Herido y perdida en la jungla de tu mente, escuchas una hoguera, y al regazo del fuego del conocimiento, te haces ceniza; puro amor que atraviesa todo obstáculo en el camino escuchado hasta fusionarse con su amado, y ser y entenderlo todo. Escribe David Rodrigo.
El conocimiento que logramos a través de los sentidos y la mente no solo es invariablemente incorrecto, porque es por naturaleza limitado, sino que es además manipulador, engañoso, y hasta perverso, porque no solo es limitado por naturaleza, sino que también es limitante y todo límite es finalmente dolor.
Sin embargo, el conocimiento de los sentidos y la mente no es así porque en sí mismo sea perverso, ni tampoco maravilloso, sino porque no lo entendemos. Y podemos entenderlo. En cuanto lo hagamos el conocimiento de los sentidos y la mente es un regalo de amor real de la Naturaleza que se nos da para que la trascendamos; una puerta abierta por la Naturaleza para que nos veamos desnudos de ella, libres, en nuestro Yo Real, ilimitado; maestros/as – ya no esclavos/as– de la Naturaleza misma.
¿Por qué el conocimiento de los sentidos y la mente es limitado y limitante si no lo entendemos?
El conocimiento de los sentidos (sonido, tacto, visto, gusto, olfato), la percepción de lo que tiene sonido, forma, gusto, olor…, es por naturaleza muy diverso y constantemente cambiante, extremadamente fugaz y múltiple. Por tanto, no permite alcanzar ninguna conclusión permanente por sí mismo.
Además, la percepción es interpretada por nuestra mente, consciente y subconsciente. Y nuestra mente no es un lienzo en blanco, sino todo lo contrario. Un calidoscopio inmenso, sin principio ni fin, de nuevo en constante cambio y movimiento. Ese calidoscopio incontrolado de infinidad de luces diversas y fugaces es el que da luz, más bien sombra, a la percepción sensorial con su conceptualización de lo percibido, su interpretación, valoración y decisión de reacción. No es extraño, pues, que vivamos medio ahogados en el desastre, personal, social y, por tanto, medioambiental, energético, sutil…
¿Cómo transformamos este desastre?
Entendiendo bien la Naturaleza misma, incluyendo lo percibido, nuestra percepción sensorial, nuestra conceptualización mental -consciente y subconsciente- y nuestra acción por emoción, pensamiento, habla y cuerpo y sus consecuencias; nuestra vida, en definitiva.
Las impresiones y fluctuaciones de nuestro campo mental -cuerpo sutil- son como una jungla inmensa, de grandes y tupidos árboles por los que no pasa un rayo de luz; densa de lobos hambrientos, intensa de peligros inminentes en día y noche. De vez en cuando, se abren aleatoriamente claros en el bosque, y disfrutamos, ligeramente; reímos, brevemente. ¡Y así nos engulle el bosque!
Pero esa misma jungla de la Naturaleza presenta a tu mente la salida: el secreto de qué es la naturaleza de la jungla de tu mente y del universo entero.
Ese conocimiento ancestral y actual que transmiten los/as sabios/as, los yoguis, que han salido de la jungla de su mente en meditación profunda. Un conocimiento que nos llega de boca a oreja, de corazón-mente a mente-corazón: la salida de la jungla mental, para regresar al propio hogar, a recaudo.
Un conocimiento que fluye sin manipulación ni confusión desde el centro mismo de la vida, desde el conocimiento mismo, la esencia permanente e inmutable de todo pensamiento, emoción, percepción, acción y experiencia.
En el bosque oscuro, frío y temible, escuchando, reflexionando, entendiendo, admirando al regazo del fuego del conocimiento mismo, se nos va aclarando la salida de la jungla mental.
Así, al calor de su regazo, con sus látigos destructores, esa admiración al fuego se convierte en puro amor, y te haces ceniza en vida. Entregas todo tu corazón a tu viaje, de salida. Te pierdes, te caes, te lastimas, te arrastras, te levantas, te desesperas, y nadie escucha tus gritos silenciados entre aullidos de lobos hambrientos… Una y otra vez, muda desesperación, en un largo camino solitario y oscuro.
Pero continúas. ¿Cómo es posible? ¿Qué te hace seguir, arrastrándote a veces?
Tu amor más puro, a la salida, al camino y tu caminar.
Una vez tu mente se aclaró hecha cenizas al regazo de la hoguera en medio de la jungla, escuchando, tu admiración por la luz de la salida se convirtió en un amor tan puro que tiene una fuerza que ni todas las fluctuaciones infinitas de la jungla mental pueden detener tu caminar espontáneo, ya sin raciocinio ni expectativas, hacia el encuentro con tu amado; como el fluir de un río hacia su mar, que atraviesa cualquier montaña que se presente en su flujo espontáneo, intuitivo, hacia su fin mental.
Y llegas. La admiración de la razón te dio paso al amor de la intuición y el amor más puro, sin razón ni anticipación de resultados, te hizo polvo, te arrojó a la experiencia directa del amado, de ti mismo, de tu verdadero Yo, el Ser de toda tu percepción sensorial y conceptualización mental.
Ahora, desde la cueva de tu corazón abierto en canal, ves la jungla, de tu mente y de la Naturaleza entera, y la iluminas toda con un simple pestañeo tuyo.
Nada que temer. Nada que conseguir. Fin, de la ignorancia primordial.
David Rodrigo, maestro tradicional de Yoga Sutras, Advaita Vedanta y Meditación; que transmite la Luz y el Amor de esta Sabiduría universal como filosofía de vida experimental de hoy.
Estudió y practicó tradicionalmente en Rishikesh, India (2008-14), donde empezó a transmitir. Cofundador en España de la Escuela de la Vida Plena, un viaje de autoconocimiento de la plenitud y la armonía de tu Yo Real y de la Vida: Sabiduría universal – Meditación – Acompañamiento personal – Comunidad.Cursos abiertos (online y presencial):
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