Entrevista con Mark Stephens:»Tu mejor profesor está dentro de ti»

2018-10-25

Dice Mark Stephens que un buen profesor escucha a sus alumnos, les respeta y anima a confiar en sí mismos y en su práctica personal. Tiene claro que, por encima de todo, él quiere ofrecer «el servicio y apoyo necesarios para ayudarles a que su práctica y su vida mejoren». Es una entrevista de Consuelo Serrano para YogaenRed.

Mark Stephens es experto en pedagogía del yoga y en formación de profesores de yoga. Ha formado a más de un millar de profesores de yoga, dirige clases, talleres, retiros y entrenamientos de capacitación de profesores por todo el mundo.

Stephens practica yoga desde 1991, ha explorado otros enfoques complementarios entre los que figuran el Ashtanga Vinyasa, Iyengar, Vinyasa Flow, tantra, yoga terapéutico, anatomía y kinesiología funcional para el yoga, filosofía yoguica tradicional y las filosofías modernas del ser y la conciencia.

Como autor de renombre, en España la editorial Sirio ha publicado tres de sus mejores obras: La enseñanza del yoga: fundamentos y técnicas esenciales,  Secuencias de yoga: como crear magníficas clases de yoga y Ajustes de Yoga: filosofía, principios y técnicas.

De la mano de El Gong Club de Yoga, impartirá un curso intensivo en Madrid del 29 noviembre al 2 de diciembre de 2018.

Después de un breve contacto con el yoga durante su adolescencia, hasta entrados sus 30 no comenzó a practicar diariamente en un momento muy estresante de su vida. ¿Qué le aportó el yoga en esos momentos y cómo fue la transición de alumno en busca de calma y bienestar a profesor?

 Desde mi primera clase de yoga en 1991, tuve la sensación de estar haciendo lo mejor para mí. Fue una experiencia corporal completa, una sensación de calma desde mi cerebro hasta la punta de mis pies. También fue muy exigente, no solo físicamente, sino por la idea de estar totalmente concentrado y presente, tal y como me animaban mis profesores. Tal como es la magia de la práctica del yoga, me sentí a la vez más calmado y más despierto.

A pesar de haber impartido clase en colegios desde mis primeros años en la Universidad, pasaron cinco años desde que comencé a practicar sin que me interesase enseñar yoga. Me seleccionaron para una formación de profesores, donde tuve el placer de aprender más sobre su filosofía, historia y metodología, y durante el proceso me fui sintiendo inspirado para compartir mi práctica con los demás. Empecé despacio, enseñando a amigos, haciendo sustituciones, asistiendo a otros profesores, hasta que acabé teniendo mis propias clases. Desde entonces, enseñar y estudiar yoga se ha convertido poco a poco en mi actividad principal.

Imparte un riguroso programa de formación de profesores en su escuela de Santa Cruz (California). ¿Cómo está cambiando la enseñanza del yoga en Occidente? ¿Cuáles son las cualidades de un buen profesor?

El yoga nos llega desde diferentes fuentes, muchas de las cuales vienen de India, e incluso éstas están influidas por corrientes originarias de otras partes del mundo. La enseñanza del yoga en Occidente tiende a estar menos circunscrita a las enseñanzas impartidas en un ashram determinado y más abierta a la integración con otras prácticas y fuentes de inspiración, incluyendo líneas de yoga más modernas, diferentes estilos y linajes y distintas disciplinas tales como psicología moderna, kinesiología e incluso neurociencia. En India vemos una influencia mutua entre el Kalari (arte marcial), Odissi (danza) y el yoga. En Occidente las influencias son mucho más variadas, algo que algunos ven como una forma de diluir o corromper el llamado “yoga original”, ¡algo que nunca ha existido!

Los profesores en Occidente tienden a expresar estas variadas influencias, lo que no los convierte necesariamente en buenos profesores. En mi opinión, un buen profesor es aquel que escucha activamente a sus alumnos, les respeta y anima a confiar en sí mismos y en su práctica personal. Considero que un profesor competente aprende todo lo que puede sobre el cuerpo humano y mantiene su aprendizaje mientras continúa enseñando. Espero que sean honestos consigo mismos y enseñen desde su corazón de forma amable, cuiden de ellos mismos de manera que les permita estar más presentes con sus alumnos y mantengan su práctica personal diaria buscando en su interior percepciones que puedan trasladar a sus alumnos.

