Fibromialgia, yoga y la coherencia del propio cuerpo

2024-02-26

Mientras lees esto estás, aun sin saberlo, incidiendo en tu salud, en su piedra (preciosa) angular: tu Sistema Nervioso Central. Tomar consciencia de esto y hacerlo mi prioridad me cambió la vida, me sacó de la fibromialgia. Sí, es posible mejorar el mundo, tu mundo, sin esperar ni un solo instante. Te cuento cómo lo hice yo. Escribe Carol Motta.

Dijo Ana Frank: “Qué maravilloso es saber que no tenemos que esperar ni un solo instante para mejorar el mundo”.

Te adelanto que mi historia no será ni de lejos parecida a la tuya, pues yo partí sin ningún tipo de información. Directamente pasé a la práctica, ensayo y error. Ahora sabéis que hay personas que han salido de ese camino y algunos estamos compartiendo nuestra experiencia y nuestros recursos.

Tú y yo somos diferentes, por lo que el camino no será el mismo, pero la lógica de nuestros cuerpos sí lo es.

Funciona, siempre

Enfermé con 8 meses. Conviví toda mi infancia, mi adolescencia y mi juventud con fibromialgia; para mí el dolor y la fatiga (entre muchos otros síntomas) eran la norma, no conocía nada más y, sin embargo, siempre, a pesar de lo que decían los médicos, tuve la certeza de que yo incidía de algún modo en mi salud o en mi falta de ella. Mi cuerpo vivía en pánico, lo más mínimo le sobresaltaba y disparaba aún más este o aquel síntoma; la luz, los sonidos, la gente… eran precursores de una temporada en la cama.

El silencio se convirtió en mi mejor supuesto amigo.

Comencé a meditar de forma consciente con 12 años, cuando descubrí el budismo, y con 20 me zambullí en el yoga físico. En las clases buscaba paliar los síntomas como quien se toma una pastilla… Cuando pasaba el efecto de mi “pastilla de yoga”, los síntomas siempre volvían. Aún hoy muchos médicos recomiendan a sus pacientes acudir a clases de yoga de esta manera, piensan que les ayudará a relajarse y poco más. Y así será si no sabes qué hay detrás de tus síntomas y cómo sacar partido a tus clases. Has de adaptar tu práctica y llevarla puesta todo el día.

No obstante, practicar me ayudó a descifrar el lenguaje de mi cuerpo estos primero años.

Al fin y al cabo, la enfermedad, como dice Eric Rolf, es comunicación.

Mi situación era tan extrema (mi cuerpo y mi mente estaban bajo mínimos) que no me temblaba el pulso a la hora de hacer cambios en mi vida y experimentar qué hábitos funcionaban y cuáles no. Cada cambio me iba acercando a la lógica que buscaba. Mi cuerpo me decía: “sigue por aquí” o “esto mejor no lo repitas”.

Contado así, parece que hice un gran esfuerzo pero fue todo lo contrario. En lugar de hacer cosas… dejé de hacerlas. En lugar de esforzarme, me rendí. Conecté con la ternura, lo dulce, lo amable… ¿No es esa nuestra verdadera naturaleza?

Mi cuerpo encontró por fin coherencia, y la salud de su mano

Aprendí que ese silencio del que os hablo, si bien me ayudaba a relajarme, me aislaba del mundo… Entrenar un Sistema Nervioso se hace desde el ruido cotidiano (saliendo al mundo escalonadamente) o no se hace.

Cuentan que cuando Buda bajó de la montaña tras encontrar la iluminación, volvió a casa y lo primero que hizo fue pedir perdón a su mujer y a su hijo. Reconoció su error, que uno no sana aislándose del mundo (aunque en ocasiones sea necesario de forma temporal); uno sana a cada instante en lo cotidiano, si sabe cómo hacerlo.

Dicho de otro modo, se aprende a montar en bici en un terreno llano, pero tarde o temprano hemos de enfrentarnos a una cuesta.

“Vale más un gramo de práctica que una tonelada de teoría”. Swami Sivananda

Cuando llegó el diagnóstico, yo tenía a mis espaldas toneladas de práctica. Por eso no me inmuté cuando aquella doctora me dijo: “Tienes fibromialgia y no hay cura, es para toda la vida”. ¿Cómo iba a convencerme alguien de que no había forma de ponerme bien si ya lo estaba consiguiendo?

El dolor cesó, la fatiga desapareció, igual que la rigidez, el insomnio y todo lo demás.

Y después llegó toda la teoría y entendí por qué lo que había puesto en práctica estaba funcionado. Llegué a una comprensión profunda del Sistema Nervioso Central (SNC), el nervio vago, el trauma, los sentidos, el placer, el entorno…

En el camino me formé como profesora de yoga, meditación y atención plena (mindfullness). La práctica continuada me enseñó y me enseña, desde hace casi 30 años, a escuchar mi cuerpo (somática), su llamada de socorro, a conectar con mi intuición, a respetar mis límites y a responder a la vida en lugar de reaccionar a ella. Pero fue la mirada de Yoga, esa que una integra y que te acompaña en cada gesto cotidiano, esa llena de humildad y curiosidad, la que me mantiene hoy, 13 años después, integra y sana.

De la parte más física del yoga deciros que es habitual que sean las posturas de abandono y flexión las que más apetecen cuando pasas por una fibromialgia, pero que en realidad son las que nos sacan de ese confort, las de equilibrio y tono, las que nos entrenan para subir nuestras particulares cuestas.

 Mi creatividad, que siempre había estado muy viva, me dio las alas necesarias para confiar en mí y romper los moldes que otros intentaban imponerme. Desarrollé una serie de prácticas para la regulación del SNC en hipervigilancia (Síndrome de Sensibilidad Central), pero ante todo trasladé mis conocimientos a los gestos cotidianos del día a día. Para mí esa es la clave.

Me ayudaron a depurar mi método el coaching, la PNL, el Jin Shin Jiutsu, el ayurveda, el estudio del Tao, el EMDR y la respiración restaurativa, entre otras disciplinas. Destilé cada una de ellas quedándome con lo escueto, que me servía para decir adiós a esa cosa llamada fibromialgia.

Menos es más

No puedo decirte eso de “si yo he podido, tú puedes”, al igual que nunca te diré que “no puedes hacerlo”. Considero ambas sentencias igual de invasivas y no proceden; cada cual tiene sus circunstancias internas y externas y su recorrido.

Ni siquiera yo supe si lo conseguiría o no, hasta que generé cambios.

Pero si es importante que sepas que la lógica que me enfermó para después sanarme es la misma que la tuya. Aprenderla, practicar y crear hábitos nuevos mantenidos en el tiempo es el camino.

Sé que esta información puede ser abrumadora, pero te aseguro que los cambios han de ser desde la ternura y lo dulce, desde el autocuidado, el descanso y el placer. El esfuerzo, la autonomía y el aguantar han de quedar atrás.

Como todo arte, esto se aprende.

El próximo día 15 de marzo de 2024 impartiré un taller en Madrid (en City Yoga) sobre todo esto, os contaré más detalles sobre cómo lo conseguí yo, veremos la lógica de un cuerpo con SSC-fibromialgia-fatiga crónica y haremos alguna pequeña práctica para que podáis sentir los efectos.

Podéis acceder a la info sobre el taller AQUÍ.

Mis mejores deseos.

Carol Mota es profesora de yoga, experta en Fibromialgia, Fatiga y Estrés crónicos | Sensibilidad Central y Trauma desde la perspectiva del cuerpo. Educación del Sistema Nervioso. Educadora somática.