Cómo sobrevive al covid-19 un centro de yoga independiente

2020-04-20

La reapertura de los centros de yoga no se vislumbra a medio plazo. ¿Qué salida nos queda a las escuelas independientes y a los profesores autónomos, entre la avalancha del «yoga gratis» y el poderío de las plataformas de pago? Escribe Paula Colantonio.

 

Mi nombre es Paula Colantonio, soy cofundadora de un centro de yoga en Barcelona que hemos ido construyendo con nuestras manos, mucho amor, esfuerzo y dedicación.

A medida que nuestro centro fue creciendo, fue tejiéndose una comunidad con la gente del barrio. En aquellos lejanos/cercanos tiempos antes de la pandemia practicábamos yoga en un ambiente familiar, ofrecíamos un yoga accesible a tod@s sin necesidad de posturas imposibles y nos tomábamos muy en serio la responsabilidad de cuidar que nuestr@s alumn@s no se lesionaran por falta de supervisión. Las cosas fluían bastante bien.

Es cierto que para los pequeños centros de barrio como el nuestro el panorama se había empezado a complicar con la aparición de grandes cadenas de yoga y gimnasios ofreciendo clases masivas low cost y el surgimiento de distintas apps dedicadas a ofertar todo tipo de actividades físicas y también yoga.

Sin embargo, mucha gente seguía acudiendo a nuestras escuelas, pequeños centros artesanos, vocacionales, independientes y al mismo tiempo muy profesionales. En nuestro caso, nuestros alumnas y alumnos destacan que vienen porque valoran, además del nivel de las clases, la calidez, cercanía, sentido de comunidad, cuidado, paz, familiaridad, interés por el bienestar del alumno, espiritualidad, escucha. Imagino que estas scualidades son extensibles a otros centros de este tipo.

Una solución para el yoga postcovid-19

Pero un mal día llegó el coronavirus. Y lo cambió todo. Nos tuvimos que confinar y tuvimos que cerrar nuestros estudios. Primero por 15 días y luego por tiempo indefinido. Si el Imperial College del Reino Unido tiene razón, parece que el covid-19 ha venido para quedarse durante un tiempo bastante prolongado. Se prevé que haya oleadas cíclicas del virus hasta que se encuentre una vacuna, por lo que creo ingenuo pensar que podamos volver a los tiempos precoronavirus en el corto plazo. Y además, es altamente probable que la experiencia del confinamiento cambie muchos aspectos de la vida tal como la conocemos hoy.

Quisiera reflexionar en voz alta sobre cómo adaptarnos los pequeños estudios y profesor@s de yoga autónomos a la nueva situación.

El punto de partida es que no va a ser posible realizar clases de yoga presenciales por un tiempo incierto. Hoy por las restricciones, cuando se levante el confinamiento en muchos casos será por miedo y en el largo plazo ya se verá…

Así que es el momento de dar el salto al mundo virtual. ¿Qué encontramos si buscamos yoga online?

1- Incontables propuestas de clases de yoga gratis. Para ahondar en el tema están los excelentes artículos en esta revista de Heather Anderson “La pandemia del yoga gratis” y Mayte Criado  “Aluvión de Yoga en las redes ¿del altruismo a la confusión?

2- Plataformas de yoga de pago en las que por una pequeña tarifa mensual accedes a una extensa biblioteca de clases con profesor@s bastante conocidos en el mundo del yoga, grabadas con una tecnología al alcance de pocos y con una inversión muy grande en marketing. El resultado es impecable desde el punto de vista técnico, pero encuentro que adolecen de calidez y cercanía.

¿Qué espacio nos queda a los pequeños estudios o profesor@s autónomos frente a este panorama? ¿Cómo sobrevivir?

Mi propuesta se basa en dos puntos

a- Clases online en VIVO, con un sistema virtual que permita que l@s alumn@s vean a la profesora y que ésta vea a sus alumn@s para poder interactuar, supervisar su práctica, cuidar que no se lesionen y charlar un rato al final de la clase.

Es decir, insuflarle al online el alma de nuestros centros, aquello que hacía que l@s alumn@s acudieran a nuestras clases: vínculo profesor-alumno, cercanía, calidez, interacción, comunidad, familiaridad, reconocimiento del otro.

b- Precios flexibles. Ofrecer en momentos de tanta incertidumbre una tarifa solidaria, por llamarla de algún modo. Mismo servicio, diferentes precios. Que sean l@s alumn@s quienes elijan cuánto pueden pagar mensualmente de acuerdo a su situación personal. En Yoganet, por ejemplo, puedes acceder a 11 clases semanales en vivo por 20€, 35€ ó 55€ al mes.

Intuyo que un modelo de estas características nos permitiría sobrevivir y continuar haciendo lo que amamos y posibilitaría a l@s alumn@s seguir accediendo a clases personalizadas con sus profesores dedicados y cercanos por un precio acorde a sus posibilidades.

Si quieres ver la propuesta explicada en detalle, accede a: clases de yoga en vivo interactuando con tus profes como si estuvieran en tu salón.  

El ánimo del artículo es iniciar una conversación y compartir posibles soluciones.

Paula Colantonio. Fundadora de Yoganet. Profesora de Yoga Nidra en Yoganet