¿Cómo diseña una clase para que resulte completa, eficaz y segura?

El diseño de una clase depende totalmente del estilo y del nivel de la clase, además de la condición de los alumnos que asisten. Idealmente, los ásanas se forman mediante lo que Krishnamacharya denominaba vinyasa krama, donde vinyasa significa literalmente “colocar de una forma determinada” y krama significa “orden” o “nivel”.

Al estudiar detenidamente cualquier postura, debemos averiguar qué necesita estabilizarse y abrirse para que se realice según lo que Patanjali denominaba sthira sukham (estabilidad, calma y facilidad en la postura). Partiendo de la base de que los ásanas deben ir de más sencillos a más complejos para que sean accesibles y efectivos, los organizaremos para que se sucedan de manera que los experimentemos de la forma más profunda posible dentro de nuestra práctica.

También debemos tener en cuenta las tensiones que se crean en los ásanas y encontrar formas para eliminarlas, lo que llamamos pratikriyasana o contraposturas. El profesor que lo logra ofrece clases informadas, eficientes, efectivas, agradables e integradas.

¿Qué papel juega la capacidad de improvisación a la hora de adaptar una clase cuidadosamente diseñada a la diversidad de estudiantes que acuden a la sala?

La improvisación es de vital importancia ya que incluso en las clases mejor planificadas siempre surgen sorpresas tales como un grupo que no tiene la energía que esperabas, alumnos con necesidades especiales o cualquier imprevisto que puede surgir en cualquier momento. Necesitamos estar preparados para ofrecer caminos nuevos y diferentes, aunque siempre respetando el equilibrio energético, una biomecánica segura y una práctica plena y bien integrada.

Háblenos por favor de la importancia de los ajustes y cómo pueden ayudar a los alumnos en la práctica de ásana.

Como profesores, nuestras principales herramientas son nuestra voz (para dar una guía verbal) y nuestro cuerpo (para hacer demostraciones visuales y guiar mediante ajustes). Cuando ajustamos, si lo hacemos de forma respetuosa e inteligente, podemos ayudar al alumno a comprender acciones energéticas, alineación, modificaciones, así como a afinar y profundizar los ásanas. Hacerlo correctamente requiere un amplio entendimiento de las posturas que viene de nuestra propia práctica y de su estudio extenso, incluyendo la anatomía funcional y la biomecánica asociadas a cada ásana.

¿Cuál es su mayor satisfacción a la hora de dar clase? ¿Qué pretende transmitir a sus alumnos?

Mi principal intención es transmitir a los alumnos que el mejor profesor que jamás tendrán está dentro de ellos, hablándoles en cada respiración y sensación que sean capaces de sentir, lo que llamamos el maestro interior. Mi mayor satisfacción se produce cuando siento que mis alumnos están escuchando y respetando a su profesor interior.

¿Hasta qué punto influye su estado de ánimo, los sentimientos que afloran en la esterilla durante su práctica, en la clase que imparte a sus alumnos?

Nuestros estados de ánimo nos conforman como personas. Debemos ser honestos con nosotros mismos sobre nuestro estado de ánimo y si en un momento dado es muy difícil o problemático, debemos plantearnos que otra persona imparta nuestra clase. También podemos intentar sondear nuestros estados de ánimo para desarrollar mayor empatía con los alumnos y una inspiración profunda en lo que compartimos. A la vez, es importante darse cuenta de que en la enseñanza prestamos un servicio a los alumnos, no a nosotros mismos. Es descorazonador ver a profesores que piensan que lo más importante en sus clases son ellos mismos, cuando en realidad son lo menos importante. Yo quiero respetar los sentimientos de mis alumnos, sus estados de ánimo, su condición física y darles el servicio y apoyo necesario para ayudarles a que su práctica y su vida mejoren. Mis propias necesidades las trabajo en mi esterilla, durante mi práctica personal, lo que nunca ocurre cuando estoy enseñando. Cuando enseñes, enseña; cuando practiques, practica, y nunca lo mezcles.

