vimos en un artículo anterior de la Harvard Health Publishing publicado en YogaenRed, lo cual es decisivo en el tratamiento del dolor.

–  Dolor infamatorio. También se ha demostrado que el yoga ayuda a reducir los dolores de tipo inflamatorio, que es un factor común en muchos tipos de dolor crónico. La práctica de yoga activa y mejora la circulación sanguínea, lo que puede ayudar a descongestionar los tejidos, disminuir la inflamación y promover la curación de los tejidos afectados.

Beneficios mentales y emocionales del yoga para el dolor crónico

El dolor no es solo una experiencia física; también involucra aspectos mentales y emocionales. La constancia de este hecho ha propiciado que cada vez el yoga sea el método específico complementario más recomendado por los médicos para el correcto mantenimiento y equilibrio de la salud cuerpo-mente, ya que su coste en términos de inocuidad y economía es, en general, muy inferior al del uso continuado de los fármacos.

Uno de los beneficios más destacados del yoga es su capacidad para reducir el estrés, la ansiedad y la depresión, tres factores que exacerban la percepción del dolor. Las técnicas de relajación, respiración y meditación que aprendemos en el yoga –y que son esenciales en esta disciplina milenaria y su mejor hallazgo–, promueven un estado de calma que puede ser decisivamente beneficioso para quienes sufren de dolor crónico.

Otro beneficio significativo es el desarrollo de la conciencia corporal y la propiocepción. Esto se refiere a la capacidad de reconocer y entender las señales que el cuerpo envía. Al estar más en sintonía con su propio cuerpo, una persona puede aprender a identificar y, en última instancia, evitar situaciones, actividades o posiciones que desencadenen la crisis dolorosa.

También mejora la resiliencia ante el dolor y el descanso

Es sabido que el yoga influye en el sistema nervioso de varias maneras que pueden rebajar la percepción del dolor. Una de ellas es a través de la activación del sistema nervioso parasimpático, que induce un estado de relajación profunda, reduciendo la tensión muscular y calmando la mente.

Además, su práctica afecta a la producción de neurotransmisores y hormonas como la serotonina, responsables de regular el estado de ánimo y modular la percepción del dolor. Asimismo, las prácticas meditativas incluidas en el yoga pueden cambiar la actividad en las áreas del cerebro asociadas con esta percepción dolorosa y favorecer la relajación y el descanso.

El yoga no solo ayuda a enfrentar el dolor de manera directa, sino que también mejora la calidad del sueño, un aspecto crucial para la recuperación y la reducción del dolor. Un descanso nocturno de calidad permite al cuerpo y a la mente recuperarse, lo que a su vez fomenta habilidades para afrontar el dolor más efectivas.

¿Puede realmente mejorar mi calidad de vida con dolor crónico?

Dicho todo lo anterior, surge la pregunta final del millón. Y la respuesta es: sí, muchas personas que practican yoga de manera regular encuentran que su calidad de vida mejora significativamente (incluidos casos difíciles como fibromialgia, artritis, migrañas…) . Esta es una de las conclusiones a la que llegan la mayoría de los estudios que se han hecho sobre el tema. Pero, eso sí, todas estas investigaciones señalan unas recomendaciones o condiciones esenciales:

1.Que contemos con la opinión favorable del especialista médico que esté dirigiendo el tratamiento.

2. Que la práctica sea regular para llevarnos a una reducción del dolor percibido, proporcionar herramientas para afrontarlo de manera más efectiva y promover un mayor bienestar general.

3. Que se busquen instructores cualificados que conozcan bien los aspectos anatómicos y fisiológicos y tengan experiencia trabajando con personas que sufren de dolor. Estos profesionales pueden ofrecer pautas y modificaciones apropiadas para que la práctica sea segura y efectiva.

4. Qué se aborde la práctica de yoga con una mentalidad de adaptación y personalización, especialmente si se padece de dolor crónico desde hace tiempo. No todas las posturas son adecuadas para todos, y será necesario modificar algunas prácticas o ejercicios concretos para evitar exacerbar el dolor.

5. Que la elección del estilo de yoga sea la adecuada. Mientras algunos estilos como Vinyasa o Ashtanga pueden ser demasiado intensos, otros como el Yin Yoga o el Hatha Yoga son más suaves y pueden ser más adecuados para personas con dolor crónico.

6. Es crucial escuchar activamente al propio cuerpo. Cada persona es diferente, y lo que funciona para una no necesariamente funcionará para otra. Prestar atención a las señales del cuerpo y responder de manera adecuada es una parte esencial de una práctica de yoga segura, beneficiosa y eficaz.