La esencia de tu práctica

2014-06-16

¿Cuáles son las dos condiciones esenciales del yoga, sea cual sea su estilo? ¿Su respeto a la tradición, el rigor de la práctica? Pues nada de eso. No te pierdas este revelador e interesante artículo de Antonio Tugores, coordinador de la Escuela Internacional de Yoga en Mallorca.

Antonio Tugores

Resulta paradójico que una de las raíces de la palabra yoga signifique “unión” mientras que con frecuencia la práctica se concreta en algo distanciado del resto de las cosas. Lo cual acaba separando al practicante aún más de sí mismo de lo que estaba antes de iniciar su andadura…

Desgraciadamente no es una cuestión de que no haya gente que no sepa practicar yoga, sino de que el yoga que se enseña en la mayoría de los casos ni se ha experimentado ni se comprende lo suficiente como para poder transmitirlo. Una clara comprensión de los objetivos del yoga bastaría para garantizar la efectividad del método, aun no habiéndolo experimentado al completo.

Este artículo no pretende reclamar la exclusividad de un método definido, sino aclarar los puntos comunes que en una práctica de yoga deberían estar presentes para que esta sea segura y efectiva. 

Sea cual sea el estilo de yoga que practiques, su filosofía profunda no debería excluir ningún otro estilo. Evidentemente, te puedes encontrar en la situación de que lo que estés practicando excluya técnicas que pretenden ser yoga; y al revés, estar practicando algo que pretende ser yoga y sin serlo excluya a todo lo demás.

Toda práctica de yoga debería respetar la integridad del cuerpo, la mente y el espíritu, de tal manera que en ningún caso se debe comprometer esta integridad. Frente a esto los Yoga-Sutras de Patanjali son claros y no admiten interpretación posible; Ahimsa es la negación de la violencia, por lo tanto en tu práctica no debería haber imposiciones violentas para tu cuerpo en ningún sentido, ni del tipo “mantén diez respiraciones en ésta o aquella postura…”, o “respira diez veces seguidas y luego…”.

La práctica de yoga no nace de ninguna cultura, creencia o ideología mística; al contrario, se trata de despojar al ser, en todos sus aspectos, de los condicionamientos culturales y de otro tipo que impiden la expresión de la naturaleza integrada del cuerpo, la mente y el espíritu. Dicho de otro modo, el yoga se desarrolla a partir de la “unión” intrínseca de cuerpo y mente, y para zambullirnos en esta naturaleza debemos utilizar toda la sensibilidad que esté al alcance dentro del marco de la acción.

La primera condición común

Ser sensible a los impactos que generan en nuestro cuerpo la práctica de posturas de yoga es la primera condición que debería ser común a todos los estilos de yoga, por muy dinámicos o estáticos que sean.

La mayoría de la gente -y muchos practicantes de yoga- asocian la palabra yoga a quietud, lo cual no es del todo desacertado si esa quietud es fruto de un proceso y no de una imposición. Además, esa quietud no tiene por qué referirse sólo a la de las posturas. Se pueden experimentar quietudes más sutiles que la quietud física. No te costará nada experimentar que es mucho más difícil mantener el cuerpo en quietud durante cinco minutos que moverlo suavemente durante diez o quince minutos, incluso más. De lo cual se deduce que el cuerpo humano está desarrollado principalmente para el movimiento, y si lo llevas a quietud sin prepararlo para ello probablemente se generará más tensión de la que había en un principio; en consecuencia, tu práctica de yoga te estará tensando en vez de soltarte y relajarte.

Realmente podríamos plantearnos la siguiente cuestión: Si en la naturaleza humana es inherente la unión de cuerpo, mente y espíritu, ¿qué necesidad hay de practicar yoga? Obviamente, la sensibilidad orgánica del cuerpo responde mucho antes y con más acierto que el intelecto a esta pregunta, pero desgraciadamente esa sensibilidad es rara vez tenida en cuenta, ente otras cosas porque está anestesiada.

