Dudas de una profesora respecto a las clases online durante el confinamiento

2020-05-07

Mi nombre es Salomé y quisiera hacer algún comentario y plantear algunas dudas que me han surgido a raíz del artículo de Paula Colantonio «Cómo sobrevive al covid-19 un centro de yoga independiente».

Estoy formada como profesora de yoga y actualmente tengo alquilado un pequeño local donde imparto clases; he trabajado en algún centro un poco más grande, donde no me encontraba bien del todo por no poder transmitir fielmente cómo siento las clases y el yoga. Será cuestión de carácter o una forma propia de hacer las cosas, pero desde que me establecí por mi cuenta me encuentro mejor; estoy en ese «lugar» donde la atención cuidadosa y el acompañamiento respetuoso al alumno son importantes. Pero… no tengo grandes equipos y tampoco mucho conocimiento informático para desenvolverme en esta vorágine virtual que ahora ha ido a más.

Con respecto al estado de alarma y en referencia al artículo de Paula Colantonio, tengo algunas dudas y asuntos que comentar:

  1. Tomando como base mi propio caso, ¿cómo desenvolverse para impartir clases online a 50 alumnos con diferentes dolencias, horarios y circunstancias?
  2. En el caso de realizar clases online en grupo: si muchas personas se apuntan en vivo, corregirlas no es fácil ni quizás muy efectivo. Y si se apuntan pocas personas y, además, pagan menos de lo habitual (que lo entiendo), ¿cómo hago si no me llega para pagar las facturas? Y si se graban clases y no se les corrige, tendría que cobrarles todavía menos, según mi opinión.
  3. ¿Qué sucede con los alumnos que no disponen de ordenador y/o no pueden ver bien las clases desde sus teléfonos? ¿O con aquellos que después de teletrabajar, lo que menos les apetece es volver a conectarse para hacer una clase?

En mi caso concreto, cerré el local y decidí que no iba a cobrar a nadie, para asegurarme la prestación extraordinaria y la exención de la cuota de autónomos. Aplacé todas las facturas posibles y le pedí a la dueña del local que me permitiese ingresarle la mitad del alquiler, pues no me parecía equilibrado no pagarle nada: nuestra responsabilidad no es sólo con nuestros alumnos, es con todos y con Todo.

A los alumnos decidí atenderles gratuitamente, enviándoles series ilustradas (en pdf, en jpg) hechas por mí con instrucciones y recordatorios importantes, además de recomendarles otras series que localizo en internet (con advertencias), así como vídeos de relajación o de meditación que considero que les puede ir bien. También les animo a probar clases online, recordándoles que tengan cuidado; así pueden ir desarrollando su capacidad de “filtrar” la información que les llega.

Pero sobre todo les digo que confíen en ellos mismos, que éste es un buen momento para ver cómo se desenvuelven solos, que me pueden consultar cualquier duda y que estoy para lo que necesiten. También les manifiesto que no sucede nada si no les apetece practicar. Y por lo que me comentan individualmente (se expresan más cómodos), parece que aceptan esta forma de actuar, comprendiendo tal vez que es una atención gratuita y que la profesora también tiene derecho a vivir su confinamiento.

Así que de esta nueva etapa que comienza estoy aprendiendo la importancia de dar ejemplo: la profesora se cuida y descansa, como una persona más. No es lo mismo sostener a alguien en un período de dificultad que crear eternos dependientes, por lo que creo que “soltar» a los alumnos es bueno y sano para ambas partes; de ahí pueden surgir unas mayores ganas de reencuentro, ayudando quizás a combatir un poco al miedo. No puedo controlar que regresen a las clases, pero otros llegarán, y yo habré aprendido algo más.

Y sobre el miedo… Creo que el principal causante del vertiginoso movimiento en internet es, precisamente, el miedo a perder a los alumnos, lo que también provoca que se esté aprovechando la tesitura para captar nuevos «clientes» con estrategias un tanto dudosas. Cuidado con el trabajo gratis o a muy bajo precio: puede ser que estemos perdiendo el respeto al trabajo propio y al de los demás. Es necesario comprender que no en todos los casos se pueden ofrecer los mismos servicios, que es bueno tener paciencia y no «abandonar» a quien sabe dar lo mejor de sí, pero que no siempre puede.

Como reflexión final, considero que es importante plantearse desde qué actitud realizamos cada acción, desde dónde tomamos cada decisión, qué es lo que sinceramente nos mueve en cada momento. Como profesores de yoga es nuestra la responsabilidad de crear un clima de tranquilidad a nuestros alumnos, de transmitirles la certidumbre de que esto es una etapa más de un aprendizaje continuo y muy bello.

Salomé es profesora de yoga.

Paula Colantonio, autora de Cómo sobrevive al covid-19 un centro de yoga independiente. responde:

No creo que haya 50 personas conectadas al mismo tiempo. En el más que dudoso caso que eso ocurra, la profesora elegirá entonces una clase adecuada a un grupo de esas dimensiones. Más meditativa. Nada de invertidas etc.
Por otra parte, las profes de nuestro centro, Yoganet, conocen las dolencias de l@s alumn@s. Así que procederán como antes: «Josep, no te inclines hacia adelante más de 90 grados», etc.

Además dedicamos los primeros 15 minutos de la clase y los últimos a conversar con la gente, guiarlos en el ajuste de sus cámaras para poder verlos bien. Con lo cual si hubiera alguna novedad en el estado físico o se incorporara alguna persona nueva, la profesora se entera. Lo destaco especialmente, porque no sé si quedó claro que la profesora “ve” a sus alumnos. Debajo una foto de una clase de “Silla Yoga” con mi socia Ximena Escobar Ávila en la que se aprecia esa circunstancia, a mi juicio importantísima. No se trata de una clase grabada sin alumn@s. Se ve allí que la profesora “ ve» a cada alumn@ y puede por lo tanto personalizar las indicaciones.

Con respecto a la pregunta acerca de qué sucede con aquellas personas que no tienen ordenador/móvil inteligente o ganas de hacer clase, simplemente no se apuntarán. Pero si no se hace nada, nadie se apuntará tampoco.

Y por último nuestra intención es poder seguir haciendo lo que amamos, es decir seguir ofreciendo un espacio (ahora virtual) de conexión con un@mismo en un marco de respeto y cuidado con herramientas provenientes del yoga y mantener nuestro centro vivo.

Estamos abiertas a lo que emerja. La vida desplegándose ante nuestros ojos y obligándonos a cambiar antiguas/recientes formas de hacer y de mirar.

Un fuerte abrazo a toda la comunidad y especialmente a Salomé.