¿Mirarme en el espejo en la práctica de Yoga? Cuando era niña tenía la ilusión de que montando en avión vería de cerca las estrellas. De la misma magnitud me parece hoy en día la ilusión de que mirándonos en el espejo podamos comprender o integrar la consciencia en el ásana (postura). Escribe Davinia Rodríguez.
Muy a menudo encuentro practicantes, profesoras o profesores mirándose en espejos situados en las salas de centros dedicados a la práctica de Yoga, espejos donde corroborar, corregir u –tan sólo, y no es poco– observar las posturas (ásanas) que se “pretenden» practicar.
Y digo “pretenden» porque en la dependencia de lo visual, de lo auditivo, de lo táctil, oloroso o sabroso excluimos el sentir, ese llamado “sexto sentido”. Lo intuitivo, lo sensitivo y profundamente perceptivo de la práctica; el complejo sentir de la postura y la percepción del aire (prana) en ella, es lo que confiere a la postura la categoría de ásana. La necesidad de verla externamente en un espejo, salvo en expresas y contadas ocasiones, relega la práctica y el propio ásana a tan solo eso: una pretensión.
Así como desde el avión no se ven las estrellas porque éstas se encuentran infinitamente más arriba aunque desde nuestra posición terrestre aparentemente estén en el mismo punto, el ásana no se puede percibir desde el espejo aunque nuestra visión terrenal nos haga creer que sí. El ásana se siente, conoce e integra más allá de los sentidos y, a menudo, dándole la espalda a los espejos.
Davinia Rodríguez Martínez es profesora de yoga.