Entrevista con Eva Espeita (Swami Radhananda): «Podemos salir de la crisis cambiando la mente»

2013-02-07

Esta gran confusión que vivimos sucede porque tenemos una deficiente comprensión del mundo. Lo dice esta maestra de Yoga tántrico, Swami Radha o simplemente Eva, como la llaman muchos de sus alumnos. Ella concibe el Yoga como vía hacia el despertar y el Tantra como camino de libertad.

Eva Espeíta, Swami Radhananda Saraswati, abre en el año 2010 su propia escuela de Yoga en Madrid, Aushadhi, donde transmite su enseñanza y es la sede de todos sus proyectos en relación al Yoga. Nos cuenta que empezó a practicar oficialmente Yoga a la edad de 22 años: tras muchos años dedicados al estudio, varias experiencias profundas y la inspiración de las obras de Aleister Crowley, desembocó finalmente en esta ciencia milenaria.

Con 24 años, en 2003, comenzó la práctica de la mano de Swami Digambaranda Saraswati (Danilo Hernández). “Yo ya había estudiado teoría en muchos sentidos: partiendo de la lógica y la razón, y observando sus limitaciones, ahondé finalmente en el arte y la filosofía, la estética y la mística, que se expresan de forma magistral en diferentes tradiciones que estudié con dedicación, pero de todas ellas el Yoga me parecia lo más claro y sencillo, pues hablaba muy específicamente de cada cosa sin apenas cripticismos. Y a través del Yoga pude comprender mucho sobre las demás tradiciones de la humanidad, y no solamente esto: se podía aplicar fácilmente y vivir asi cada segundo con plena consciencia, creando la posibilidad de llegar a la máxima plenitud vital. A partir de ahí, el Yoga se convirtió en lo principal para mí».

¿Y cómo vas profundizando? ¿Qué maestros fueron formándote?
Desde el 2003 he estado con Swami Digambarananda (Danilo Hernández), que me ha aportado muchísimo. Ha hecho una labor con el Yoga magistral, tanto en España como en Latinoamerica. Le debo mucho a él y a mi maestro, que es Swami Nishchalananda, de Gran Bretaña, ambos discipulos directos de Swami Satyananda Saraswati; Nishchalananda convivió con Satyananda mushícimos años en India y escribió algunos de los más grandes libros divulgativos sobre Yoga que existen actualmente. En cuanto a linajes, Satyananda representa la línea que más me ha atraído porque tiene un enfoque tántrico, que es el que me interesa. Sin embargo, no dejo de aprender de otras muchas escuelas de Yoga: no sigo ninguna linea en particular y sigo todo lo que en general me parece útil.

Háblanos del Tantra. ¿Cómo lo entiendes?
El Tantrismo es una actitud en la vida que tiene que ver con no rechazar nada porque todo en la existencia es sagrado, como decía William Blake.
Para el Tantra no hay nada mejor ni peor, no se elige, no hay conceptos morales ni normas específicas; en todo caso se nos habla de que podemos equilibrarnos o desequilibrarnos, pero no habla en términos de bien y mal. El Tantra es un camino de libertad. Entiende que toda manifestación es manifestación del Absoluto y como tal es sagrada, y que no hace falta alejarse del mundo para comprenderlo; todo lo contrario, en cada rincón de este Universo físico hay una puerta al infinito. Y cualquier cosa que pudiéramos experimentar en ese plano es un medio de acceso a la meditaicón. Por tanto, el cuerpo físico es una puerta; de ahí el Hatha Yoga o el sexo tántrico.

¿Nos puedes explicar esto último?
Mucha gente cree que el Tantrismo es sólo sexo. En Occidente hay un serio problema respecto a la comprensión de la sexualidad. También nos cuesta aceptar y comprender el cuerpo, por las influencias judeocristianas que hemos tenido.

Igual que el Hatha Yoga lo transforman en fitness, el sexo tántrico lo transforman en libertinaje, pero eso no es Hatha Yoga ni Tantra. Por ejemplo, si hacemos Hatha Yoga para obtener una medalla, es que hemos abandonado el sentido de la tradición, de la vida. Estamos aquí para salir de la ignorancia, para despertar.

Tantra es una actitud ante la vida que implica conciencia. La vida tiene también (entre otras muchas cosas) sexualidad. La sexualidad es el medio físico más absoluto para unirse a otro ser humano. Esta unión puede realizarse con plena consciencia y llevar a los que lo practican a la experiencia meditativa con una potencia desconocida por la mayoría de las personas. Pero para llegar a esto hace falta un trabajo personal enorme que haya acabado con todos los traumas y posicionamientos de nuestra cultura respecto a la sexualidad. Y hace falta algo que se llama Amor y que es un gran desconocido…Si no hemos llegado a este nivel de consciencia, el sexo puede ser un problema grande.

