La importancia del tutor en el Yoga

2017-02-27

En un mundo que cada vez subraya más la capacidad de autonomía y en la de autoimplicarse en el desarrollo individual, el papel de la tutoría en nuestra propia auto-indagación y transformación personal se convierte en un debate importante en el que participar. Escribe Kausthub Desikachar (traducción por Dana Ginevro, revisión por Aranzazu Corrales).

Desikachar

Particularmente cuando consideramos una disciplina de enseñanza y transmisión como el yoga, que otorga tanta importancia al autoempoderamiento, esta cuestión de tutoría, su atractivo y sus desafíos merecen un debate serio y honesto.

Parte del desafío en la comprensión y el establecimiento de una relación funcional y abierta entre estudiante de yoga y profesor de yoga se halla en las cuestiones que surgen como resultado del contexto moderno e intercultural del Yoga de hoy en dia. Otra parte de este desafío reside en la diversidad de roles innatos dentro de la relación estudiante de yoga-profesor de yoga. Es una situación que se complica por el escenario social actual, donde constantemente nuestro cerebro está siendo lavado para considerarnos librepensadores y celebrar la libertad como un concepto; sin embargo, de hecho, estamos inherentemente más ligados al miedo y a sus aliados que nuestros ancestros.

Esta cuestión también se revela cuando exploramos -en una selección aleatoria- cuántas de nuestras decisiones y acciones actuales se basan en la inseguridad y cuántas se basan en la autoconfianza. Hoy en día hay una enorme presión sobre el individuo para que actúe de manera independiente, sea creativo y librepensador, pero en realidad sólo queremos que nos digan qué hacer o que alguien lo haga por nosotros. Imitamos campañas de medios públicos, comportamiento de compañeros, expectativas colegiales y otras influencias en nuestra vida y somos y nos sentimos menos capaces de escuchar nuestra propia voz. Todo lo cual pone de manifiesto un conflicto entre el mito del individuo y el concepto de autoempoderamiento.

El contraste de otros tiempos

El escenario para nuestros antepasados, en un tiempo en el que el Yoga estaba en su cenit, era ligeramente diferente. Aunque también existían múltiples formas de distracción, junto con la inherencia inminente del miedo, su percepción del individuo era muy diferente. Se consideraban parte de una sociedad intrínsecamente codependiente, donde no sólo eran individuos, sino también parte del todo.

Una consideración adicional que surge al cultivar esta relación en nuestro contexto moderno es que mientras que, con sus raíces claramente establecidas en su origen oriental indio, el yoga es muy claro sobre la naturaleza y la jerarquía de la relación maestro-alumno, su integración en el marco occidental no es tan limpia o transparente como uno desearía que fuera.

En la práctica tradicional del yoga, la relación profesor-alumno era definitivamente de carácter vertical, con el profesor desempeñando el papel superior. En la sociedad tradicional de la India, el maestro era considerado en gran estima y era la cima de la jerarquía social en términos de reverencia y respeto, aunque no en términos de ingresos económicos. Esta relación ganó este lugar apreciado porque en esa época los grandes maestros poseían unas habilidades en la práctica y la enseñanza y transmisión del Yoga que eran incomparables y merecían tal confianza y reverencia.

Esto contrasta con los tiempos modernos. No sólo los maestros son uno de los profesionales con los salarios más bajos, sino que también están en un lugar donde la reverencia y el respeto parecen conceptos extraños dentro del marco de la relación. Parte de la razón de este cambio puede atribuirse a los alterados patrones sociales de nuestros tiempos, mientras que otra parte puede ser el número decreciente de grandes maestros y sabios en diferentes campos, particularmente en el yoga.

Otro factor fundamental en este marco fue la necesidad de fe y confianza entre el estudiante y el maestro. No sólo se esperaba que el estudiante tuviera fe absoluta y confianza en el maestro, sino que también estaba capacitado para escuchar atentamente su sabiduría sin conflicto ni escepticismo. Las cuotas a abonar por el estudiante se discutían en el momento de la graduación del proceso de aprendizaje y, por lo tanto, no influían ni interferían con el proceso mismo. La implicación era tal que los estudiantes se quedaban con su maestro hasta el final y no cambiaban de uno a otro.

Los marcos éticos que definen límites como los que encontramos en la sociedad litigiosa de hoy eran también inexistentes. La relación dependía de marcos flexibles apropiados al contexto de la enseñanza.

El guía, necesario en el viaje de autoindagación

Si bien estas ideas son ajenas a la forma de funcionamiento actual, se ajustaban a los requisitos sociales de una cultura que apoyó esta relación durante miles de años y permitió a las generaciones de estudiantes  transformarse y evolucionar hacia un lugar de autoempoderamiento.

Sin embargo, con el advenimiento de la era moderna, las estructuras y necesidades sociales cambiantes necesitan ser reevaluadas para ser relevantes en su aplicación y función. Esto está siendo aún más crítico porque las culturas orientales han llegado a querer imitar a sus contrapartes occidentales y modelarse en el estilo occidental.

El desafío para una disciplina como el Yoga es que, si quiere permanecer vital y eficaz, no puede ni mantener puramente las viejas formas de operar ni aceptar plenamente las formas modernas de funcionamiento.

Lo que está claro es que, a pesar del cambio en la demografía de los practicantes de yoga, la necesidad de mentoría es tan relevante hoy como lo fue hace milenios. En el viaje de autoindagación, la presencia de un guía es fundamental, ya que no sólo puede actuar como un espejo para ayudarnos a ver nuestras propias fortalezas y debilidades, sino también darnos motivación y dirección para ayudar a nuestro proceso de transformación.

