Convivir con otros: enseñanzas del Buda para no morir en el intento

2024-03-11

Las relaciones desempeñan un papel importante en nuestra experiencia humana y, aunque son fuente de alegría, también pueden generar angustia o preocupación. Numerosos estudios demuestran que las personas con mejores relaciones viven más y con mejor salud, pero a menudo supone un reto. De un modo u otro, las relaciones nos instan a crecer en nuestra autoconciencia, es decir, en el conocimiento de uno mismo. Escribe Isabel Ward.

Buddha y Sangha en una Cueva de Siripada, Kelaniya Raja Maha Vihara, Sri Lanka.

Gnóthi seautón, conócete a ti mismo, aparece inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos. Y es que, tal como dicen los filósofos griegos o las corrientes dhármicas (hinduísmo, budismo, jainismo o sijismo), sin el adecuado conocimiento, ya podemos desear cualquier cosa o hacer peticiones a los dioses, que el fruto de nuestro discernimiento saldrá distorsionado.

Buddha dice: «Ámate a ti mismo y observa. Hoy, mañana y siempre». Queramos o no, somos la persona más relevante en nuestra vida. Por tanto, aprender a convivir con nosotros mismos es esencial para poder convivir con los demás. Eso significa aprender a gestionar nuestra emociones, así como conocer nuestras fortalezas, debilidades, aspiraciones y necesidades.

«Estudiar la vía del Buddha es estudiarse uno mismo. Estudiarse uno mismo es olvidarse de uno mismo. Olvidarse de uno mismo es que los diez mil dharmas te hagan despertar. Que los diez mil dharmas te hagan despertar es abandonar cuerpo y mente, y cuerpo y mente de todo ser.»
Genjo Koan

El conocimiento de sí mismo es la clave del desarrollo personal y de las relaciones positivas. Para ello, Buddha enseñó que había que pulir tres tipos de joyas: el Buddha, el Dharma y la Sangha.

La 3 joyas

En cada uno de nosotros hay un Buddha que espera ver la luz y alcanzar la mejor versión de nosotros mismos. Sin duda, acercarnos, escuchar y aprender de personas que nos inspiran, ayuda a despertar todo nuestro potencial. Hay budeidad dentro y fuera de nosotros. Solo tenemos que abrirnos hacia el comportamientos y el conocimientos de otros.

El Dharma es la enseñanza correcta, aquella que tantos hombres y mujeres nos han dejado a lo largo de la historia y de la misma vida, que mirada con atención plena nos va enseñando un mundo de infinitas posibilidades.

Sangha es una comunidad de personas dedicadas a la búsqueda espiritual. Sin embargo, en la vida cotidiana establecemos muchos tipos de comunidades: la pareja, la familia, el vecindario, el trabajo… ya sea espiritual o socialmente, relacionarse requiere de cierto arte.

Buddha dijo que el corazón de la Sangha es kalyana mitratá: amigo espiritual. En esta línea un gran maestro budista Thich Nhat Hanh describe la sangha como una «comunidad amada». Según este maestro no se necesita ser budista para formar una sangha. Los amigos espirituales son las personas verdaderas, virtuosas, rectas, honestas y llenas de bondad. Cada uno aporta lo que sabe o tiene y lo pone en beneficio de los demás. ¿Te imaginas que con cada grupo de personas con quienes nos relacionásemos nuestro objetivo fuera servir y alegrar?, ¿qué cambio se produciría en nosotros mismos y en la sociedad?

Uno de los mayores secretos de la felicidad en la vida es la amistad, porque nos ayuda a tener una existencia más rica e interesante. Y así el Buddha se lo explicó a su discípulo Ananda.

Un día Ananda y Buddha estaban sentados solos en un cerro, mirando juntos al valle del Ganges. Esa tarde, Ananda compartió sus reflexiones y sus observaciones profundas con él diciendo. “Querido y respetado maestro, me parece que la mitad de la vida espiritual es una buena amistad”. Buddha lo corrigió rápidamente: “¡No es así, Ananda! ¡No es así, Ananda!”. Probablemente Ananda no estaba esperando esa respuesta, pero el Buddha le ofreció una enseñanza poderosa: la amistad verdadera es la vida espiritual completa. Cuando un monje tiene una buena vida y una buena compañía, se espera que alcance el verdadero conocimiento y con él la verdadera felicidad.

Pero, ¿por qué nos cuesta tanto crear relaciones positivas?

«No camines detrás de mí, no te guiaré. No camines delante de mí, no te seguiré. Solo camina a mi lado y sé mi amigo».
Albert Camus

El Karma

Las personas con las que tenemos una relación (amigo, pareja, padre, madre, hermanos, etc.) tienen una razón para estar en nuestras vidas, y nosotros tenemos una razón para estar en las suyas. Ni son accidentales, ni arbitrarias. Mas bien responden a una ley de causa y efecto. Esto es el karma.; en ellas podemos encontrar las mayores enseñanzas y el modo de superar nuestras limitaciones.

Karma es acción. A través del lenguaje del cuerpo, del habla o de la mente interactuamos con los demás. En nuestras acciones hay una intencionalidad y generamos una potencialidad. Cuando generamos generosidad activamos un tipo de energía muy distinta a cuando generamos dolor o sufrimiento. Eso es el karma, el flujo de acontecimientos que generamos, consciente o inconscientemente, a través de nuestras acciones.

Las enseñanzas y la práctica nos enseñan a cultivar acciones positivas. Los amigos espirituales y una buena comunidad nos ayudan a lograr un gran avance y sin duda a despertar nuestra percepción y a ver las cosas con mayor claridad.

«Una de las cualidades más bonitas de la amistad verdadera es comprender y ser comprendido».
Séneca.

«La amistad multiplica el bien de la vida y divide el mal».
Baltasar Gracián

¿Quieres saber más? Taller con Ayya Arindama

Genera una buena acción y no te pierdas el próximo taller que tendrá lugar el sábado 16 de marzo a las 18.30 en Yoga Anandamaya (info@yogaanandamaya.com): «Convivir con otros. Enseñanzas del Buda para no morir en el intento».Una oportunidad para ahondar en tu práctica y participar de esta Sangha de amigos espirituales y recibir las enseñanzas y la experiencia espiritual de la mano de Ayya Arindama.

Ayya Arindama desde pequeña tuvo una fuerte inclinación hacia la espiritualidad, pero fue gracias a un amigo que la introdujo en la meditación vipassanā de la escuela del maestro Goenka que empezó a profundizar en la meditación. Además de aprender en la tradición de Goenka, se dedicó a la práctica del yoga y también tomó las enseñanzas de algunos maestros de la tradición tailandesa del bosque.

Cuando sus hijos ya eran mayores cambió el rumbo de su vida y se dedicó completamente a profundizar en las enseñanzas. Primero estuvo en India, luego en el 2008 en Myanmar (Birmania), en un momento de turbulencia política. Retirada en el centro de meditación de Thae Phyu vivió apartada del ajetreo diario y pudo dedicarse completamente a la contemplación. Posteriormente, se retiró a los bosques de Maha Myaing durante tres años, haciendo una vida simple en una cabaña, dedicada a profundizar en la meditación.

En el año 2021, fundó, junto a otras laicas, el monasterio de Sarana Vihara para la vida y la práctica diaria.

 

Isabel Ward es profesora de yoga  y fundadora de Yoga Anandamaya.