El Yoga: Psicoterapia y espiritualidad

2017-02-24

Planteaba Swami Satyananda que la gente se acerca al yoga bien por necesidad física, bien por algún tipo de neurosis, una sensación de vacío que necesita solucionar. Esta neurosis, aun siendo un bloqueo para el despertar de la consciencia propia, acaba siendo también el estímulo que lleva a muchos a una vida espiritual, un hecho positivo que “te ayuda a hacer algo que valga la pena en la vida y que sustituya la autocomplacencia y la pereza” (1). Escribe Diego Borrego.

La idea de este artículo es apuntar de manera breve el carácter especialmente psicoterapéutico que el yoga nos ofrece cuando empezamos a hacer un acercamiento más profundo a su práctica, o lo que es lo mismo, cuando empezamos a hacer un acercamiento desde un punto de vista más espiritual. Somos conscientes de que existe una fuerte creencia que relaciona lo espiritual con lo religioso y de que hay gente a quien esto incomoda, pero también es cierto que se puede ir hacia lo espiritual sin necesidad de tener ninguna creencia religiosa, si así lo decidimos.

En ese sentido nos gustaría ir trazando un paralelismo entre una de las cuestiones que plantea la psicología transpersonal y lo que en el mismo sentido hace el yoga al presentarse no solo como un trabajo físico. La psicología transpersonal es la rama de la psicología que estudia los aspectos más trascendentes de la persona, aquellas cuestiones que van más allá de lo puramente personal/individual. Vendría a ser la psicología que se ocupa de  la experiencia humana en lo espiritual, en la búsqueda de una verdad más allá de lo tangible. Sin duda ese punto presenta muchos elementos en común con planteamiento del yoga como forma de vida, en cuanto a esa búsqueda de elementos que transcienden a lo material y científicamente demostrable, cuestiones más difíciles de nombrar;  a las que en todo caso llamaríamos espirituales o transpersonales.

Actuar sobre las causas

Es sabido que  desde el cuerpo se puede realizar un trabajo muy profundo para deshacer corazas tanto físicas como psicológicas, y este es uno de los objetivos de la práctica física de yoga tal y como la vivimos en Occidente. Controlar la respiración, actuar sobre el nervio vago, mejorar la elasticidad, son ejemplos de acciones altamente terapéuticas que nos ayudan a encontrarnos mejor y en numerosos casos sirven como una terapia magnífica para un gran número de problemas de carácter nervioso, pero que en todo caso actuaría sobre la sintomatología. Asistir dos días por semana a una sala yoga es muy importante y sabemos de sus resultados; pero con ese trabajo no cambiamos apenas las estructuras más profundas de nuestras actitudes, pensamientos y creencias. Es el trabajo espiritual/transpersonal el que nos va a permitir acceder a importantes cambios, y como elemento psicoterapéutico, va a tratar directamente sobre aspectos básicos de nuestro día a día y de la gestión que de él hacemos. Si en lo físico actuamos sobre los síntomas, desde lo espiritual, desde la conducta, vamos a actuar sobre las causas.

En ese sentido la psicología transpersonal plantea que el ser humano tiene una necesidad de crecimiento continuo en dos direcciones: hacia lo horizontal, la relación con el entorno; y hacia lo vertical, hacia lo espiritual. La necesidad vital del ser humano es prepararse para dirigirse hacia esa verticalidad, hacia esa espiritualidad

Actualmente hay un cierto consenso científico en la explicación de que estamos dotados de unas estructuras cerebrales que nos hacen, como excepción en el reino animal, capaces no solo de vivir espiritualidad sino, y lo más importante, de estar necesitados de ella desde un punto de vista biológico de supervivencia . Esto puede ser debido a que Dios colocó esta estructura al crear al hombre y a la mujer o bien a que nuestra evolución biológica ha hecho que nuestro cerebro desarrollase esta capacidad. En cualquier caso los dos argumentos sitúan a esa búsqueda de la espiritualidad como elemento indispensable, y altamente psicoterapéutico.

La «psicología» de Patanjali

Precisamente de estos dos crecimientos planteados por la psicología transpersonal ya hablaba Patanjali en sus Yoga sutra. Patanjali, a parte de otras muchas cosas, fue un perspicaz psicólogo capaz de ofrecernos un tratado de psicología a través del cual se nos explica de dónde vienen todas esas neurosis de las que queremos deshacernos,  y además nos da las herramientas para poder hacerlo. A través del trabajo de Patanjali podemos revisar todos aquellos aspectos que tienen que ver con la relación que establecemos con el mundo,  y especialmente la relación que me propongo a mí y en mí mismo. La observación de esta relación es precisamente ese crecimiento horizontal que plantea la transpersonal. El planteamiento de los Yoga sutra pasa por ocho pasos o peldaños

  •  las reglas de autorregulación o restricción (yamas),
  • cumplimiento o prácticas de autoentrenamiento (niyamas),
  • posturas (asana),
  • expansión de la respiración y el prana (pranayama),
  • retracción de los sentidos (pratyahara),
  • concentración (dharana),
  • meditación (dhyana),
  • y concentración perfecta (samadhi).

