El sistema fascial: la red que te conecta

2017-11-02

La fascia es el tejido que, como una red, envuelve el resto de tejidos de nuestro organismo (huesos, músculos y órganos) y los conecta entre sí. El sistema fascial abarca una vasta extensión del organismo, compactándolo, dándole forma, compartimentándolo y estabilizando y sujetando todos los órganos. Escriben Or Aleluiya y Álex Monasterio.

Yoga terapeutico

Este sistema est formado por un tejido blanquecino cuyo grosor y grado de densidad, resistencia y flexibilidad dependen de su ubicación y de los requerimientos mecánicos de la zona.

Las fascias están repletas de receptores sensitivos (sensores biológicos) conectados cada uno a un nervio. Su función es informar al sistema nervioso central acerca, entre otros aspectos, de las tensiones mecánicas que experimenta dicho tejido y, por extensión, el cuerpo. Es el mayor sistema sensitivo del organismo, por delante de la piel.

PieAdemás, el sistema fascial supone el principal tejido defensivo del cuerpo, ya que por su interior, a través del fluido de la llamada «sustancia fundamental», transitan los linfocitos (glóbulos blancos) para acudir allá donde es necesario mantener a raya bacterias y virus. Por si fuera poco, el complejo sistema fascial cumple una importante función en la mecánica corporal y responde a los influjos emocionales.

De hecho, tenemos una sola fascia, que envuelve todos los órganos y estructuras internas del cuerpo.

El estómago, el hígado, los riñones, los vasos sanguíneos, los músculos… tienen su propia funda fascial. Más allá de mantener la estructura de los órganos, estas fundas fasciales se expanden en diferentes direcciones para anclarlos tanto al sistema óseo como a los órganos y estructuras adyacentes.

Esa misma fascia envuelve los huesos (periostio), en cuyos extremos se densifica formando los ligamentos. Hay autores (Serge Paoletti) que incluso consideran el hueso como una especialización extrema de la fascia, en la que su tejido ha incorporado osteocitos y minerales para incrementar la densidad y dureza. En la columna vertebral la fascia se encuentra literalmente tapizándola, manteniendo cohesionadas las vértebras y otorgándole, a la vez, flexibilidad para realizar los movimientos cotidianos. Desde la columna vertebral, continúa expandiéndose para formar las meninges, es decir, el tejido fascial especializado que recubre y protege el sistema nervioso central (cerebro, cerebelo y médula espinal).

Funciones vitales

Si se visualiza cómo este tejido, resistente y flexible, cubre y conecta los demás tejidos del organismo se comprenderá la importancia de mantenerlo en óptimas condiciones.

Además, entre las fibras de colágeno y elastina del tejido fascial fluye la antes mencionada matriz o sustancia fundamental, un fluido acuoso por el que circulan los linfocitos, macrófagos (ambas células defensivas) y fibroblastos (células reparadoras del tejido), y también los nutrientes que alimentan las células y que provienen de los vasos sanguíneos. Además, a través de este fluido, transitan las toxinas derivadas de la actividad celular de los órganos para ser evacuadas por el sistema linfático.  Por ello es importante mantener el tejido fascial bien hidratado y elástico.

Las fascias necesitan algunas condiciones mínimas para poder realizar su función de la mejor manera.

La influencia del estrés en la postura

Es sabido que una de las zonas en las que se somatiza el estrés es el vientre. ¿Quién no ha sentido presión e incomodidad en la boca del estómago ante una situación angustiante, triste o amenazadora? Se producen múltiples reacciones físicas ante el estrés, por ejemplo un aumento de tono de los esfínteres del tracto intestinal, como el píloro (la válvula que hay al final del estómago), o de los músculos intestinales que desplazan el bolo fecal.

Estas tensiones que se suelen experimentar en el abdomen (y, por cierto, un buen número de ellas pasan desapercibidas) inciden en la estructura esquelética y la condicionan: se da una tracción descendente que se transmite de los órganos intrabdominales al diafragma, de este al pericardio y de ahí a las vértebras torácicas y cervicales a través de las cadenas viscerofasciales. El resultado es una tensión interna que induce a adoptar una postura hipercifótica (espalda encorvada). Por otra parte, la psicoterapia y el trabajo espiritual pueden ayudar a transformar la manera en que nos relacionamos con el estrés. Reconocer las fuentes que nos llevan a él resulta fundamental para mejorar tanto la actitud mental ante la vida como la postura física.

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Las fascias «empaquetan» los músculos y los conectan entre sí estableciendo, literalmente, líneas o franjas tensionales que sirven para mantener el cuerpo en una postura determinada u optimizar la función durante el movimiento, por lo que la postura diaria afecta a estas líneas de tensión.

Un esguince mal curado puede provocar disfunciones en la rodilla, la cadera o la columna.

