La iluminación y el deseo

2021-11-08

Probablemente sea más atractivo el segundo elemento en este título o, siendo generosos, la combinación entre ambos términos generalmente considerados antitéticos. So pretexto del tantra, muchos quieren o han querido ver que ambas fuerzas son compatibles. Escribe Joaquín G. Weil.

Tantra y sexo. Antología de fuentes clásicas. Estudio, selección y traducción del sánscrito de Óscar Figueroa. Ed. Kairós

Precisamente, a través de pruebas documentales, el libro del sanscritólogo Óscar Figueroa quiere indagar si tal combinación es posible. ¿Puede haber algo así como un sexo iluminado o una iluminación a través del sexo?

Del libro Tantra y sexo, antología de fuentes clásicas, recientemente publicado por Kairós, me ha llamado particularmente la atención una advertencia colocada al principio de la antología, tras el prólogo y el interesante prefacio, llamado “estudio”:

«Los textos traducidos a continuación dan testimonio de disciplinas doctrinas e ideales presentes en ciertas corrientes religiosas de la India hace varios siglos. La publicación de dichos materiales es con fines estrictamente académicos y divulgativos, y en modo alguno esto presupone que el traductor o la editorial Kairós respalden promuevan tales doctrinas y prácticas. En ese sentido, ni el traductor ni la editorial Kairós son responsables de cualquier daño directo, indirecto o incidental derivado de la lectura de este libro. La responsabilidad al leer, interpretar, compartir o cualquier otro uso que se le dé a estas traducciones, en su totalidad o parcialmente, recae por completo en el lector».

Por una parte, hace atractivos a la “antología de fuentes clásicas” que sigue a continuación, tratándolas como un material peligroso y, por tanto, nada intrascendente o banal. Por otra parte, esos fines “académicos y divulgativos” no están exentos de responsabilidad en sí mismos. Por último, el sexo es, en efecto, una fuerza temible y temerosa que, si unida al factor “espiritualidad”, constituye una combinación explosiva sobre la cual, en efecto, conviene tener atención y cuidado: el cable rojo y el cable azul de la bomba.

La pregunta es: ¿por qué o cómo estos contenidos podrían ser peligrosos? Al final del artículo lo explico en pocas y breves frases.

Primero, encuadrar la corriente en la que, en mi opinión, se inserta esta publicación, y es en el de los llamados “yoguis académicos”, por más que supongo Óscar Figueroa probablemente no se sentirá cómodo si encuadrado en esta categoría. A nadie le gusta que lo etiqueten. Es sencillamente para situarnos.

Rigor vs. vulgarización

Hay una nueva corriente de estudiosos a los que pertenecen, por ejemplo Gordon White, Mallinson, Singleton, De Michelis, etc., profesores universitarios anglosajones, especialistas en sánscrito, cuyo enfoque de estudio o especialización es la historia del yoga. El ideal común de esta tendencia lo expresa bien Figueroa en su prólogo: “los estudios académicos sobre la India, no solo en español, sino en cualquier lengua moderna, tienen una añeja deuda: orientar el interés y la curiosidad con información rigurosa, y nada más riguroso que las fuentes mismas.”

Riguroso sí, ahora bien, que lo documentado sea necesariamente cierto o verdadero, es otra cuestión. Precisamente, a mi parecer, la gran carencia del academicismo es confundir lo documentado con lo verdadero, y lo no documentado con lo falso.

Por otra parte, es innegable que precisamente en los estudios sobre las culturas y tradiciones originarias de India hay tanta mistificación y tanta especulación gratuita e infundada, que una vuelta a las fuentes textuales es siempre saludable y bien recibida. Y esto es a lo que alude específicamente el autor respecto al asunto del tantra y el sexo, en el que ve un “proceso de mistificación, vulgarización y domesticación que subyace a fórmulas modernas como «sexo tántrico», «sexualidad sagrada», etc.”

Pulgar arriba, que se diría en el lenguaje de las RRSS. En mi opinión cualquier persona que quiera opinar o dirigir un taller donde se combinen estos dos términos “tantra y sexo” tiene como requisito de obligado cumplimiento leerse el libro de Óscar Figueroa. Es más, deberían leerlo hasta aquellas personas que pensaran asistir a un seminario tal así, en los que, me temo, generalmente se vierten abundantes especulaciones, preconceptos y proyecciones de ideas y fantasías propias y ajenas.

Otro de los llamados “yoguis académicos”, Christopher Wallis, señala en su Tantra Illuminated que el sexo ocupa sólo una pequeña parte en el conjunto de los textos denominados tántricos, cuyas características, técnicas y focos principales son evidentemente diferentes, diversos y más amplios, por más que en una sociedad afluente y aburrida como la nuestra, se ha tendido a identificar ambos términos: tantra y sexo.

