Mudras: Mudra del loto

2014-01-22

Este mudra también pertenece al grupo de mudras espirituales, por ello es mejor no asignarle un tiempo de práctica ya que será distinto para cada persona.

Mudra loto

Une las manos ante el pecho de manera que sólo se toquen por su parte inferior y por las yemas de los dedos: se trata del capullo de la flor de loto. Ahora abre las manos, pero sin que los meñiques y los pulgares dejen de estar en contacto; extiende y separa los otros dedos tanto como te sea posible. Después de cuatro movimientos respiratorios profundos, vuelve a cerrar las manos para formar el capullo, une las uñas de los dedos largos de ambas manos; ahora los dorsos de los dedos, los dorsos de las manos, y deja oscilar así las manos, muy relajadas, durante un rato. Siguiendo los mismos pasos, vuelve a trazar con las manos la forma de capullo y la flor de loto abierta. Repetir varias veces.

Este mudra corresponde al chakra del corazón y simboliza la pureza de este órgano. En el corazón habita el amor y por lo tanto también la bondad, el afecto, la comunicación, cualidades todas que debemos mantener limpias y otorgarlas de manera incondicional, como una flor abierta que ofrece su cáliz a los insectos. A ellos les da alimento y calor en las noches frías. A cambio es polinizada por los insectos y puede cumplir el motivo de su existencia. Nosotros también estamos más o menos ligados a las personas de nuestro entorno, en lo bueno y en lo malo, y dependemos de ellas. Pero la flor abierta tiene todavía otro mensaje para nosotros. Se abre al sol, el principio divino, y se deja obsequiar todo cuanto necesita; es obsequiada de forma abundante y recibe mucho más de lo que «necesita». Las flores nos alegran porque en sí mismas llevan y reflejan el rostro divino.

Practica este mudra cuando te sientas agotado, explotado, incomprendido o sólo. Ábrete a las fuerzas divinas y recibe todo aquello que necesites, y mucho más.

Visualiza en tu corazón un capullo de loto (o un nenúfar). Con cada inspiración la flor se abre un poco más, hasta que por fin queda del todo abierta y puede recibir en su interior toda la luz del sol. La flor se deja llenar de luz, ligereza, calor, amor, entusiasmo y felicidad.