Esto es particularmente cierto en una época en la que las opciones son variadas y abundantes, la capacidad de atención es de corta duración y las prioridades no están claras. Por lo tanto, la presencia de un mentor competente para estabilizar nuestro viaje se convierte no sólo en un deseo, sino en una necesidad real.

Espacios de la relación profesor-estudiante

Para entender cómo podemos crear una relación exitosa basada en la confianza de maestros-estudiantes hoy en día, debemos entender los espacios que sirven a diferentes funciones de la relación. Los tres espacios principales de la relación profesor de yoga-estudiante de yoga son la formación, la terapia y la transformación personal. Hoy en día es muy común que los tres dominios se den en una sola relación. Debido a las diferencias sutiles de cada dominio en términos de jerarquía, enfoque y marco, la complejidad de tal relación no debe subestimarse ni pasarse por alto.

Muy a menudo los estudiantes de yoga están comprometidos con sus maestros en una relación de formación donde están siendo enseñados para convertirse en un profesor o terapeuta de yoga, o en el área de la educación continua.

Frecuentemente los estudiantes también están comprometidos con estos maestros en un papel que responde a sus necesidades terapéuticas. Esto incluye abordar cualquier enfermedad que el estudiante pueda tener, ya sea de naturaleza fisiológica o psicológica. Aparte de esto, el maestro también puede ser responsable de crear espacio para facilitar la transformación personal y espiritual del estudiante, ayudándole a identificar y florecer en su máximo potencial. En términos tradicionales, el dominio espiritual del yoga consistía justamente en el descubrimiento y el aprovechamiento del potencial del estudiante y de nutrirlo para expandirse en su plena capacidad.

Para que la relación sea eficaz en cada ámbito y capacidad, la prudencia del maestro es la que debe guiar el curso de la relación -de ahí también la responsabilidad de asumir tal tarea-. La comprensión de estos dominios puede ayudar a crear estabilidad para una relación funcional, para desarrollarse de corazón a corazón, sin embargo, también hemos de ser cautelosos en la aplicación de límites adicionales a una relación que, en verdad, busca la autonomía y la libertad de sus integrantes.

Yoga, trabajo de transformación

Al emprender el viaje desde ser un sistema tradicional a una ciencia moderna, el Yoga -y ciertamente sus practicantes- no deben descartar su valor esencial de trabajo y simplemente optar por abrazar un conjunto de referencias potencialmente huecas y restrictivas.

Como el mundo moderno trabaja en generalidades y carece de paciencia, existe una tendencia a aplicar esos sistemas a todas las situaciones y de forma rápida. Insertar el yoga en nuestro litigioso mundo moderno crea un escenario desbordado de confusión y desafíos para la existencia de tal relación. Si bien es cierto que el pensamiento de parte de varias organizaciones de yoga es pedir marcos estrictos de actuación, también hemos de tener cuidado en no tomar decisiones concretas a toda prisa o sobre la base del miedo y la desconfianza, especialmente si eso pone al estudiante en una posición de desempoderamiento por continuar tratándolo como víctima o víctima potencial. Esto supondría un fracaso para el propósito de yoga como disciplina y su eficacia como práctica.

Así como la práctica de āsana existe para facilitar el movimiento de la respiración y de prāṇa, también lo hace la relación de tutoría para movernos y transformarnos. Debemos estar dispuestos a adaptar la forma de tutoría en la relación individual de maestro-estudiante para servir esta función.

Tanto el profesor de yoga como el estudiante de yoga deben asumir la responsabilidad de crear su propia relación única. Antes de iniciar la relación, es aconsejable debatir y acordar el ámbito principal de la relación y sus espacios operativos (la formación, la terapia y la transformación personal). 

Ya que el yoga implica evolución, también es recomendable que exista un diálogo continuo y una aceptación de que la relación es dinámica y de que el ámbito dominante de la relación puede cambiar con el tiempo. Como el yoga es fundamentalmente un proceso de cambio, es más adecuado -e innato en su filosofía- que se adapte a nuestras necesidades actuales como estudiantes y maestros de los tiempos modernos.

Si tomamos una actitud de apertura, cuidado y respeto como la base de nuestra relación de estudiante- maestro, estaremos más dispuestos a asegurar que la continua aplicación funcional del yoga sea un proceso de transformación hacia el empoderamiento de uno mismo.

 

Kausthub Desikachar, hijo y alumno de T. K. V. Desikachar, empezó a estudiar yoga cuando tenía nueve años. Hoy trabaja como yogaterapeuta para ofrecer soluciones eficaces para todo tipo de desequilibrios mentales, emocionales y físicos. Combina las enseñanzas del Yoga, el Ayurveda, los Vedas y la psicología moderna con el objetivo de empoderar a sus clientes en su camino de sanación, haciéndoles descubrir su propio potencial. Es reconocido por su conocimiento profundo de la tradición del Yoga y su capacidad pedagógica de explicar esas enseñanzas milenarias de manera accesible y adaptable en nuestra sociedad moderna.

Seminario de Anatomía Sutil del Yoga en Barcelona

El 5, 6 y 7 de mayo del 2017 K. Desikachar da un seminario sobre la Anatomía Sutil del Yoga en Barcelona.

El jueves 4 de mayo se harán consultas particulares de Yogaterapia abiertas tanto a practicantes como a no practicantes de yoga. Para más información puedes consultar la pagina www.yogadana.org/taller-desikachar-barcelona-madrid o escribir a tallerconkausthub@gmail.com.

Kausthub es invitado anualmente por la escuela española de Yogaterapia PranamanasYoga para impartir seminarios especificos a yogaterapeutas: pranamanasyoga.es/yoga-y-medicina. En los siguientes enlaces puedes encontrar todos los seminarios y las formaciones que imparte a nivel internacional: www.khyf.net  o www.kausthub.com