Cadenas miofasciales

Los músculos suelen trabajar agrupados en cadenas miofasciales (mio significa «músculo») a fin de mantener el cuerpo erguido. Cuando el cuerpo está mal alineado y una cadena trabaja más de lo que le corresponde, se tensa y acorta, lo que incide en las cadenas con las que se relaciona.

Por otro lado, hay procesos patológicos que pueden alterar fácilmente la biomecánica del organismo y extenderse a través de las cadenas miofasciales.

Por ejemplo, un esguince mal curado puede provocar disfunciones mecánicas en la rodilla, la cadera e incluso la columna vertebral. O una cicatriz puede desencadenar una tensión que traccione las estructuras adyacentes, como ocurre al pinzar una tela de araña: si se sujeta uno de sus extremos todo el sistema se deforma.

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Es importante contar con un fisioterapeuta, osteópata o experto en método Mézières, RPG o Rolfing para encontrar esos núcleos de tensión y reducir su condicionamiento mecánico. El objetivo es que el cuerpo pueda expresarse físicamente con libertad.

También es imprescindible la reeducación postural en la vida cotidiana (delante del ordenador, en el coche, en el sofá, al caminar, etc.) y realizar ejercicio físico moderado habitualmente. Los músculos tienden a acortarse y contracturarse; al estirarlos regularmente se consigue mantener el conjunto miofascial libre.

Los patrones posturales inadecuados, el estrés prolongado, las intolerancias alimentarias y algunas cicatrices pueden endurecer y deshidratar el tejido fascial.

Se reduce así su capacidad tanto de aportar nutrientes a las células de la zona afectada como de evacuar los metabolitos (toxinas) de estas mismas células. La densificación reduce la flexibilidad y el rango de movimiento articular.

Algunos principios

Los estiramientos tradicionales inciden en la elastificación del sistema miofascial. No obstante, se pueden estirar de manera más eficaz determinadas regiones fasciales, como las fascias viscerales o las de la superficie corporal.

En la superficie corporal resulta útil la tracción de la piel, firme pero suave, realizada con las palmas de las manos. También puede ayudar la respiración (con una apnea de 3-5 segundos al final del tiempo respiratorio). En algunos casos es más interesante enfatizar la inhalación (para la región anterior y posterior del tronco) y en otros, la exhalación (región anterior y lateral del cuello).

  • Un ejercicio mantenido de extensión de la columna combinado con exhalación y apnea mejora la elasticidad de las fascias viscerales abdominales.
  • Con la inhalación y una apnea mejora la elasticidad de las fascias viscerales intratorácicas.

La clave no es tanto la intensidad como mantener el estiramiento durante un minuto o más. Si se fuerza el tejido miofascial, este tiende a mantener su rigidez para protegerse de una posible lesión, lo que hace más difícil extenderlo.

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Profundizaremos en el conocimiento de tres técnicas muy útiles en estos y otros muchos casos y todo con la metodología especial de –FisiomYoga– que une el yoga con la fisioterapia y la osteopatía:

  1. Puntos gatillo miofasciales.
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Las tres técnicas son de alta relevancia para​ muchas patologías y lesiones​. ​

Una oportunidad para enriquecer el baúl de herramientas de los profesores de yoga y profesionales sanitarios

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Álex Monasterio y Or Haleluiya

Álex Monasterio es fisioterapéuta, ostópata y posturólogo con amplia experiencia en el ámbito asistencial y docente. Ha sido profesor en la Universidad Ramon Llull en Barcelona de Fisioterapia durante más de una década y ha trabajado en el Hospital Sant Pau unos cinco años como terapeuta (a parte de tener su consulta privada desde hace 20 años donde ve casos de todo tipo). Es el autor del libro Columna Sana (traducido también al ruso).

Lleva casi 20 años enseñado anatomía, fisiología y patología a profesores de yoga, debe ser uno de los primeros en España, y sin duda tiene mucho que aportar a la hora de enseñar los más que 40 procesos patológicos que se estudian en la formación que imparte conjuntamente con Or, además de cómo abordarlos todos ellos con terapia a través del movimiento.

Or Haleluiya es profesora de Yoga, acupuntora, máster en psicología (UAB). Presidenta de la Asociación Española de Yoga Terapéutico. Or empezó su práctica a los 22 años en el método Iyengar intensivamente durante siete años, viajando extensamente para poder estudiar con profesores conocidos mundialmente en este método. Se ha certificando en Anusara yoga, Yoga Reconstituyente y Yoga Terapéutico. Or ha hecho un par de cursos de disección humana en la Universidades en Londres y Escocia. Es escritora regular de artículos en diferentes revistas internacionales.

Las clases de Or son excepcionales por su maestría al refinar la práctica de yoga según las habilidades y necesidades biomecánicas de las personas. También tiene una habilidad original de contar historias de la mitología india relacionadas con el tema biomecánico estudiado en sus clases que conmueven y conectan con el corazón.