Los dos primeros tendrían que ver con el crecimiento horizontal y los seis restantes con el vertical o búsqueda del samadhi. En el caso que nos ocupa nos fijamos en los dos primeros: las reglas de autorregulación o restricción (yamas) y las prácticas de autoentrenamiento (niyamas). Desde un punto de vista terapéutico, el tener que observar estos elementos va a hacer que mi vida cambie sustancialmente. Cuestiones como la no violencia, el no acumular cosas innecesarias, no robar, aceptación de aquello que nos sucede, no mentir, etc, son elementos que trabajan directamente hacia una forma de vida más sencilla y que permiten que conectemos con nuestra esencia como individuos y como parte de un todo más amplio y transcendente.  En cuanto pasamos a vivir esa vida más sencilla, con menos pesos, menos posesiones que vigilar, menos cosas que controlar, empezamos a notar los cambios y ya estamos estableciendo esa conexión con lo transpersonal.

Pero como se puede intuir, esa filosofía de vida no es fácil de aplicar. Para el hombre y la mujer occidentales -en cierta manera para el hombre y la mujer en general- resulta extremadamente complicado alejarse de todo aquello con lo que ha crecido, todo aquello que ha dado como válido e indiscutible.  Esta nueva filosofía, esta nueva manera de afrontar la vida propone romper con un gran número de cosas que se tienen introyectadas, con una cantidad ingente de lo que se entiende como principios muy normalizados y que en su día se metabolizaron como “lo correcto”. Tener una buena casa, un buen coche, un futuro asegurado, otra casa quizás, un trabajo acorde con nuestro ego, disfrutar de una buena comida -especialmente no demasiado sana-, ejercen -de manera lógica- una fuerza muy intensa en la otra dirección.

Crecimiento necesario

Según Swami Satyananda: “Aunque el conocimiento médico avanza constantemente, las bases de lo que sabemos para mantener la salud no han cambiado en los últimos años. Casi todo el mundo sabe que no hay que fumar y que hay que comer muchas frutas, verduras y cereales, hacer ejercicio con regularidad y no dejar que el estrés nos afecte demasiado. La parte difícil no es saber lo que hay que hacer, sino hacerlo… Hace miles de años, los yoguis se dieron cuenta -y los científicos lo están haciendo ahora– de que cambiar los hábitos disfuncionales es en gran parte una cuestión de la mente”.

Ahí es donde empieza el trabajo justamente, en ir ajustando todos esos elementos, en poner el acento en esos aspectos más espirituales, cada persona en función de lo que vaya vivenciando y descubriendo mientras va construyendo su camino. La aplicación de yamas y niyamas nos va a ofrecer la oportunidad de cambiar algo, tener desde donde empezar a desmontar y después a construir siempre desde el trabajo y el rigor. La psicología transpersonal en ese mismo sentido habla de la dificultad de aplicación de esos cambios, a los que llama “evolución transpersonal”  en el siguiente sentido:

“….la persona emprende una tarea de evolución transpersonal que incluye estar dispuesta a transformar lo que toca a su tiempo, a sus relaciones interpersonales, a su bolsillo, a su relación con el entorno, etc. A nuestro juicio, ésta es la única vía para que el desarrollo transpersonal no se convierta en un insano refugio defensivo que evite la confrontación con el conjunto de la realidad y que restrinja, en lugar de ampliar, la salud mental del sujeto” (2)

En conclusión, el ser humano está diseñado biológicamente para ir en busca de algo que está más allá de su comprensión. Con la vida simplemente no es suficiente y esa búsqueda de lo espiritual/transpersonal se presenta como imprescindible para poder optar a una vida sana. Todo lo que sea frustrarla tendrá que ver con bloqueos emocionales que se convertirán en físicos y viceversa y acabarán afectando nuestra salud tanto física como emocionalmente.

Lo terapéutico reside en tomar esa opción de crecimiento desde más allá de lo visible y de lo confirmable y empezar a trabajar en sentirme uno más con el otro y mirar hacia arriba para observar qué pudiera haber, y el yoga es sin duda un camino.

(1) Swami Satyananda Saraswati. Yoga and Kriya. A Systematic Course in the Ancient Tantric Techniques  Yoga publications Trust, Munger, Bihar. 2003. pág. 253

(2) Gimeno Bayón, A. Psicología transpersonal. Una visión personal. Ed. Milenio. Lleida 2015. pág 30

Diego Borrego Caixal. Profesor de yoga por la Aepy. Formado en yin yoga. Licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona. Diplomado en Relaciones Laborales por la Universidad de Barcelona. Máster en Direccdión de RRHH por EAE. Master Practicioner en Programación Neurolinguïstica. Formado en Terapia Gestalt.

Actualmente dirige el Centro de Yoga Shravana.
C/ Francia, 21 local E Bellvitge, Hospitalet de Llobregat. T 675 89 79 58 | shravanaioga@gmail.com

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