El minimalismo en el Yoga aporta valor

2019-01-28

Tengo la costumbre de dedicarme los libros que leo, me sirve de inspiración. En uno de los primeros libros que leí sobre minimalismo, la dedicatoria que me regalé fue: «Soy feliz con lo que tengo, y desde aquí voy creando todo lo que necesito». Escribe Maite Galende.

La idea de “menos es más” nació como un concepto de arquitectura con la intención de organizar los elementos de un edificio para crear una sensación de simplicidad y armonía y a la vez darles una función estéticamente práctica. Este concepto se trasladó a otros campos artísticos, de donde surgieron corrientes minimalistas literarias, musicales y artísticas.

Así como el minimalismo se relaciona con la armonía en los espacios y de “menos es más”, en los textos de Yoga Sutra de Patánjali encontramos el yama aparigraha: No acumular. Articulado como el apego, no solo se refiere a bienes materiales sino también a experiencias o conocimientos, e incluso emociones acumuladas, y nos invita a su otra cara: la sobriedad, que nos da a entender la importancia de armonizar nuestra práctica de Yoga.

Cuando uno cultiva aparigraha, obtiene tiempo real, un presente continuo y eterno.

También en los Sutra encontramos el niyama samtosha: esa capacidad de percibir que lo que tenemos es lo que precisamos en cada momento. Reconocer el valor de cada detalle, sabiendo que la vida provee lo justo y necesario. Una de las claves del minimalismo no es “no tener”, sino elegir tener lo que uno necesita. En Yoga podemos verlo como elegir moverse en función de lo que el cuerpo necesita. Valorar lo que uno tiene desde la alegría y aceptación. Eso es samtosha para mí.

Aportar valor

Así como el minimalismo reduce elementos para potenciar su impacto, “menos es más” en Yoga tiene que ver con reducir los estímulos y así amplificar la percepción y aprender a discernir. Reducir el ruido mental para dar espacio a los diálogos de nuestro cuerpo y podernos comunicar con él. En él está toda nuestra historia.

Al igual que los minimalistas japoneses se deshacen de las cosas que ya no les aportan valor, en nuestra práctica de Yoga podemos preguntarnos: ¿Qué hábitos de una postura o movimientos de ella ya no me son útiles? ¿Qué patrones emocionales ya no me sirven? ¿Qué movimiento ya no me aporta crecimiento?

Minimalismo no es tener o hacer menos, sino que lo que tienes y haces te aporte valor.

Yoga para mí no es hacer Yoga, sino que el Yoga que hago me aporte valor. Mejor hacer un solo día consciente que cinco días sin ninguna conciencia. Una sola ásana o postura presente que cinco sin presencia alguna.

Yoga no es hacer muchas posturas, sino que en aquella que decido hacer me permito ir hacia lo invisible de ella, “lo pequeño”, y permanecer el tiempo necesario para que la postura se comunique conmigo. Así permito que el cuerpo encuentre su camino, que es único, permito que mi respiración sea la guía en ese camino.

Otra analogía que encuentro entre el minimalismo y el Yoga son las pausas, que el minimalismo comunica como la creación de espacio para que entre lo nuevo. Espacios que nuestro cuerpo necesita para digerir la información del movimiento, para permitir que el propio cuerpo se quede con lo que le es útil y nuevo y suelte lo que ya no lo es.

Lo que el Yoga no es

Estos espacios son naturales y los encontramos en nuestro cuerpo al respirar. Al terminar la inspiración, existe un vacío sutil, un espacio que indica al cuerpo que ha de cambiar el gesto respiratorio para espirar. Sin ese espacio, ¡el cuerpo posiblemente no sabría cambiar su gesto respiratorio! Con estas pausas en el movimiento conseguimos, entre otras cosas, que el cuerpo no nos responda de una forma automática, sino consciente.

Para realizar la práctica de Yoga no se requiere ropa cara, ni de última moda, no se requieren muchas posturas, sino presencia, esa presencia que nos lleva a sentir el presente, abrazando todo lo que en él emerge. El minimalismo lo llama sencillez, humildad, y belleza plena.

Yoga tampoco es tener muchos alumnos; es saber que los alumnos que hay son los que en ese momento concreto se necesitan; saber que un solo alumno es suficiente para nutrir nuestro universo. Hacer sin afán al fruto, seguir amando el presente sabiendo que lo que hay en él es lo que necesito en cada momento.

Te propongo una práctica minimalista de Yoga:

Elige una sola postura de Yoga, una sola, y nutre con tu atención cada parte de ti en ella. Si por ejemplo eliges Adho Mukha Svanasana, comienza jugando con tu atención en las manos y experimenta lo que sucede si, por ejemplo, mueves los dedos de las manos. Luego, como un juego, asciende por tus brazos y hombros, y comienza a comunicarte con la postura a través del cuerpo. Observa entonces cómo el cuerpo te indica qué hacer para poder permanecer en ella; tal vez no sabes qué hacer con lo que encuentres.  Observa también tus estados mentales, si van cambiando y hacia dónde se dirigen, y qué haces con lo que encuentras, si lo rechazas, lo tratas de modificar o simplemente lo aceptas.

Y cuando sientas que es el momento, haz una pausa en Virasana, Balasana o Savasana y cerrando los ojos deja que el cuerpo integre y elimine lo que no necesite y se quede con lo que le es útil.

Suprimirse para Ser.

Om Shanti, hari om tat sat

Maite Galende. Formada como profesora de Yoga, especializada en Yoga Nidra, FisiomYoga, y técnicas de consciencia corporal (LK Movimiento Inteligente) y mentora en desarrollo personal, combina enseñanzas antiguas con disciplinas de vanguardia, respetando de forma eficaz y segura cuerpo y mente.
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