Entrevista con Arantxa Corrales: el canto védico como terapia

2021-09-28

El mantra como revelación de la propia esencia; la vocación que emerge de la invocación… Arantxa Corrales, profesora de canto védico, nos habla de la energía sanadora del sonido…  pero también de lo que opina sobre las actuales formaciones de yoga.

Arantxa CorralesGrupo de estudio de canto védico con Radha Sundararajan en Barcelona, primavera de 2019
Arantxa es formadora de yoga, profesora de canto védico, yogaterapeuta y eterna estudiante de la tradición de Krishnamacharya y T. K. V. Desikachar. En la actualidad estudia canto védico con Shantala Sriramaiah, lo que dice aportarle preciosas conexiones con Nina Rao, una de las cantantes de Krishna Das; el filósofo e indólogo Koenrad Elst, el yogi Eddie Stern, Robert Svoboda, y profesores y alumnos de Indica Academy. Esta plataforma entrevistó a Arantxa para su revista Soft Power (1), la cual compartimos con los lectores de YogaenRed.

P. ¿Cómo te encontraste con el canto védico?

R: Conocí el canto védico a través de la tradición de Krishnamacharya en la figura de T. K. V. Desikachar. En 2009 Sir acudió a Barcelona junto a su hijo Kausthub a impartir unos seminarios y yo viajé a Londres el año siguiente a unos seminarios de verano. En ambos, Sir cantaba al empezar y finalizar el día y, como es costumbre en esa tradición, también cantábamos durante la práctica. El canto entró directamente en mi corazón al escucharlo y desde entonces no me abandonó. Por aquél entonces, yo había acabado mi primera formación de yoga y continué estudiando con una alumna de Sir y Claude Maréchal, Montserrat Serra, y por ella supe de la existencia de Núria Vinyals, maestra que en Barcelona imparte canto védico. Por entonces, aún no estudiaba canto, sólo escuchaba e intentaba interpretar la transliteración IAST desde el devanāgarī. En ese interín, me convertí en madre de mi hija Uma.

Cuando en 2015 retomé el contacto con Kausthub Desikachar e inicié con él estudios, me puse en contacto con Núria Vinyals para aprender. A través de ella llegué a la recién desaparecida Radha Sundararajan y, junto a Shantala, es con quienes estudio.

P: Has tenido un largo viaje con la India a través del yoga y el canto. ¿Cómo te ha ido?

R: Pues estupendamente. Desde muy joven (niña prácticamente) siento mucha vinculación con la cultura védica y la India y siento que es una tierra que recibió un legado infinito y que lo preserva. También siento que quiero contribuir a la custodia de ese legado.

P: Aprender sánscrito debe haber sido un desafío. ¿Dónde aprendiste esta lengua y cuáles fueron los desafíos?

R: De hecho, en ello estoy. Desde niña y como periodista, tengo mucha facilidad para lo lingüístico y fonético. Y también una gran memoria. Eso me ayuda con la impresión y el almacenamiento de nueva información en mi mente. Después soy muy obstinada y perseverante. Y no estoy feliz interiormente hasta que algo no sale como considero correcto. Así que este tapas es de mucha ayuda. Actualmente, me desenvuelvo muy bien con la transliteración del sánscrito y la comprensión del significado de las palabras –significado que reside en su sonido– y soy más principiante con el devanāgarī, así que insisto en él. Lo que más me ha sorprendido del estudio es la revelación del sonido como fuente de la manifestación y todo lo oculto en el sonido y la voz. De hecho, en mi experiencia, al invocar (in-voz) he hallado mi voz (voc-ación), y ese es el desafío y la recompensa al mismo tiempo: a través del mantra, ser capaz de establecerme en mi propia forma.

P: En tu opinión, ¿qué importancia tiene integrar el yoga y los cantos védicos en la medicina para promover la salud?

R: Una importancia enorme. Está más que demostrado que el yoga favorece la salud en lo corporal, lo vital, lo emocional, lo psicológico, lo mental, lo anímico… no conozco a nadie que no se sienta bien con el yoga. El yoga es, además de muchas otras cosas, un modo de estar y sentirse bien dentro y con uno. Y eso es bienestar y salud.

Para mí el canto védico, el mantra, es la herramienta más poderosa y sanadora del yoga –entre otros motivos, por su obvio trabajo sobre el alargamiento de la exhalación– y siempre lo incluyo en las prácticas: recitando O ṃ o śāntiḥ o breves mantras al sol, la luna u otros aspectos en las prácticas grupales e individuales, como recurso en las prácticas de yogaterapia y con la escucha de un mantra en la parte final y, para los alumnos que los estudian en profundidad, prescribo el canto de algunos mantras como parte de su sādhana.

P: ¿Qué significa el yoga para ti?

R: Es la posibilidad de unión con Lo Divino, la posibilidad de traer el cielo a la tierra y tener una buena existencia en esta aventura terrenal que es nuestra vida.

P: ¿Cómo ha sido el viaje con el yoga desde que comenzaste?