Los condicionamientos culturales, la vida sedentaria e incluso algunas prácticas de yoga comprometen la expresión de esta unidad. Al verse comprometida la expresión de nuestra verdadera naturaleza, nos sentimos separados de la vida, del universo y tenemos la sensación de que la vida es un accidente extraño que nos ha ocurrido por algún tipo de negligencia. Esta sensación se manifiesta de múltiples formas en el cuerpo, desde estados mentales como ansiedad, miedo, depresión, sentimiento de culpa, etc., hasta somatizaciones físicas como dolores de espalda, migrañas, contracturas, etc.

Para poder armonizar estos desórdenes, debemos acceder al origen de esa tensión que poco a poco se ha ido instalando en nuestro cuerpo, desde las capas mas externas hasta llegar al nivel celular, irritando y contrayendo el núcleo del cuerpo, considerando éste en su expresión física, como el suelo pélvico, la médula espinal y el rostro.

Una práctica eficaz de yoga nos permite acceder a esta tensión de una manera progresiva. Empieza soltando la tensión de los músculos largos de la espalda y poco a poco va profundizando, igual que lo hicieron los patrones de tensión, hacia niveles más profundos, hasta llegar de nuevo al nivel de la célula. Es obvio que no se puede soltar esta tensión celular de igual manera que se mueve una mano o se hace algún movimiento deliberadamente; el hecho de que decidas que tus células dejen de estar crónicamente tensas no hará que estén menos tensas.

Así pues, el camino a recorrer no es otro que el de recobrar la integridad, integridad que se expresa en patrones de movimiento que a su vez obedecen a patrones fundamentales de la propia biomecánica del cuerpo humano. El correcto uso de la musculatura del cuerpo, en la práctica de posturas de yoga, reestablece la expresión de esta unidad entre cuerpo mente y espíritu, pero para ello debemos reaprender a utilizar el cuerpo sin comprometer ninguna de sus partes en beneficio de otras. Esto puede suceder muy fácilmente en la práctica de posturas de yoga si buscamos absurdas metas físicas, simplemente utilizando las posturas para generar más elasticidad, más fuerza o mayor capacidad de concentración, por ejemplo.

La segunda condición

La práctica ecuánime de yoga no busca generar algo nuevo, nada más lejos de su propósito, sino restablecer lo que por falta de atención se perdió: la conciencia de nuestro estado unificado. Así que aquí tenemos otra característica que debería ser común a todos los estilos de yoga: respetar en todo momento la disponibilidad funcional del cuerpo para realizar la práctica. Dicho de otra manera, la mecánica de las posturas de yoga no responde a ningún patrón estético ni relación geométrica, sino que depende estrictamente de la disponibilidad biomecánica de las articulaciones.

La disponibilidad de una articulación tampoco es algo fijo, determinado por una cantidad de grados en concreto. A veces, en alguna clase se pueden oír frases como “abre el pie derecho 35 grados”. Este tipo de frases deberían ser orientativas y no de carácter impositivo, como sucede a menudo. Podríamos definir que la práctica de posturas de yoga es una invitación a “observar detenidamente el proceso de la acción, permaneciendo sensible y abierto al impacto de la acción en sí”. Por lo tanto, si nos perdemos en la forma, es muy probable que se nos pase por alto el contenido.

Al permanecer atentos al proceso de la acción, determinando su impacto desde la sensibilidad propioceptiva del cuerpo, podemos ir regulando la intensidad de la postura desde su contenido y no desde su forma. Ir ajustando las posturas con este criterio permite que las células reconozcan los patrones de integridad. Al no generar agresión en las posturas, la relajación penetra más allá del músculo, el tejido conjuntivo de las articulaciones se descomprime y el cuerpo se abre. Se puede decir que las células se relacionan desde un patrón de confianza, que se expresa en el cuerpo como si éste fuera más ligero,  una de las sensaciones que a menudo se oyen después de una clase.

