Master Class/ Las instrucciones en una clase de yoga

2013-11-28

Manuel Luque es subdirector de la Escuela Internacional de Yoga y coordinador de la Formación de Profesores de Yoga Presencial. Es el principal responsable de que los futuros profesores salgan con un conocimiento muy avanzado de lo que es estar correctamente en âsana y cómo transmitir las instrucciones en clase de manera clara y precisa.

Manuel Luque

Profesor y master de Hatha Yoga titulado en la Escuela Internacional de Yoga y certificado por la International Yoga Federation, la European Yoga Federation y la Federación Española de Yoga Profesional. Comenzó su formación como Instructor de Yoga en Yoga Center, titulado por la Asociación de Profesores de Yoga Sananda. Es Instructor de Pilates certificado por Kabat y quiromasajista.

Ha seguido enseñanzas de Yoga Iyengar y Ashtanga Yoga. Asimismo se ha formado en «Cinética Respiratoria» en los Cursos de Anatomía para el Movimiento de Blandine Calais-Germain; Nada y Hatha Yoga con Mayte Criado en la Escuela Internacional de Yoga; y Yoga Nidra con Habib Ba. Sus pasiones, ya en su actual fase de especialización, son la Pedagogía del Yoga y también el Yoga Terapéutico.

Manuel nos comenta: “Llevo diez años en la Escuela Internacional de Yoga, y como coordinador de la Formación de Profesores, unos cuatro años. He llegado a conocer bastante profundamente el propósito de lo que la EIY trata de transmitir y ofrecer. La evolución de la Formación siempre es continua, integrando nuevos aspectos, posibilidades y formas de transmitir al alumno, de la manera más directa, en base a nuestra experiencia y conocimiento del yoga”.

Como subdirector de la Escuela, Manuel Luque se encarga muy directamente de los procesos de comunicación personal con los alumnos de Formación Profesores de Yoga (Segundo Nivel). “El profesor ha de desarrollar una manera de dirigirse al alumno, de dirigir âsana, de encontrar su espacio”.
Destaca Manuel que esto encierra una alta responsabilidad. “Los profesores somos transmisores de una ciencia milenaria y unas herramientas que hay que adaptar a las necesidades de los alumnos de hoy, que pueden venir con niveles de estrés muy elevados o con dolencias físicas. Se trata de crear un espacio de bienestar dentro del caos interno que todos tenemos en alguna medida”.

Los estudiantes de la formación de profesores han de encontrar esa vía de comunicación con sus futuros alumnos. “Hay una estructura para dirigir las posturas con instrucciones claras y precisas. Eso no puede faltar, para que âsana no aporte nada que vaya en contra del alumno, ni en lo articular ni en lo muscular. Pero no podemos quedarnos ahí. A través de las instrucciones también debemos crear un estado de conciencia. Ese es un proceso que se va consolidando con los años, pero yo trato de sembrar esa primera semilla desde el principio”, comenta Manuel Luque.

“Para un profesor eso es algo muy valioso -sigue Manuel-, pues es lo que el alumno se va a llevar a su casa día a día. No se va a acordar de si el pie hay que colocarlo de una manera u otra, sino de lo que ha sucedido en clase y de la sensación que se lleva”.

Pedagogía del yoga

Es el cometido de Manuel Luque: enseñar a dirigir âsana de manera correcta. «Porque a lo largo de la formación lo que el alumno tiene que comprender es que hay unas pautas que debe seguir para que el que entre en su futura clase salga por lo menos igual que entró, que no se vaya lesionado ni más estresado. Queremos que el alumno que asista a clase sienta que el espacio que hay entre su entrada y su salida le ha ayudado a encontrarse consigo mismo y con su paz interior. Esta semilla que se intenta sembrar en la formación es el enfoque de la dirección y transmisión de âsana».

¿Qué van buscando los alumnos, qué les inquieta cuando piensan en su futuro trabajo como profesores?

«Ellos todavía no tienen las herramientas de la experiencia que te da la enseñanza del yoga, y las necesitan para poderse desenvolver con libertad en la clase. La primera demanda son esas herramientas para poder dar respuestas a quienes tienen algún tipo de dolencia, cómo adaptarse a una clase con un cierto nivel de conocimiento. Su demanda es siempre ésta. Y mi mensaje es que eso esté, por supuesto, pero que además tengan una visión más amplia, porque la práctica es algo integral que atañe a todos los aspectos del ser, y no solo el físico».

«Pero ese ‘algo más’ -continúa explicando Manuel-, es decir, cómo llevar al alumno desde una clase de yoga hacia el encuentro consigo mismo, no está escrito en ningún manual; es la propia experiencia del profesor la que lo plasma en su clase. Por eso cada clase de yoga es tan diferente como lo que cada profesor pone de sí mismo para llevar al alumno hacia ese ‘algo más’. Claro, lo primero es obtener las herramientas para llegar al alumno desde el plano más accesible, que es el cuerpo. A los otros planos más sutiles se llega con experiencia y el rodaje del día a día».

¿Cuáles son los puntos fuertes de la Escuela Internacional de Yoga en formación de profesores?

«Nuestro fuerte es que el alumno sale con un conocimiento muy avanzado de lo que es estar correctamente en âsana y cómo transmitir las instrucciones de manera clara y precisa, para que los futuros alumnos que asistan a sus clases generen ese conocimiento e intuición en sus propios cuerpos. Por supuesto, los otros aspectos filosóficos y sutiles están muy presentes, pues son fuertes pilares de la escuela».

«Nuestra mayor satisfacción es cuando los alumnos nos confirman que estando en clase saben en todo momento lo que está sucediendo porque se lo vamos transmitiendo de una manera clara y directa. Lo cual no deja espacio para la inseguridad o la improvisación. Lo que nos comentan los profesores formados en la escuela es que siempre tienen esa misma sensación de saber en todo momento lo que está pasando en la clase».

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