R: Un viaje muy hermoso ciertamente, lleno de altibajos como todos los caminos, con esas partes escarpadas donde sientes que quieres desistir y con esas partes maravillosas donde el paisaje es absolutamente embriagador y quisieras quedarte allí. Pero siento que siempre hay que avanzar, el yoga no se acaba jamás. Como estudiante es lo que más me atrajo: saber que jamás sabré todo lo que hay que saber pero que puedo dejarme sostener siempre por esa certeza de estar acompañada y bendecida y entregarme a ella con mayor amor cada vez.

Arantxa Corrales3 En la foto, Arantxa Corrales con Núria Vinyals y Radha Sundararajan.

P: Te entrenaste con el gran T. K. V. Desikachar. ¿Cómo fue la experiencia?

R: La verdad es que tuve el privilegio de estar poco tiempo físico junto a Sir pero aquellos momentos los atesoro de forma profunda en mi corazón: su mirada, su aura, su energía, su amabilidad… lo recuerdo como un ser humano muy humano, muy real, muy de verdad. Lo conocí en los últimos años de su enseñanza y su transmisión estaba muy centrada en la relación con Lo Divino, algo que me resonaba muchísimo. En mi trayectoria, ha sido crucial haber estado con él tras mi primera formación de yoga para dirigir mis pasos hacia el estudio de su tradición.

P: Si hubiera un mensaje de Shri Krishanamacharya que apreciaras mucho y ha temido un impacto en ti, ¿cuál sería?

R: De Śrī Krishnamacharya agradezco profundamente el gran regalo que legó a la humanidad con su propia existencia, como fue capaz de encarnar una energía tan poderosa y verdadera y, como humildemente, la transmitió. Siento que siempre estuvo al servicio de Lo Divino y que puso toda su intención en preservar las formas y los contenidos de las enseñanzas que permiten conectar con el estado de yoga. También lo percibo como un ser con tal conocimiento que tuvo que legar su sabiduría en varios recipientes-alumnos, aunque siento que en T. K. V. Desikachar depositó el epítome de su enseñanza.

Que abriera la posibilidad de práctica del canto védico a las mujeres y a los occidentales es otro de los grandes regalos que nos legó. El mensaje que más me impactó: «Inhala y Dios se acerca. Mantén la respiración y Dios permanece contigo. Exhala y tú te acercas a Dios. Mantén la exhalación y entrégate a Dios». Īśvarapraṇidhāna es la senda con mayúsculas del yoga. Sublime.

P:  ¿Cómo desarrollaste la escuela y cursos de formación Śāntyāyoga?

R: Śāntyāyoga se desarrolló a partir de mi experiencia en la profesión del yoga. He trabajado como profesora desde 2006 y, después de ser mamá en 2011 y especializarme en yogaterapia, sentí que era una etapa que ya tocaba a su fin y tenía que evolucionar hacia la formación de profesores, por un lado, y hacia la individualización desde la yogaterapia en la relación con los alumnos, por otro.

En ese sentido, Śāntyāyoga nació con la intención de recuperar el estudio de la tradición y la práctica de sus enseñanzas ante la avalancha de estilos de yoga que se instalan en lo superficial (normalmente enfocados en el cuerpo y el logro de āsanas acrobáticos) y se olvidan de lo esencial (el trabajo sobre la mente y el corazón, la relación con Lo Divino, la transformación íntima y silenciosa que se opera en el yogī o yogīni, el canto védico, el estudio de Patañjali…)

Pretendemos recuperar la relación profesor-alumno para vivenciar que a través de ella sucede la sanación, la evolución, el desvelamiento de la verdad y el establecimiento del ser en esa paz tranquila y autocentrada que es nuestra naturaleza.

Śāntyāyoga enseña y aprende simultáneamente porque es en esa relación en la que un solo corazón, una sola mente y una sola acción acontecen en sincronía entre ambas partes y con la Vida y esa presencia es lo que pretendemos cultivar. ¿Qué implica? Para alcanzar esos objetivos, acompaño a estudiantes en su proceso de yogaterapia individual, mentorizo a profesores de yoga y yogaterapeutas en la práctica de su docencia y formo a nuevos profesores de yoga. Trabajo online y presencial y me centro en la transmisión de la tradición de Krishnamacharya (absolutamente influida por los Veda y el estudio de Patañjali y otros textos) y en el canto védico. Al mismo tiempo, sigo recibiendo formación por parte de Víctor Morera de PranamanasYoga, estudio Bhagavad Gītā con Kausthub Desikachar y me formo en canto védico con Núria Vinyals y Shantala Sriramaiah.

P: ¿Qué tan popular es el uso del yoga como terapia en España?

