Ser yoguis y yoguinis, después enseñar

2018-11-26

No es posible enseñar Yoga Integral si no hay un fuerte compromiso a nivel personal. Ante todo, debemos ser yoguis y yoguinis, lo que implica necesariamente reservar un espacio del día para nuestra sadhana, un espacio casi sagrado, protegido, cuidado y respetado. Escribe Escuela de Yoga Mahashakti.

Desde la Escuela de Yoga Integral Mahashakti llevamos muchos años formando a profesores y profesoras de yoga, personas que tarde o temprano acabarán dedicándose a impartir clases regulares, intensivos o talleres específicos. A lo largo del proceso formativo contemplamos cómo la vida de nuestros alumnos se va transformando: se van dando cuenta de que algunas relaciones que mantenían hacía tiempo les están restando energía y deciden no seguir cultivándolas, por ejemplo, o cambian su actitud ante la familia y optan por perdonar a sus padres, dándoles otra oportunidad, o dejan atrás algún hábito dañino como fumar, beber, estar despiertos hasta altas horas de la madrugada mirando redes sociales, etc. Afortunadamente, muchos son los despertares que tienen lugar durante los dos años que dura nuestra formación.

Sin embargo, también hemos comprobado cómo, cuando estos alumnos comienzan a dar clases de yoga de manera habitual, se ven inmersos en un maremágnum de horarios y sesiones difícilmente asimilable. Algunos nos comentan que tienen tantas clases que su propia sadhana queda relegada al final de la jornada y que muchos días están tan liados que ni siquiera encuentran huecos para practicar. También hemos oído alguna que otra vez a profesores y profesoras de yoga decir que ellos aprovechan las clases para hacer su práctica personal.

Bajo nuestro punto de vista, este enfoque carece de la profesionalidad que todo profesor debería desarrollar y proyectar. Para empezar, creemos que no es posible enseñar Yoga Integral si no hay un fuerte compromiso a nivel personal. Ante todo, debemos ser yoguis y yoguinis, lo que implica necesariamente reservar un espacio del día (preferiblemente por la mañana) para nuestra sadhana, un espacio casi sagrado, podríamos decir, en tanto en cuanto deberá ser protegido, cuidado y respetado. Además de la práctica sobre la esterilla y el cojín de meditación, se hace necesario que el yogui y la yoguini cultiven una visión yóguica de fondo a la hora de relacionarse con las situaciones cotidianas, interactuar con la gente, afrontar las dificultades, etc. Esto implica llenar toda nuestra vida de la profundidad del yoga, permitir que esta filosofía milenaria cale hondo de verdad, transforme cada rincón, ilumine cada segundo de nuestra existencia. A veces nos descubriremos a nosotros mismos cayendo en antiguos patrones, pero si permanecemos fieles a nuestra práctica podremos darnos cuenta en seguida y optar por una forma más pacífica y amorosa de estar en el mundo.

Firme compromiso

Cuando hacemos nuestra sadhana habitual por las mañanas y, a parte, tratamos de cultivar esa visión yóguica de la que hablábamos antes, nos estamos ayudando, de alguna manera, a nosotros mismos y, en consecuencia, a nuestros alumnos. Pues de nuestro firme compromiso, de nuestra constancia en la práctica, de esta base sólida que estamos construyendo, surgirá abundante luz y consciencia para todos. Seremos capaces de transmitir no sólo la correcta alineación en el ásana, no sólo el nombre en sánscrito de las posturas, no sólo una buena meditación, sino sobre todo y ante todo la esencia del Yoga Integral, que brillará por sí misma.

En nuestra experiencia, es esta esencia la que acabará tocando los corazones de aquellos que asistan a nuestras clases. Es esta esencia la que posibilitará que podamos seguir muchos años en esta maravillosa profesión sin quemarnos, sin desgastarnos, sin vaciarnos por dentro. Manteniendo viva esta luz, este espíritu, en nuestro día a día, animaremos a los demás a que practiquen, les contagiaremos casi sin quererlo las ganas de cultivarse interiormente, de evolucionar como personas, de mejorar. Porque siempre debemos tener en mente que, antes que profesoras y profesores de yoga, somos yoguis y yoguinis, y sólo desde ahí podemos ofrecer con coherencia, entregarnos sin perder el horizonte, volver después a nuestra Maestra Interior, a nuestro centro, a ese calor que resurge de las entrañas y que tantos años nos estuvo esperando.

Escuela de Yoga Integral Mahashakti
mahashaktiescuela@gmail.com / T 650 060 065 – 948 05 07 05