Carta a un principiante (y a algún aspirante a profesor)

2013-02-07

¿Estás pensando en iniciarte en el Yoga? Es una decisión que transformará tu vida desde dentro de ti y te confrontará contigo mismo. Empieza ahora mismo tu práctica: pregúntate qué estás buscando en el Yoga. Escribe Pepa Castro.

Yoguini

Algunos expertos formadores de profesores de Yoga me comentan que calculan entre un 25 y un 30% los alumnos que están llegando a las aulas de formación de profesores sin haber visto antes una esterilla, en busca de un título que les facilite un medio para ganarse la vida.

Así no resulta extraño encontrarse con personas que están dando clases de Yoga (a fe mía que las hay) ignorando (de forma consciente o no) que el Yoga no es un fitness refinado y exótico sino un método de transformación interior de la persona. Un espejo incómodo, radical, esforzado (y no por las posturas) de hacerte mirar hacia dentro para cuestionarte quién eres. Sin autoindagación, no hay Yoga.

No pretendo examinar aquí cuestiones morales ni tendencias sociales, ni apelar a la responsabilidad de los propios centros formadores. Tampoco quiero entrar en el debate sobre si ese aluvión de personas que llegan al Yoga buscando títulos o cuerpos 10 es bueno o malo para el propio Yoga (entre otras razones porque el Yoga no es algo abstracto, sino que lo hacemos nosotros).

Solo quiero hablarle a esa persona que se siente atraída por el Yoga y se dispone a iniciar su camino. Le quiero decir que no se pierda la oportunidad de beneficiarse realmente del Yoga. Que se acerque a él con honestidad, con deseos de buscar y de buscarse. Que debe tener mucha paciencia y humildad, pero que cuanto más ponga de sí y más integre el Yoga en su vida, mejores frutos recogerá. Porque el Yoga le abrirá verdaderamente las puertas a la vida, al irle facultando para vivirla con libertad, consciencia y plenitud.

Pero ¿quién mejor que Kavafis para descubrirnos la hermosura del viaje interior? Leámoslo una vez más, pero con atención plena. Y que el viaje del Yoga te dure muchos años:

Cuando emprendas el regreso a Itaca,
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, de conocimiento.
A los Lestrigones y los Cíclopes,
al irritado Poseidón, no les temas;
no hallarás tales cosas en tu camino
si tu pensamiento es elevado, si una sublime
emoción embarga tu espíritu y tu cuerpo.
A los Lestrigones y los Cíclopes,
al feroz Poseidón, no los encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si tu alma no los pone ante ti.

Ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que lleno de placer y alegría
entres a puertos vistos por primera vez;
detente en los mercados fenicios
y adquiere hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano,
y toda clase de perfumes voluptuosos,
todos los perfumes voluptuosos que puedas;
visita muchas ciudades egipcias
para aprender más y más de los sabios.

Ten siempre en tu mente a Itaca.
Tu meta es llegar allí.
Pero no apresures de ninguna manera el viaje.
Mejor que dure muchos años,
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que Itaca te dé riquezas.

Itaca te dio el hermoso viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Pero ya no tiene nada para darte.
Y si la encuentras pobre, Itaca no te ha engañado.
Tan sabio como has llegado a ser, con tanta experiencia,
ya habrás comprendido qué significan las Itacas.