El yoga está viviendo un momento de esplendor que se traduce en un negocio que mueve millones de dólares en EEUU. ¿Cómo se puede transmitir manteniendo el respeto a la tradición y a los grandes maestros al tiempo que se adapta a las necesidades de la sociedad?

Rendimos homenaje a nuestras fuentes y maestros mediante el respeto. Y es con respeto como nos presentamos como profesores devotos. A no ser que vivas en un ashram, la mayoría tenemos que afrontar la realidad de vivir en una sociedad en la que el dinero es la moneda de cambio y afecta a dónde vivimos, qué comemos y cómo cuidamos de otros y de nosotros mismos.

Con gratitud por lo que recibimos como profesores, debemos continuar con nuestra enseñanza, a pesar de que muchos profesores globalmente famosos y negocios relacionados con el yoga parezcan más interesados en hacer mucho dinero en lugar de cuidar de la gente y del planeta. Como por ejemplo esas marcas de ropa de yoga que nunca utilizan materiales orgánicos, explotan a sus trabajadores en el tercer mundo y pagan los mínimos impuestos posibles mientras sus dueños viven lujosamente. Igual que muchos profesores esconden sus beneficios al cobrar en efectivo y ocultarlo en cuentas en paraísos fiscales. Pero aquí estamos.

Del 29 de noviembre al 2 de enero va a impartir un curso intensivo organizado por El Gong, Club de Yoga Madrid. ¿Cómo ha diseñado este curso y qué ideas fundamentales pretende hacer llegar a los alumnos?

Mis cursos y talleres están siempre evolucionando, desde que empecé hace más de 20 años hasta hoy mismo, esto incluye el diseño global, el contenido y las actividades. Incluso un mismo tema posiblemente se trate de manera muy diferente de un año para otro. Trato de seguir aprendiendo, especialmente de mis experiencias con alumnos pero también a través de svadyaya (autoaprendizaje) constante de fuentes antiguas y de los últimos avances en ciencia, psicología, filosofía, pedagogía y espiritualidad.

Pretendo llegar a El Gong Club de Yoga en Madrid pleno de energía y explicar cada tema de forma accesible, agradeciendo especialmente poder expresarme en inglés (habrá traducción simultánea). Las ideas que pretendo transmitir son las mismas que he mencionado en esta entrevista.

En 1997 creó la Yoga Inside Foundation con el objetivo de organizar y apoyar programas terapéuticos de yoga en escuelas desfavorecidas, centros de tratamiento, hospitales y prisiones en Norteamérica. Esta iniciativa le valió el reconocimiento de Yoga Journal que en 2000 le otorgó su I Premio Anual Karma Yoga ¿Cómo surgió esta idea y qué le ha aportado como profesor y como persona?

Antes de crear la Yoga Inside Foundation, ya había trabajado muchos años con bandas criminales y con jóvenes encarcelados de Los Ángeles, donde cada año más de 40.000 jóvenes eran enviados a prisión y más de 1.200 perdían la vida durante los años duros de las guerras de bandas. En medio de esa labor, me involucré en un proyecto con la Samaya Foundation que traía monjes tibetanos de Dharmsala a Los Ángeles para que tratasen con estos jóvenes, incluyendo los encarcelados en prisiones en las que yo trabajaba, enseñándoles meditación. Fue profundamente inspirador. Cuando acabó el proyecto, creé la Yoga Inside Foundation para acercar el yoga a estos sitios. Al poco tiempo nos solicitaron llevarlo a colegios, cárceles, centros de tratamiento y de acogida. Estoy muy agradecido por esa experiencia y por ser capaz de ayudar a muchos otros a realizar iniciativas similares que continúan en marcha a día de hoy.

Consuelo Serrano es autora de esta entrevista, profesora de Hatha yoga y especialista en práctica dirigida a mujeres.

Curso intensivo de yoga con Mark Stephens

Organiza: El Gong Club de Yoga Madrid
Fecha: 29 de noviembre – 2 de diciembre de 2018
Lugar: Sala multiusos de la Ciudad de la Raqueta. Monasterio de El Paular, 2 – 28049 Madrid

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