Movimiento. Esta es la palabra que subyace en la experiencia vital de Samantha Cameron. En la niñez descubriría la danza como medio de superar problemas provocados por una tartamudez transitoria. Años más tarde su encuentro con el yoga la sumergió en las profundidades de una renovación tan trascendente como personal. Escribe Aurelio Álvarez Cortez (en la foto, Samantha Cameron).
Es la creadora de Shakti Dance, la disciplina que reúne el yoga con la danza. Tiene su centro de formación en Boston, Estados Unidos, y este año viene nuevamente a España, en esta ocasión para participar como invitada especial del IV Congreso Mediterráneo de Yoga, en Valencia, del 12 al 14 de febrero en el Complejo Deportivo y Cultural La Petxina.
El diálogo transocéanico fluye a modo de aperitivo. “Comencé a tomar clases de ballet clásico cuando tenía siete años, así pude relacionarme con quienes me rodeaban y superar una tartamudez. Me sentí libre y pude manifestar la alegría que abrigaba en mi interior”, dice en el inicio de la charla.
Así llegó a formarse tanto como bailarina como coreógrafa en la UCLA (Universidad de Los Ángeles, California), integró grupos artísticos de fama en Nueva York y creó su propio cuerpo de baile. Pero habría una sorpresa en su camino al tomar una clase de yoga con Anna Forrest, conocida profesora en el ambiente californiano. Allí percibió “una inmensa energía que se renovaba en mí, otra forma de continuar con la idea del movimiento”, según recuerda, de un modo tal que los pranayamas, mudras y mantras alcanzaban niveles intensos de vivencia.
Pronto tuvo la idea de hacer confluir danza y yoga, y creó las bases de Shakti Dance. Con mucho respeto y atención fue sumergiéndose en lo nuevo, buscando que la música hiciera un trabajo de filigrana, conectando el cuerpo con las emociones. “Música clásica, pero también canciones populares, el jazz, y me gustan mucho las melodías de países americanos, europeos, España en particular”, detalla con una voz que se aclara al momento.
Y no sólo música, también le inspira la poesía de Unamuno, María Oliver, Hafiz, Rumi o Whyte… “Estos escritores conectan el espíritu con la naturaleza, y la naturaleza de nuestra humanidad”, afirma con entusiasmo, señalando que “cualquiera sea la inspiración, nos ayuda a escuchar al Universo, a abrir nuevas puertas de la percepción y la creatividad”.
El nombre de Shakti tiene toda la intención de indicar que “nos movemos para descubrir y revelar lo divino que hay en uno mismo, la poderosa energía de la creación”, y los efectos de este mix de yoga y danza son similares a los del tantra yoga. Sin embargo, destaca que como “yoga es vida y la vida es yoga”, todos los caminos de la disciplina yóguica son útiles para abrir, ampliar los canales energéticos.
Como dato particular, señala como mayor beneficio de Shakti “la estimulación de todo proceso de curación, la creatividad y la alegría. Yo puedo cultivar el espíritu y aumentar las percepciones sensoriales a través de las conexiones femeninas”, alcanzando una “alquimia entre lo denso y lo sutil, lo ordinario y lo extraordinario”.
Para enseñar Shakti Yoga Dances es necesario primero tener un título de formación de yoga de 200 horas y luego un entrenamiento de Shakti Dances, de 35 horas. Al respecto, su creadora agrega: “Por ahora, mi trabajo está en EEUU, pero hay muchas personas en Europa que piden formarse y me gustaría concretarlo”.
Por último, Samantha invita a todos a participar del IV Congreso Mediterráneo de Yoga, en Valencia, diciendo: “Será un momento de alegría, haciendo un viaje en el que bailaremos con el corazón abierto”.
Toda la información respecto a la participación de Samantha Cameron en dicho evento, y el programa de actividades, en www.congresosdeyoga.com