Yin Yoga, una práctica revolucionaria

2023-07-31

¿Qué puedo esperar cuando asisto a una clase de yoga en la que se va a realizar una práctica de Yin Yoga? Tal vez alguien te ha recomendado esta práctica, o tal vez hayas leído algo sobre el tema, pero hasta que no lo experimentes por ti mismo/a, es muy probable que no seas consciente del acto tan revolucionario que acabas de realizar. Escriben Ana Ferrer y Eleonora Vergani.

Yin Yoga

Y sí, has leído bien, la práctica de Yin Yoga rompe con todos los estereotipos sociales actuales. No es una práctica para la que necesites una gran forma física, no requiere una ropa de última generación, ni tampoco que tengas que llegar a realizar posturas imposibles, o que tengas que “copiar” la postura ideal de tu profesor/a o de tu compañero/a de la esterilla de al lado… sin embargo, requiere algo que no todo el mundo puede hacer actualmente: tener el coraje de permanecer en el momento presente.

Y es justamente algo tan en apariencia sencillo lo que constituye el núcleo central de esta práctica. El permanecer en el aquí y ahora se nos ofrece como un gesto simple y capaz de ayudarnos a mantener una mayor conexión con nosotras/os mismas/os. Pero ¿qué pasa si cuando practicas la presencia en el momento te encuentras con un desafío interno? ¿Es normal que cueste permanecer en una postura durante varios minutos? ¿Por qué resulta difícil mantenerse en contacto con la respiración?

Es muy frecuente que experimentar la conciencia de nuestras sensaciones en el aquí y ahora no sea al principio una experiencia particularmente agradable ni cómoda. Pero es importante entender que este acto de permanecer en la incomodidad inicial requiere de mucha valentía y fortaleza mental, y que estas cualidades son las que se van cultivando durante la práctica de Yin Yoga, más allá de los aspectos y ventajas a nivel físico que este tipo de yoga entraña.

Acto revolucionario

Por eso queremos reafirmar la idea de que practicar Yin Yoga es un acto revolucionario en sí mismo. Contra la tendencia de nuestro mundo actual de la inmediatez, en el que estamos constantemente rodeados/as por estímulos externos y donde existe una necesidad imperante de estar en perpetuo movimiento, la práctica de Yin Yoga nos ayuda a parar y nos ofrece el espacio para estar con nosotros/as mismo/a.

El Yin Yoga nos brinda la posibilidad de dejar a un lado la rueda de la constante productividad y del hacer exacerbado que nos deja, muchas veces, con sentimientos de culpabilidad cada vez que nos sentimos en la necesidad de quedarnos en quietud y de ralentizar nuestras actividades diarias. Yin Yoga nos regala un tiempo en conexión con el cuerpo, dándonos ese momento para parar y escucharnos, para sentir y aceptar cómo estemos a cada instante y darle el tiempo al cuerpo para abrirse y llegar hasta dónde necesite llegar ese día.

Este proceso deja a un lado la exigencia de búsqueda de un alineamiento concreto; sin embargo, nos permite darnos ese espacio tan necesario y tan poco frecuente, en el que el cuerpo y sus sensaciones más profundas encuentran la posibilidad poderse manifestar tal y como son en este preciso momento.

Cuando practicamos la permanencia en nuestro cuerpo y en nuestras sensaciones es cuando, también, nuestros miedos e inseguridades más profundas pueden manifestarse. Se crea el espacio propicio para podernos encontrar con nuestros bloqueos, así como con los constantes diálogos de nuestra mente. Sin embargo, es justamente en estos momentos cuando podemos entrenarnos para volver al cuerpo una y otra vez, regresar al ritmo de nuestra respiración, permitiendo que la energía vital se reequilibre y dejando que la “magia” de estar en el momento presente fluya libremente en nosotros/as.

Por estas razones, a la vez que con la práctica de Yin Yoga celebramos la reconexión con la quietud y el daros cuenta, estamos también cultivando la bondad y la compasión hacia nosotros/as mismos/as.  Porque la revolución del Yin Yoga reside tanto en deconstruir los mandatos de la hiperproductividad de la sociedad que nos rodea respetando nuestros límites, como en empezar a dejar la autoexigencia a un lado.

Práctica autocompasiva

Sabemos que, en esta sociedad del hacer constante, muchas veces tendemos no solo a correr para conseguir objetivos, sino que, al mismo tiempo, la manera en la que nos hablamos tiende a centrarse en la autocrítica y los “debería”. Y sí, la autoexigencia también se puede encontrar al practicar yoga, cuando por ejemplo consideramos que tendríamos que ser más flexibles o que no nos sentimos “suficientes” para poder practicar. Entendemos en este sentido el Yin Yoga como un bálsamo que nos ayuda a tomar las riendas de nuestro diálogo interno y que cuando se active en nosotros/as cualquier otra “expectativa” sobre cómo deberíamos de ser y cómo deberían de aparentar desde fuera las posturas que practiquemos, podamos ser capaces de reconducirnos hacia la autocompasión y la amabilidad.

De esta manera, al mantenernos en quietud en un asana y al observar el flujo de nuestros pensamientos, cuando nos descubramos quizás juzgándonos, podremos aprender, poco a poco y con mucha paciencia, a felicitamos por habernos dado cuenta de ello y, de manera amable, ser capaces de volver una y otra vez al momento presente sin adornar, sin magnificar…

Porque es importante tener en cuenta que igual de peligroso puede ser el encasillarnos en una imagen de practicantes perfectos/as (y castigarnos a nivel interno y externo cuando no sintamos que cumplimos con estas imágenes), como el “recrearnos” en la práctica. A menudo, lo más valioso es simplemente encontrar la realidad sencilla del momento presente: centrarnos en escuchar nuestra respiración, observar cómo reacciona el cuerpo físico en el asana y de allí, ser capaces de reajustar nuestro cuerpo para encontrarnos en el límite al que, en el aquí y ahora, pueda llegar.

El Yin Yoga es aquella herramienta que nos acerca a la sencillez, a la verdad de la realidad cambiante a cada segundo y que no se preocupa por aparentar ni por superarse, sino que nos permite entrenarnos en la aceptación de cada instante, dejando a un lado cualquier idea preconcebida sobre lo que se supone que nuestro cuerpo tenga que hacer. El Yin Yoga es la entrega, la rendición a nuestra verdad más humana, a cómo estemos simple y llanamente, a cada instante…

En un mundo lleno de “filtros”, ¿no te parece una práctica revolucionaria? ¡Atrévete a practicar con nosotras: atrévete a vivir el Yin Yoga!

Ana Ferrer y Eleonora Vergani son formadoras de Yin Yoga en la Escuela Internacional de Yoga

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Modalidad Online por Ana Ferrer y Eleonora Vergani
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