Yoga con mascarilla

2020-10-01

En los últimos 30 años hemos hecho yoga en grandes saunas, en gimnasios con hilo musical de fondo y en enormes avenidas cortadas al tráfico micrófono en mano; en despachos vacíos, sobre tablas de surf y en “raves” con luz negra… Escribe José Manuel Vázquez.

 

…en piscinas, sótanos sin ventilación, áticos de lujo, iglesias, colegios, parques, jardines y salas compartidas con bailes de salón y sevillanas.

Hemos hecho yoga con telas aéreas, cabras, caballos, cerveza, cannabis, música en directo, recitado de haikus japoneses y música de Buika a todo trapo.

Hemos probado el yoga nudista mezclado con artes marciales, fitness, acrobacias, karaoke con mantras y antiguos rituales védicos. Hemos abrazado el yoga budista, egipcio, esenio, judío, chino, canalizado, en pareja, en grupo y en diferido por internet.

Hemos aceptado que hay yoga para perros, deportistas, tercera edad, bebés, ejecutivos, adolescentes, embarazadas, gais, intelectuales, adictos y ateos.

Después de haber sobrevivido a todo ello y ante la amenaza de quedar encadenados al ordenador indefinidamente, no parece tan descabellado continuar nuestra práctica de yoga con mascarilla.

Si no padecemos una afección respiratoria grave, el uso continuado de mascarilla puede agobiar, pero no supone un peligro para la salud. Con o sin mascarilla, la inmensa mayoría de la población respira regular tirando a mal. La tensión acumulada ha ido endureciendo los cuerpos y la respiración se ha hecho irregular, rápida y corta. El diafragma colapsado dificulta el normal funcionamiento de los órganos. Nos sentimos pesados, inexpresivos, nerviosos, fatigados. Convivimos con todo ello como si fuera normal, pero sabemos que no lo es. ¿Puede ser que ahora nos estemos dando cuenta de ello?

Con la guía de un profesor cualificado, la respiración voluntaria y dirigida puede liberar, en asanas concretas, tensiones musculares inconscientes y profundas. Las técnicas de respiración prolongada mejoran el intercambio gaseoso en los alveolos pulmonares. Los kumbakas o apneas voluntarias intermitentes aumentan a largo plazo el número de glóbulos rojos y, por lo tanto, el transporte de oxígeno a las células. Todo ello contribuye a regular la frecuencia cardíaca en reposo y a reducir el tiempo de recuperación ante el esfuerzo. Es decir, con una respiración adecuada, nos cansamos menos y disponemos de más energía para afrontar las dificultades. Hacer yoga con mascarilla no invalida nada de todo esto, sino quizás todo lo contrario.

Por si esto fuera poco, los pranayamas activadores estimulan las vellosidades del bulbo olfatorio que están conectadas a áreas del hipocampo; zona del lóbulo temporal relacionada con la regeneración celular, la memoria a corto plazo y los procesos de aprendizaje que requieren una atención sostenida. La respiración con sonido, ujayi, promueve los procesos conscientes y dirigidos. El flujo nasal aéreo alterno refresca el cerebro y estimula la amígdala, reguladora de nuestros estados emocionales y motivacionales. Estos ejercicios aportan un extra de lucidez, tonifican el sistema nervioso y nos hacen menos vulnerables a la manipulación. En un tiempo cómo éste, quien da más.

Darle la vuelta al problema

Una mascarilla no nos puede alejar del yoga. En los estilos más aeróbicos podemos utilizar mascarillas quirúrgicas que son más ligeras y transpirables. En los yogas más suaves, pasados unos minutos, dejas de sentir la mascarilla como algo ajeno al ejercicio respiratorio. Los practicantes de yoga sabemos que la intensidad del ejercicio no debe superar la propia capacidad de regular el proceso respiratorio. La mascarilla puede enseñarnos a gestionar el agobio y, a medio plazo, mejorar el rendimiento metabólico en situaciones de presión y estrés. Por todo ello, seguir haciendo yoga, con mascarilla incluida, parece contribuir positivamente a nuestra salud, física y mental.

Si el mundo exterior nos sacude, encontremos un eje de referencia que nos mantenga cuerdos. Seamos capaces de darle la vuelta a las limitaciones impuestas y ejercitemos nuestra libertad interior en situaciones difíciles. Cuidémonos del caos y mantengamos una disciplina diaria de hábitos saludables. Sigamos caminando, sigamos aprendiendo. La vida continua.

José Manuel Vázquez preside la Asociación Shiva-Shakti de Yoga Integral. Es profesor y formador de profesores certificado por la Yoga Alliance. Desde 2001 dirige su propia escuela de yoga, Yoga Orgánico, donde dirige una formación de profesores. Es autor de Los valores terapéuticos del yoga y de Manual de yoga para occidentales (ambos en Alianza Editorial). Acaba de lanzar su nueva creación musical Moon.

Curso 2020-2021. La formaciones comienzan en octubre 2020