En una sociedad afluente y aburrida, como esta en que vivimos, en la cual la “distracción” o el “entretenimiento”, no lo olvidemos, en sus múltiples variedades de espectáculos, tecnologías y hasta gastronomía, constituye una de las principales industrias y actividades, no es extraño que el sexo se haya convertido en un simple juguete más. Si bien el sexo no es un juguete sino una de las fuerzas más poderosas de la vida, que atraviesa el reino vegetal y el animal, donde ineludiblemente se inserta la humanidad, atada a la vida y a la tierra por este preciso lazo. Si no fuera por el poder del sexo la humanidad, así como todas las especies, se hubieran extinguido hace milenios. El sexo ha de tener una fuerza de tales dimensiones como para superar cualquier otra consideración de modo que los animales arriesgan o sacrifican su propia vida en aras de su poder telúrico. Igual ocurre en la especie humana, donde sobre el riesgo y el sacrificio, supera incluso los altos ideales de santidad o iluminación cuando estos se le han opuesto.

El eros también en las diferentes tradiciones, judaísmo, cristianismo, islamismo, etc., se ha empleado como metáfora de la búsqueda espiritual, donde generalmente el alma desempeña el papel de la amada y Dios el del amante. En el tantra suele ocurrir que no es Dios, sino diosa (devi o shakti), si bien la metáfora en gran medida subsiste. Ahora bien, es cierto que al sexo mismo, en los textos llamados “tántricos”, se le dota de otra dimensión más concreta a la par que trascendente, que precisamente el libro de Óscar Figueroa indaga en sus fuentes originales.

Y no olvidemos que Freud erigió al eros en el núcleo de la psique humana, contraponiéndolo a lo que él llamaba –a decir de Jung– “el oscurantismo”, es decir todo el campo de la espiritualidad.

Respecto al asunto del tantra en sí mismo, es interesante destacar la observación que hace Wallis: la iluminación tántrica no consiste sólo en un “despertar de la kundalini”, sino en el encuentro de este despertar o elevación de lo telúrico, por así decirlo, con el descenso hasta el ser humano de lo que podemos denominar akáshico o divinal superior. Este encuentro entre lo telúrico y lo akáshico es algo que puede observarse, por ejemplo, en el famoso Sat Chakra Nirupana.

Tantra y sexo, una relación sobre la que meditar

Por último, para las personas interesadas en el yoga, el estudio del tantra es primordial, pues en el tantra, en gran medida, se origina el hatha yoga, y de éste deriva, a su vez, el así llamado “yoga postural contemporáneo”, que es el que se practica mayoritariamente por todo el mundo bajo el epígrafe de “yoga”. En el libro de Óscar Figueroa, como es lógico, también están recogidas las referencias a la sexualidad en las fuentes clásicas del hatha yoga.

Este asunto del tantra, el yoga y el sexo, da para varios artículos, sin ir más lejos, la relación tántrica-yóguica entre el cuerpo y la espiritualidad. Se han quedado en el tintero otros muchos asuntos, como el papel de la mujer, su relación con el hombre, y ambos en relación con las búsquedas espirituales. Al fin y al cabo, inicialmente el sexo se define como esta contraposición y unión entre lo femenino y lo masculino. Una de las principales maravillas del sexo es que obra el gran milagro de la unión de de dos seres de psicología tan distinta y, a la vez, tan próxima: la mujer y el hombre.

Por todos estos motivos considero que Tantra y sexo, antología de fuentes clásicas es un libro que merece ser leído con atención.

Para concluir sobre la relación del sexo con el así llamado “tantra”, convendría aplicar la estricta racionalidad sobre el asunto: lo primero es determinar el por qué y el para qué. No hay pregunta más clarificadora en cuanto a cualquier acción y motivación humana. Para responder a estas preguntas con plena sinceridad y discernimiento, lo mejor es meditar en profundidad, y con la consciencia aguzada por la concentración, plantearse la pregunta, si el motivo de cualquier actividad sexual es la iluminación, o si es el deseo y su satisfacción. Y esta pregunta y su respuesta está en la raíz del asunto sobre el que versa este libro que estamos reseñando.

La ética es relativa a la sinceridad y veracidad, y en cuanto al respeto por otras personas y la búsqueda de su bienestar. Todo lo cual se relaciona con la claridad y la armonía de la mente. Quien trabaja por el bienestar de otros, trabaja por su propio bienestar. Esto es la auténtica ley de causa y efecto (inmediato), también llamada karma. Considero lo he expresado del modo más claro posible.

Joaquín G. Weil es autor del manual formativo conforme al Temario Oficial de España Dominio de las Técnicas Específicas del Yoga: https://iayoga.org/servicios/manuales/