Años de yoga

2019-07-02

No siempre se tiene la oportunidad de dar clases de yoga a las mismas personas durante mucho tiempo. Practicantes y profesores tenemos un lado inquieto y buscador, y permanecer en los sitios no es siempre la regla. Pero cuando la estabilidad se hace presente se pueden ver los maravillosos resultados en los alumnos, esos resultados que sólo el tiempo y la práctica pueden otorgar. Escribe Pablo Rego.

Cuando quienes nunca han hecho yoga preguntan cuánto tiempo hay que practicar para ver los resultados, la respuesta ya no puede ser la que daban originalmente los maestros: “Confía en mí, dale seis meses de tiempo al yoga y verás los resultados». No es que esto no sea cierto, pero el ciudadano promedio contemporáneo no es capaz de darse semejante cheque en blanco para casi nada, y esa respuesta puede ser lo que espante al aspirante a yogui antes de comenzar.

Enfocándonos en lo que necesita el común de las personas, el instructor o profesor de yoga debe garantizar, en cada sesión, la desconexión del practicante de lo mundano. El iniciado debe tener, aunque sea, la predisposición de confiar en la buena guía del profesor. Y aunque como profesores sabemos que sesión a sesión las personas van obteniendo resultados, es a partir de los tres o cuatro meses cuando un adulto que nunca practicó yoga puede desintoxicarse y comenzar a profundizar un poco en el armado de las posturas, el control de la respiración o de la meditación.

La evolución

El proceso de la práctica sostenido en el tiempo, desde el punto de vista del instructor que permanece estable en su ashram o escuela de yoga, tiene muchos matices. Los iniciantes, pasadas las primeras semanas, se van transformando. Algunos se convierten en fieles seguidores de quien los está ayudando, confiando en la disciplina y en quien le transmite el conocimiento; otros deben luchar con sus mentes para seguir y siguen a pesar de las resistencias interiores; y algunos, conforme van discutiendo con sus propias ideas, a pesar de encontrar beneficios en yoga abandonan parcial o totalmente las clases.

Los que abandonan totalmente suelen decir “el yoga no es para mí”, cuando en realidad podrían decir “yo no puedo adaptarme o dejar que yoga me transforme”, ya que la primera oportunidad de aprender y crecer, dentro del contexto de una actividad que lleva cinco mil años desarrollándose, se la debemos dar los que nos acercamos a ella. Estas mismas personas suelen ser las que luego de aquella afirmación agregan: “y me hacía tan bien” o «es tan bueno».

Los que abandonan parcialmente son aquellos que no pueden seguir practicando mientras se debaten en renunciar al orgullo y a las urgencias del mundo contemporáneo. Así, cada vez que entran en crisis con el mundo y consigo se penalizan abandonando las clases de yoga, a las que regresan luego intentando retomar en donde lo dejaron.

Esta última conducta es bastante habitual, ya que vivimos en un mundo en el que es difícil comprometerse, tal como ocurre abundantemente en las relaciones humanas. Y como no resulta fácil quedarse junto a alguien y confiar, o atravesar las dificultades con la convicción de que todo va a estar bien por el compromiso asumido con los otros, cuando la sociedad se alborota por eventos como las actividades escolares de los niños, los procesos temporales de los trabajos, las navidades, las vacaciones, las fiestas populares, las elecciones, los mundiales de fútbol, las olimpíadas, etc., la práctica de yoga queda en suspenso y la búsqueda de un bienestar para la salud también.

Con el paso de los meses, los volátiles practicantes regresan a yoga quejándose de los dolores y las rigideces acumulados y, luego de asumir la falta de progreso, se van conformando por el paulatino regreso a las buenas sensaciones que les ofrece la práctica de yoga para seguir adelante en su evolución.

No es milagro, es compromiso y dedicación

De todas formas y al fin de cuentas, los practicantes que nunca abandonan y los que abandonan pero regresan, con los años van progresando ya que el cuerpo tiene memoria y el hábito de la práctica va haciéndose un espacio en la vida de estas personas.

Quien nunca abandona notará que a los tres meses sus sensaciones serán diferentes, pero a los seis meses las posibilidades de experimentar posturas más profundas o controlar la respiración o hacer una meditación un poco más sostenida se volverá algo natural.

Es importante recordar la influencia de las estaciones y del clima en el cuerpo físico y en los estados de ánimo, por lo que, como bien lo contempla la Medicina Ayurveda de India, en necesario tomar en cuenta el ciclo de un año y todas las posibles influencias para comparar la práctica de hoy con la de un año atrás.

Así, sólo aquel que permanece por lo menos un año practicando puede tener la oportunidad de observar esos factores y llegar a alguna conclusión más o menos correcta. Un año de práctica sostenida, sin dudas, hace la diferencia, incluso para aquellos que eventualmente abandonan, pero siguen a pesar de sus propias resistencias.

Y cuando esos vaivenes del tiempo se sincronizan con una práctica que puede ser sostenida en el tiempo, al cabo de dos o tres años los cambios que se observan son destacables, sobre todo en las personas que más dificultades tenían al comenzar, como el sobrepeso, la rigidez por la edad o algún problema motriz estructural.

Cuando se permanece en el mismo lugar trabajando con las mismas personas durante varios años se puede observar un gran progreso en todos aquellos que confían en yoga, practicando desde el amor y la confianza, trascendiendo el orgullo y las resistencias mentales para desactivar todo tipo de rigideces.

En cambio, quienes se han quedado todos ese tiempo mirando y pensando, manteniéndose en sus ideas sin darse la oportunidad de practicar yoga u otra actividad holística y terapéutica, al cabo de ese tiempo estarán aún más lejos de sentirse mejor, más flexibles o armonizados que aquel día que, esperando un milagro instantáneo, abandonaron la práctica luego de un par de sesiones.

De todas formas, siempre es buen momento para reflexionar y retomar las riendas de un proceso de reparación de la salud, pudiendo tener una mirada a largo plazo de los ciclos de la vida y comprender que los resultados profundos, sobre todo en un cuerpo físico que ya tiene algunos años de experiencias encima, llevan tiempo, y es importante permitirse asumir la incomodidad que se lleva a cuestas cada día cuando no se ha tenido la posibilidad de mantener la firmeza en un trabajo de sanación profunda del Ser.

Pablo Rego. Profesor de Yoga. Terapeuta holístico. Diplomado en Medicina Ayurveda de India.
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