¿Qué significa para ti ser Swami?
Solo hay un modo de transformarte en Swami (o Swamini, que sería mi caso, por ser mujer) o Sannyasin, que es que otro maestro o Swami te inicie. Y mi maestro, Swami Nishchalananda, propuso iniciarme como Sannyasin. El sentido de ello es en realidad un símbolo. Todo lo que hacemos en el Yoga y específicamente en el Tantra son símbolos que nos ayudan a comprender la realidad, a no perdernos. Sannyasin es el símbolo del renunciante, pero este no es tanto el que renuncia a cosas muy obvias como posesiones, sino, desde el punto de vista tántrico, a todo aquello que no está en la vía del despertar, que no está direccionado adecuadamente. Ser Sannyasin o Swami es un símbolo de la vida que elegimos.

La vida que yo he elegido es la vida de la enseñanza y del despertar. No veo más forma de existir que cada instante llevarlo a la meditación. Ser Swami me trae constantemente a la vida que he elegido, a la enseñanza para mí misma y para los demás.

¿En qué apoyos basas tus enseñanzas, cuál es la fuente principal que las nutre?
La fuente principal es lo que está por encima o detrás de mí. Me alimento mucho de las experiencias meditativas que he tenido a lo largo de mi vida. Desde ahí conecto con todas las tradiciones místicas que conozco. Tengo muchísimas referencias de grandes maestros y profesores de la historia y de todos los lugares y épocas: poetas, filósofos, místicos, yoguis… No me cierro a ninguna escuela ni me limito ni siquiera al Yoga. El camino de la comprensión está en cada ser, y ni podemos ni debemos cerrarnos a nada.

Por eso también mis alumn@s, mis amig@s, mi familia y el mundo en general me están enseñando constantemente. Aparte del aspecto más sutil, mental, filosófico o energético, me interesa muchísimo el trabajo corporal, a lo que me dedico con tiempo y precisión, como medio maravilloso y necesario de desarrollo personal y tengo también muchas referencias tanto orientales como occidentales.

¿Cómo se llega a tener esas experiencias de consciencia abierta, trascendentes? Lógicamente, no hay un método, pero sí un proceso que puede llevar a ello.
El proceso es un misterio, no lo manejamos nosotros. Hay un elemento oculto que maneja las cosas en este Universo, llamémosle Absoluto, Vacuidad o simplemente eso que está siempre creando esta existencia y de lo que nadie sabe su origen, ni las más avanzadas teorías científicas… En cualquier caso, hay una fuerza que no podemos ver y todavía mucho menos controlar por nuestro ego. Cualquier acción que parte del ego es errónea porque está basada en el apego o la aversión, en lo que al ego le interesa o no. Y el ego es una máscara del ser, un conjunto de dualidades, de divisiones. Nuestro ser más íntimo está más allá de todo eso.

¿Cómo se llega a estados profundos de consciencia, o lo que es lo mismo, a ver cada vez con más claridad y a vivir en paz? Todas las técnicas o enseñanzas de la humanidad están basadas en crear el entorno propicio. Es como si quisiéramos hacer un huerto para recoger frutas y verduras. Lo único que podemos hacer es preparar la tierra, escoger las semillas, plantarlas, seguir cuidándolas y esperar: tú no haces que crezcan ni manejas el resto de imprevistos. Pero en realidad lo que haces es lo que debes hacer, y en ese proceso van pasando cosas.

Es importante entender que no hay ninguna meta; en el momento en que tú estás buscando algo, no lo puedes encontrar. Cuando queremos llegar a algún sitio, estamos perdiéndonos lo que está pasando, y en lo que está pasando está el despertar. Por tanto, solo podemos prepararnos, depurarnos, transmutarnos, ir refinando esas cosas que nos limitan, siendo más conscientes de nuestra existencia. Y en ese proceso de ser conscientes, el despertar va llegando de muchas formas.

Puede ser un despertar muy fuerte, muy abrupto, y entonces es realmente importante tener una sangha (un grupo de practicantes en la misma vía) o un maestro cerca. Y luego hay también despertares más suaves. Pero es importante no pretender nada; eso es una trampa.

¿Qué opinas sobre esta crisis o momento de confusión generalizado? ¿Qué podemos hacer para ayudarnos los unos a los otros?
Las crisis son buenas, en el sentido de que nos señalan que algo está obsoleto y hay que buscar otro camino. Hay muchas cosas que se están cayendo delante de todo el mundo, ya no solo delante de unos cuantos intelectuales o filósofos. Es una grandísima oportunidad porque las personas están viendo la explotación, el suicidio en masa que supone la destrucción del planeta, que es lo que estamos haciendo entre todos. La crisis marca el momento de acabar con esto de una vez. Son miles de años de patriarcado, más unos cuanto siglos de capitalismo destructor que va a acabar con todo si seguimos así.