R: Pues aún estamos abriendo nicho. En España la situación con el yoga es curiosa: en los 70, 80, 90 y primera década de los 2000 había grandes formadores –muchos de ellos en activo– pero, a partir del 2010 –seguramente antes e influido por la dinámica norteamericana– empezaron a proliferar formaciones avaladas por asociaciones extranjeras que con una duración de 200, 300 o 500h colocaban profesores en el mercado, profesores que obviamente no habían tenido tiempo de realizar un proceso vital de transformación lo suficientemente consistente como para guiar a otro. Y estas personas se han lanzado a enseñar a otros en formaciones aún más breves. Por otro lado, federaciones de yoga formalizaron las formaciones para que fueran oficiales enmarcándolas en 550h y dentro del ámbito deportivo de nivel medio. Un despropósito, desde mi punto de vista, porque contribuyó a relacionar yoga sólo con el cuerpo. El resultado es un número excesivo de profesores no verdaderamente formados y un número muy reducido de formadores solventes con apenas visibilidad.

Esta situación influye en la concepción del yoga que se tiene en España: hemos pasado del yoga para señoras mayores de los 80 o 90 al yoga para jóvenes acróbatas de 20 años de la actualidad. Así que muchas personas ya ni se acercan al yoga grupal por no sentirse dentro de ese target, a no ser que tengan la suerte de encontrar un profesor que sí sepa adaptar el yoga a las necesidades de su grupo.

Con este panorama, la yogaterapia queda reducida a un número reducido de personas que son un mix entre alumnos de grupo que dan el paso a lo individual para profundizar, personas que sienten que no tienen cabida en lo grupal por circunstancias personales (timidez, obesidad, diversidad funcional…) o, como en mi caso, profesores de yoga que buscan una práctica personal y con el boca/oreja traen a otros.

P: Vemos tantas adaptaciones de Yoga como Dog Yoga, Beer Yoga y más. ¿Por qué nos hemos apartado del concepto de Yoga clásico? ¿Por qué el Yoga se ha limitado a solo asanas?

R: Creo que por pura comodidad. Esta posmodernidad occidental está caracterizada por un estado mental muy vata prakopa: poco o nada focalizado, lleno de ansiedad, impaciencia, superficialidad, dispersión, escasa capacidad de concentración, dejadez, deseo de resultado inmediato… y con una desconexión o distorsión muy profunda con lo espiritual. Este cóctel genera que pocas personas tengan la habilidad para desarrollar un kriya yoga (tapas-svādhyāya-īśvarapraṇidhāna) significativo que es la base del camino.

Si no soy capaz de realizar la misma práctica 20 o 30 días seguidos, para darme tiempo de observar el proceso del cambio en la mente y la materia desde la vivencia; si no soy capaz de sentarme a observar mi respiración, recitar un mantra sencillo, leer a Patañjali o la Gītā, estudiar o inspirarme con un texto sagrado; y si estoy tan identificado con mi pequeño ego y sus expresiones (status, profesión, posesiones…) como para entregarme a la Vida que me atraviesa a cada instante… ¿dónde pretendo llegar? ¿qué camino pretendo recorrer? ¿qué sentido tiene la vida?

Creo que la dificultad de poder practicar esas tres sencillas y básicas acciones en nuestro día a día es la razón para que triunfe ese yoga superficial e incoherente (que ni yoga debería llamarse) y nos olvidemos de lo esencial. La pregunta es: ¿Quieres ser instructor (o practicante, da igual) de āsana o de yoga? Yoga es mucha más que āsana. Yoga es una experiencia vital íntima, personal, silenciosa, anónima, de poco a poco, que con suavidad a veces y con rudeza otras te desvela, te forja, te pule, te moldea… para ayudarte a eliminar lo que no eres y que emerja lo que eres. Y para eso se necesita tiempo, dedicación y mucho amor. Y cuando eso va aconteciendo, experimentas el descubrimiento y la consolidación en tu verdadera y única naturaleza, necesaria para el orden cósmico. Como dice un poemita que escribí hace años:

Sé el grano de arena que habita en el desierto pero sabe que el desierto habita en ti.
Sé la gota de agua que reside en la inmensidad del océano pero reconoce que la inmensidad emerge de ti.
Sé la estrella que resplandece con su brillo en el firmamento pero vive que el firmamento también eres tú.

Concreción en la disolución, disolución en la concreción, porque Uno es Todo y Todo es lo Mismo.

Este es para mí el yoga que permite degustar la esencia y sabor originales.

Profundamente complacida y agradecida por vuestra atención. Oṃ śāntiḥ

Esta entrevista fue publicada en la revista https://www.softpowermag.com/india-is-a-land-with-an-infinite-legacy-arantxa-corrales-spain/

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(1) Center for Soft Power es una plataforma para el arte indígena, las tradiciones culturales indias y sus sistemas de conocimiento y busca atraer a ciudadanos conscientes de todo el mundo a través de vedanta, yoga, ayurveda, cocina, artes visuales, artes escénicas, textiles, artesanías, idiomas,  literatura y sistemas de conocimiento, ya que ofrecen soluciones a muchos de los desafíos globales que enfrentamos hoy. Pertenece a Indica Academy, un hub interinstitucional.