In Memoriam/ Nirmala, Lydia García

2021-04-19

Ha fallecido, tras una dura enfermedad, una profesora de referencia de la escuela de Yoga Sivananda, Nirmala Lidya García. Fue buena yoguini, silenciosa y muy apreciada, como se desprende del recuerdo escrito en el siguiente “In Memoriam”. Treinta años de enseñanza del yoga a sus espaldas.

Una yoguini sincera.
Dejó huella,
sin pretenderlo.
 

Caminó despacio,
entusiasmando a los que la conocimos en su vida.

Fue fiel a la tradición en la enseñanza del yoga,
al compartir,
en silencio y sin alharacas,
asanas y pranayamas.

No dejó de enseñar fielmente lo que aprendió de sus Maestros.
Regaló claridad a la confusión y a la incertidumbre de cientos de estudiantes que a ella acudieron.

Superó las dificultades de la vida: fallecimientos extemporáneos, accidentes violentos, enfermedades y hospitales.

Cuando aparecieron les dio la bienvenida con una sonrisa,
como corresponde a quien vive en la calma del yoga.

Comenzó, como todos,
cuando corresponde.

Nirmala, Lydia García, ya tenía su primer libro de yoga con apenas doce años. Como un juego, practicaba sus primeros asanas.

Itzu, Karmelo y Shanti Devi la llevaron de la mano en su aprendizaje hasta recalar, cuando cumplió los veinte, en la tradición y el linaje Sivananda, a la que siempre fue fiel.

Hari y Sacha la acompañaron en el Amor, que siempre compartía a raudales con los que a ella se acercaban.

Las tierras del norte, en el País Vasco, fueron el espacio en los que dejó su enseñanza. Legutio, Arrasate-Mondragon, Vitoria y finalmente en Eskoriatza, donde con el natural esfuerzo de los grandes proyectos, fundó Dharma Yoga Zentroa. Un centro de yoga vivo y abierto a los practicantes sinceros de toda procedencia y condición.

El Yoga es para todos y para todo, decía Sivananda. Nirmala, siguiendo las buenas tradiciones, lo llevo a todos los que la escucharon y a todos los espacios donde le permitieron enseñar.

“Un pequeño esfuerzo, un gran beneficio”, repetía a sus estudiantes de yoga, como si de un mantra se tratase.

El miedo no fue compañero de viaje para Nirmala, pero si la alegría, la tranquilidad, la humildad y la sonrisa.

Fue, como los sadhus anónimos que meditan para la humanidad en las orillas de los ríos y en las montañas: discreta y silente.

Transitó joven, pero cincuenta y cuatro años le bastaron para ser ejemplo de ejemplos para el yoga.

Om trayambakam
Om trayambakam
Om trayambakam,

Descanse en paz.

Gopala. Centro de Yoga Sivananda Vedanta