Yoga: El árbol de la vida

2019-03-28

La filosofía del yoga debe tener una visión amplia e integradora. Estos tiempos nos llevan a la división; se vive en todos los campos, relaciones humanas, política, entre países… El yoga se está impregnando de esa división y se fractura. Sin embargo, esta disciplina tiene una belleza inmensa que lo integra todo. Escribe Olga Jiménez.

¿Podemos decir que en un árbol son más importantes las raíces que las hojas , o los frutos que las flores? Un árbol es bello por su conjunto, por sus cualidades y por su capacidad de generar vida.

Este ejemplo es fácilmente extrapolable al yoga. No existe el yoga físico o el yoga mental; son partes del mismo árbol y cada uno cumple su función. La parte de posturas cultivará un cuerpo fuerte, sano, capaz de profundizar sin obstáculos en la vía espiritual. La raíces sustentan al árbol firme en la tierra, al igual que los principios éticos y morales, lo que conocemos como Yama y niyama, sustentan al ser humano, lo estabilizan y fortalecen mentalmente. En ambos casos no son aspectos visibles a simple vista y sin embargo crean la fuerza para crecer. El tronco del árbol sustenta a las hojas para que puedan respirar. Nuestra fortaleza física nos permite adentrarnos en la práctica correcta de pranayama y respirar una forma de existencia más equilibrada. No podremos tener un ser humano completo sin esta integración de sus partes, como tampoco podemos llamar árbol a una lámina de madera o a una rama.

Somos los humanos los que creamos las divisiones, las diferencias, pero en la propia raíz de la palabra yoga está la palabra unir, juntar. El ser humano posee cuerpo, mente y alma, y la belleza de integrarlos es la vía del yoga. La plenitud de nuestra existencia está en esa integración.

Trabajo en equipo

B. K. S. Iyengar descubrió esa forma de existencia, ese estado integrado, y su pasión le llevó a recorrer los cinco continentes, a enseñar de forma infatigable. Quería que todos experimentáramos esa forma de vida; quería que los profesores trabajáramos juntos y compartiéramos nuestros conocimientos como una gran familia. Hoy su mensaje, a los pocos años de su muerte, está borrándose y surgen las luchas y la competencia también entre nosotros. No puede ser; su trabajo titánico no se merece nuestra mezquindad, nuestra pobreza. Todos debemos hacer un esfuerzo por anteponer este bello arte a nuestras conquistas personales, al supuesto poder o, en ocasiones, a la búsqueda de títulos superiores, que nos puedan colocar por encima de los demás. La experiencia en yoga no es superioridad; los títulos no nos hacen superiores, nos deben hacer ser más humildes con el afán de servir mejor a nuestros alumnos, de comunicar mejor nuestros conocimientos. Buscar una vida sencilla, disponer de tiempo y del correcto descanso para ser ejemplos en este tortuoso mundo.

Fui durante muchos años en mi juventud corredora de medio fondo, gané muchas competiciones y obtuve un aprendizaje importante: no llega antes el que sale más rápido, sino el que mejor se dosifica, el que aprende el ritmo y se regula durante la carrera. Correr sin control sólo te llevará al agotamiento y a abandonar la carrera. Hoy los profesores de yoga se cargan con cientos de clases; también parece haber una competición por quién tiene más alumnos. No serán nunca corredores de fondo y perderán la belleza del arte con su cansancio, sacrificarán su espíritu humano.

Todos llevamos la divinidad dentro y no debemos olvidarlo nunca. Nuestro Maestro pedía a los profesores que fueran exigentes con sus alumnos pero que nunca olvidaran esta realidad. Esta confianza en lo que llevamos dentro nos hace entender que nadie es superior a nosotros, que nadie es inferior. Todos estamos en un camino de búsqueda espiritual donde el trabajo en equipo es esencial.

Conectados

Hace poco tiempo se descubrió que los árboles son capaces de comunicarse entre ellos a través de un complejo sistema de micelios que unen sus raíces, aportando alimento a aquellos que nacieron bajo sombra o en suelos más pobres. La naturaleza tiene mucho que enseñarnos, su belleza nos llama continuamente a la humildad, al trabajo en equipo que es el que nos hará evolucionar como humanos y como especie.

Este esfuerzo por comprender el sistema y por profundizar en los procesos naturales y humanos me ha llevado a escribir mi primer libro: Conectados. En breve será anunciado también en esta revista.

Agradezco siempre a Pepa Castro y a Jimena Mas y a su revista que me brinden la oportunidad de compartir con todos vosotros mis reflexiones. Además de utilizar este magnífico medio de comunicación, empleo también el blog de la escuela para compartir novedades y experiencias. Hoy nuestro camino de integración nos ha llevado a trabajar con médicos y enfermeros, podéis ver ahí nuestros últimos progresos.

Olga Jimenez es profesora y fundadora de la Escuela Profesional de yoga “Luz sobre el yoga”, en Aravaca (Madrid).  julio_gallego@hotmail.com.

Más información en: www.yogaiyengararavaca.wixsite.com/valdemarin