La gente despierta en los momentos de dolor; es dolor es un maestro rápido, porque nadie quiere permanecer en él, y se buscan soluciones. Y en nuestro país, al afectar tanto la crisis, se están viendo cambios increíbles; se ve mucho en la generación más joven, que está haciendo proyectos maravillosos como irse a vivir al campo, salir de consumismo, crear escuelas libres, buscar otro tipo de sanidad… Todo esto es una puerta hacia la luz.

¿Y cómo ir hacia esa puerta?
Todos los problemas implican una deficiente comprensión del mundo. La crisis que tenemos está en la mente de todos los implicados en la misma (y me refiero a la de todos). ¿Cómo salir del embrollo en que nos hemos metido? (a la totalidad de la confusión, del cual la crisis es solo un síntoma). Meditando, silenciando, vaciando la mente de contenidos, borrando memorias, condicionamientos y desde ahí, cambiando, actuando. La meditación es un formateo de la mente; cuando consigues formatear tu cerebro, tu karma, te das cuenta de que eso por lo que te preocupas es un constructo, una ilusión que hemos creado entre todos. Por supuesto que a alguien que no tiene qué comer le puede parecer un discurso inútil, pero sinceramente, seguro que no tiene nada que comer porque como colectivo (que le incluye a él y a todos) hemos hecho las cosas desde una concepción específica de la realidad susceptible siempre de cambio.

Pero podemos crear construcciones que nos otorguen plentitud a tod@s, un mundo muy diferente, un paraíso en la tierra, de hecho, y todo depende exclusivamente de nosotros, como individuos y como comunidad, y de crear grandes cosas juntos. A través de la contemplación y la meditación (que no tiene por qué venir del Yoga, la podríamos reinventar, en realidad es una actitud) podemos llegar a una forma de comprensión de la realidad distinta, que no tenga nada que ver con lo que estamos viviendo hasta ahora. Y desde esa nueva visión actuar de forma distinta. Y cada nuevo acto genera en otros nuevas visiones… es un círculo que se retroalimenta.

El Yoga es disciplina, austeridad… ¿Cómo entienden eso tus alumnos más jóvenes?
Desde la observación, procedemos a colocar nuestra energía en equilibrio. Esto implica que tendremos que decir si a algunas cosas y no a otras, y seguramente no es lo que nos han contado o hemos entendido: he aquí la austeridad. El Tantra entiende que el Yoga también es Bhoga, disfrute: en cada momento de la existencia puede haber despertar. y el disfrute total, yóguico, es equilibrado. Una vida armoniosa es una vida llena de deleite y disfrute. No hay por qué renunciar al placer mientras que nos lleve a la plenitud.

Uno se puede tomar una cerveza, por ejemplo…
¿Por qué no? El Tantra no tiene normas; depende mucho del individuo, y en ese sentido tiene mucho que ver con el Ayurveda. No se puede dar a todo el mundo las mismas pautas (por ejemplo restricciones alimenticias o restricción sexual) porque el mismo Ayurveda dice que cada ser es único y diferente a los demás. Pero también es verdad que en el camino tántrico la disciplina previa es muy útil para poder luego desarrollar todo esto de forma consciente.

Es muy importante que la restricción (o lo contrario) no sea un objetivo. A veces hace falta la restricción y a veces no; de hecho, para algunas personas la austeridad puede ser contraproducente, porque ya están muy reprimidas de por sí o son demasiado austeras. Cada persona tiene un equilibrio diferente, y eso es para mí muy importante, pero es algo que muchas escuelas de Yoga no tienen en cuenta. Cada individuo tiene acceso a la consciencia, cada individuo es el guru en esencia y lo está trabajando. A nivel esencial somos iguales, pero en lo formal somos diferentes, con diferentes necesidades a lo largo de la vida.

Todo tiene un ritmo. El Universo es un ritmo, una música. Y todos nuestros problemas vienen de que no estamos escuchando el ritmo y fluyendo con él; hay una desconexión entre lo que el momento demanda y lo que estamos haciendo. Escuchar este ritmo y danzar a su son es ir por el camino tántrico, que requiere delicadeza absoluta, pero es la única vía en última instancia porque no existirá nunca un dogma para todo. Lo que hay que hacer es trabajarse, estudiar, llevar la atención a cada momento, vivir plenamente en el deleite de la existencia. Y desde ahí ir observando lo que nos va viniendo bien, por ejemplo tener cerca a personas muy desarrolladas porque su presencia nos influencia positivamente para avanzar en el camino que nos completa. Pero el trabajo siempre lo hacemos nosotros mismos: las personas alrededor son muy importantes pero tenemos que recordar que el poder está dentro de nosotros, nadie nos va a salvar, y lo mejor de todo es que no necesitamos que nadie nos salve. En todo caso, podemos unir nuestros poderes y entonces nada será imposible para el ser humano

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