El mejor regalo para tu hijo: estar presente

2012-11-23

Hay mucho libros, artículos y vídeos sobre como criar a un hijo, pero en realidad no valen para mucho porque cada niño es un ser definitivamente diferente, único en su genética, único en su genialidad. Lo que sí merecen nuestros hijos es que estemos presentes.

Ser padres es maravilloso, y abuelos aún más, para poder remover todos los viejos patrones que llevamos: las conexiones negativas de nuestras propias frustraciones en la educación. Tenemos que estar muy atentos para ver las fracturas, y empezar a sintonizarnos con nuestros propios sentimientos, emociones, pensamientos. Para poder tener la capacidad de hacer que nuestros hijos sientan “nuestra presencia”.

Cuando criaba a mis hijos -y tengo cuatro- trabajaba bastante, además estudiaba y dedicaba muchísimo tiempo a los demás. Ahora, cuando lo recuerdo, me parece del todo imposible cómo pude llegar a hacerlo, pero lo hice. ¿Cómo fue? Era solamente una cuestión de estar “muy presente” en el tiempo que estaba con ellos. Esos momentos los recuerdo como “plenitud absoluta”. Tener a todos mis hijos juntos en el corazón.

Hazle sentirse «sentido»

Para muchos, la infancia y la adolescencia ha sido una época de penalidades, traiciones, invalidación de arquetipos; padres desconectados de los hijos, amores perdidos, separaciones… Y poco a poco fuimos creciendo mientras nos desconectábamos potencialmente de ese mundo interior de pensamientos, sentimientos y emociones. Como resultado, la seguridad del “vínculo” de la “sagrada confianza” no fue en aumento sino en detrimento…. Se convirtió en una pequeña herida que volvía a abrirse en nuestras relaciones más íntimas. Nos prometimos a nosotros mismos que no haríamos eso nunca a nuestros hijos, y un día descubrimos que lo hemos hecho.

Una de las mejores cosas que unos padres pueden hacer por su hijo es “estar presentes”, darles la seguridad y la validación de que no están solos. Cuando estamos presentes con nuestros hijos, y con nuestros nietos, establecemos un camino sereno que sintoniza y resuena con su corazón. Pero esa sintonía solo es posible si somos conscientes y presentes en nuestro propio “niño interno”, aquel niño que sentía, pensaba y soñaba. Cuando sintonizamos con ese momento, la resonancia se produce y el niño “se siente sentido”.

Ahora puedes hacer el ejercicio de sentirte completamente sentido… Cierra los ojos, respira y dime: ¿Cómo te sientes? Ese momento en el que te has sentido completamente sentido… ¿no era maravilloso? Intenta la próxima vez que estés con tu hijo evocar esa sensación de seguridad y ver qué sucede. Intenta que él o ella se sientan seguros, que puedan cultivar desde ya la capacidad de confiar en el mundo.

El regalo de transmitir empatía

Presencia, sintonía, resonancia, verdad… Son círculos de regulación de la mente que apoyan la capacidad de los niños de fomentar las relaciones empáticas y ser resilientes en el futuro. ¿Se te ocurre un regalo mejor que este? ¿Es fácil verdad? Humm, oigo a alguien que dice que… no. Es verdad, a veces es enormente difícil ser padre o madre y sufrir la depresión de quedarse solo, de querer hacer lo mejor y hacer lo peor. Pero como progenitores somos responsables de intentar hacer lo mejor que podamos, y no sentirnos tan culpables si no lo hacemos mejor.

Para ser padres conscientes no hay mejor ejercicio que empezar a practicar esa resonancia en nosotros mismos. A veces son solo unos segundos… Respirar y conectar; dejar que el polvo del amor se asiente y sintonizar con cómo nos sentimos físicamente, mentalmente, emocionalmente. Es un regalo estupendo el manejar esto de la autosintonización y la resonancia activa. A través de este sencillo ejercicio, podemos empezar a bajar costos a la tristeza, al caos, a la depresión, a la angustia y dejar que nuestra mente empiece a confiar en nosotros mismos.

Una vez que ya hayas practicado contigo mismo, puedes comenzar después a hacerlo con tus hijos.  Si estas frenético/a corriendo de aquí para allá, practica la atención plena un poco, entra en la fractura de la herida y respira. Cuando surja en ti la voz de que no eres un buen padre, deja de caer en la trampa conscientemente y vuélvete presente. Recuerda que eres lo suficientemente bueno “para estar presente” y permanece presente. Aunque en realidad estés a cinco mil kilómetros.

Nunca seremos los padres perfectos, así que vamos a acabar de una vez por todas con esa fantasía angustiosa. Pero podemos ser lo suficientemente buenos como para reconocer que en función de cómo nos criaron a nosotros también estamos criando a nuestros hijos -por omisión o comisión-. Hacer la práctica de estar presente y en sintonía con el mundo interior de tu hijo es dejarlo ser mientras estás atento, y todo está perfectamente bien… Te invito ahora a que estés un ratito con tu hijo y dejes ya de leer esto.

Cuando notes que las olas de la deriva vienen, estate presente y pasa a sintonizar con el mundo interior tuyo y de allí salta al de tu hijo. Así de fácil, así de cerca, así de lejos. Se compasivo contigo; esto es una práctica y requiere entrenamiento.

Koncha Pinós- Pey, Ph.D
http://www.estudioscontemplativos.com/