Lo + leído en 2019: Entrevista con Tomás Zorzo

2020-01-20

Uno de los yoguis más curtidos y brillantes del país, fue primer y único español certificado profesor de Ashtanga hasta que sintió la llamada de un yoga más holístico y conciliador para la salud integral de todas las personas. Hoy nos cuenta cómo ve la transformación del yoga y sobre su propia evolución como profesor. Es una entrevista YogaenRed.

 

Resumir la biografía de Tomás Zorzo (Rama) no es fácil (podéis leerla completa aquí), pero para hacerse una idea de su peso específico en el yoga bastaría con decir que lleva más de 40 años dedicado a la transmisión del yoga y que aprendió con los mejores maestros.

Fue estudiante de Swami Visnhudevananda, Ambu (Aurobindo Ashram), Pattabhi Jois (primer certificado español y pionero en la introducción de Ashtanga Yoga en España). Deslumbrado más tarde por las enseñanzas de Krishnamacharya, estudió con B. K. S. Iyengar, T. K. V. Desikachar, A. G. Mohan… Y también Ramesh Balsekar, Padre Bede Griffiths, Osho, entre otros.

Fundó el Centro de Yoga Ashtanga en Oviedo hace más de 30 años, y sigue muy activo hoy día impartiendo cursos y talleres tanto en España como internacionalmente (Europa, India, Australia…) y combinando diferentes técnicas de yoga.

Hablamos con Tomás Zorzo durante la celebración del Madrid Yoga Congress, en el que ofreció un precioso taller sobre ‘El rol de la respiración en la asana para alcanzar el bienestar físico y psicológico’.

P. Desde el punto de vista de tu veteranía en la enseñanza del yoga, ¿cómo ves su evolución?, ¿ha cambiado tantísimo?

R. Hay un libro fantástico, Mente Zen, mente de principiante, en donde el autor, Shunryu Suzuki, dice que la mente zen, que es la mente del yoga, la tienes cuando estás en un estado de principiante… Claro, al principio el yoga era algo por descubrir, había mucha resistencia por parte de la sociedad a conocerlo, a facilitarlo, y casi se consideraba que los que practicábamos yoga éramos una secta. Pero al mismo tiempo teníamos una actitud de descubrimiento y era todo muy inocente. La sociedad ha cambiado y ha perdido también toda esa inocencia debido a que hay mucha información. Y a veces confundimos información con conocimiento. Pero el yoga tiene que ver con conocimiento, en el sentido de conocer y descubrir el Ser y de ser más Ser.

Ahora todo se ha masificado y puedes acumular muchísima información y no llegar a nada en el terreno del conocimiento. Yoga tiene que ver con esta consciencia de ser, de asentarse en tu centro, en tu Ser, y eso hay que hacerlo con un espíritu de inocencia. Sin inocencia, no hay conocimiento.

P. ¿Se podría decir, entonces, que al popularizarse tanto el yoga se está desvirtuando y está perdiendo su esencia,  o esto sería exagerado?

R. Eso es parte de cómo evoluciona la sociedad, de un modo muy materialista; todo es el mercado, todo se vuelve dinero. Recuerdo que cuando iba a la India, a los ashrams, nunca te pedían dinero, era donación; esto ha cambiado, ya te piden dinero incluso allí. Y eso es un reflejo de cómo se ha hecho de la sociedad un mercado, todo se convierte en un producto y se vende. Ahí es donde está la caída.

Pero siempre hay gente… Ahora, al menos esa es mi función como profesor, hay que intentar divulgar el yoga desde una visión más transformadora, pues el yoga además de un componente físico tiene también un componente psicológico y emocional muy importante. Hay otras herramientas que hay que trabajar, y que incluso están en lo físico, para la sanación de esos otros sistemas internos. En ese sentido la visión que propongo del yoga es más holística.

P. Enfocas el yoga entorno a la sanción, a la terapia. Sin embargo, hay escuelas que niegan que los fines terapéuticos hayan estado nunca en el objetivo primigenio del yoga… ¿Cómo entiendes tú ese debate?

R. Yoga es salud, lo que pasa es que el concepto salud lo hemos concebido solamente en relación con el cuerpo. La palabra «salud» en sánscrito es svastha, que significa estar en sí mismo, en el ser. Mientras no estamos en contacto con el ser, estamos enfermos de alguna forma, estamos fragmentados, desintegrados. Yoga tiene que ver con la salud en el sentido de que la salud parte de estar integrado, armonizado en todos los planos que somos: físico, vital, emocional, mental, espiritual. Todo esto tiene que integrarse y unificarse entorno a un centro. Si estamos fragmentados, estamos enfermos; quizás no en nuestro cuerpo, de momento, pero toda esa fragmentación que tenemos en el plano psicológico va a tener un impacto tarde o temprano en nuestra fisiología. Las enfermedades graves empiezan por estos trastornos, muchos con un componente emocional muy fuerte.

P. ¿Te consideras por tanto un terapeuta?

R. Sí y no. No en el concepto de terapeuta que tenemos aquí, en Occidente. Lo que me enseñó uno de mis maestros es que la misión de un profesor no es curar pero sí ayudar a los procesos de sanción. Entonces, no eres un terapeuta porque no vas a trabajar con enfermedades específicas; vas ayudar a mejorar, de alguna manera, la salud de la persona.

P. ¿Cuál es tu valoración actualmente de tu trabajo? ¿Qué es lo que te sigue motivando para seguir en este proceso de la enseñanza del yoga tras 40 años?

R. Para mí, es este proceso de ver el yoga desde una perspectiva muy holística en mí mismo; es decir, trabajar, conocerme y realizarme me motiva a seguir trabajando. Y desde ese espacio que yo descubro en mí mismo, compartir, ayudar a los demás. Para mí es importante cómo poder contribuir a la sociedad. He sido profesor de yoga toda la vida, no sé hacer muchas más cosas…. Ese es mi aporte.

P. Tuviste buenos ejemplos, pues estudiaste al lado de los más reconocidos maestros…

R. Sí, he tenido la suerte de estudiar con los mejores maestros. Mi primer maestro fue Vishnudevananda, luego Ambu, profesor de asanas en el ashram de Sri Aurobindo, quien me dio una luz muy especial. Y luego, con 25 años, conocí a Pattaby Jois, éramos tres estudiantes solo, hasta que me di cuenta de que el Ashtanga yoga no era para todo el mundo, y a mí me interesara que el yoga fuera para todos los estadios de la vida. Krishnamacharya me fascinaba, y quise estudiar con todos sus discípulos, así que estudié con su hijo Desikachar, Iyengar, Mohan… También conocí a Osho… Más luego en Occidente hubo personas que a otro nivel descubrieron muchas cosas que me interesaron, como Wilhem Reich o Alexandre Lowen, la bioterapia energética, la gestaldt, todo el desarrollo personal… Era un buscador, y lo sigo siendo.