La cuestión de Oriente

Y para concluir me gustaría aclarar otra cuestión que desde mi experiencia es causa de confusión y nos desvía de la efectividad de la práctica. Muchas veces se produce un rechazo del mundo en el que nos hemos criado, de las tendencias de Occidente a favor de la filosofía de las de  Oriente, ellos y nosotros, negando todo lo que somos y apostando por una nueva imagen que incluye toda una retahíla de conceptos y costumbres que no entran ni con calzador. Negar nuestra “naturaleza total” a favor de una “naturaleza espiritual” no es más que reforzar nuestro sentimiento de desaprobación, escapando de la realidad de los hechos: eres europeo si has nacido en Europa, y toda tu configuración celular responde a ello.

No se trata de crear algo nuevo; el ser perfecto que eres ya está ahí, esperando a ser experimentado conscientemente, porque ya está siendo experimentado. Tratar de cambiarlo desde la imposición de apósitos que no son tuyos ni de tu cultura ni tú, es establecer un conflicto del que nadie saldrá victorioso. Otra cosa muy diferente es que reestableciendo los patrones de integridad desde una práctica sensible y consciente, no mecánica e impositiva, devenguen en ti una serie de cambios sutiles, que afectarán a tu manera de responder a la vida. Pero esos cambios se dan por sí solos, sin imposiciones violentas u obsesivas; los sentirás como una parte más de tu naturaleza. No es necesario reclamar la espiritualidad cuando estás integrado; si reclamas esa parte te perderás la totalidad. Si una práctica te separa de lo que amas, pon en duda su efectividad.

Taller de introducción al Yoga Dinámico

Antonio Tugores impartirá un taller de introducción al Yoga Dinámico, La Experiencia Holográfica del Cuerpo, para indagar en los procesos de una práctica segura y eficaz.

  • Viernes 20 de junio de 17,00 a 20,00
  • Sábado 21 de junio de 10,00 a 14,00 y de 15,30 a 19,30
  • Domingo 22 de junio de 10,00 a 14,00

Precio: 150 Euros

Inscripciones: info@escueladeyoga.com / 91-416 68 81 648 078 824

Más información: www.escueladeyoga.com

 

Quién es

Antonio TugoresAntonio Tugores, Ghimel, es coordinador de la Escuela Internacional de Yoga en Mallorca.

Su carrera profesional cambió radicalmente -nos cuenta- después de tener un accidente que le obligó a visitar el hospital de parapléjicos de Toledo, donde permaneció cinco meses, después de diez años de terapias, masajes, osteópatas, operaciones… «A partir de esta experiencia, enfoqué la salud desde otro prisma y fue a través de la práctica del yoga como encontré una salud integral para el ser humano. Así, en 2001, comencé una formación en Soaham, Escuela de Yoga Integral, que ya no se terminará nunca.

En 2003 fue director del centro de Yoga Soaham Manacor. En 2004 abrió su propio centro de yoga en Palma de Mallorca como delegación de Witryh, escuela de yoga integral.Desde el 2004 colaboró en la creación de la Federación Española de Yoga Satsanga, participando en la coordinación de varios congresos nacionales (Mallorca 04, Jaca 05, Málaga 06 y Lleida 07) y en 2006 y hasta 2007, asumió la presidencia de dicha Federación.

«Impulsado por mi profunda inquietud de evolucionar e integrar en mi formación nuevas perspectivas y conocimientos vivenciales, mi vida y mi práctica de Yoga dieron un gran vuelco al iniciar un curso de formación con Godfrey Devereux (introductor de Yoga Dinámico en Europa) y completar una etapa importante de mi formación. La influencia de Devereux y su aportación a mi comprensión del proceso del yoga han sido determinantes en mi método de enseñanza. Fue un momento de cambios importantes, horizontes renovados y trabajo junto a personas que llevaron mi experiencia a niveles más avanzados».

En esta nueva etapa destacan la apertura de un nuevo centro de yoga en Mallorca en 2008, ya como Escuela Internacional de Yoga, en estrecha colaboración con Mayte Criado. Actualmente participa como formador de profesores en la escuela, imparte cursos a nivel nacional y colabora con otras escuelas de formación de profesores.