¿Por qué cuesta tanto cambiar?

2020-10-01

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar, aunque nos demos cuenta de que nos estamos atormentando inútilmente y de que nos permitimos sentir estados negativos de ánimo y emociones perniciosas que no se las desearíamos ni a nuestro peor enemigo? Escribe Ramiro Calle.

Uno se propone no seguir estando más sometido al demonio implacable de los celos, pero fracasa en el intento; otro no quiere seguir siendo la víctima pasiva de su irascibilidad, pero no lo consigue; hay otra persona que sufre mucho por la envidia y quiere liberarse de la misma, pero no lo logra; está quien se percata de lo absurdo de sus reacciones de susceptibilidad, pero no puede evitarla, como no puede el que se empeña en no ser desmesuradamente ávido o quien no quiere albergar odio y malevolencia pero no puede dejar de experimentarlos.

A un fracaso sigue otro fracaso en el intento por superar la ofuscación, la rabia, el odio, la envidia, la suspicacia, las reacciones desmesuradas y neuróticas, los traumas o los complejos, las amargas frustraciones y la autocompasión.

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar, aunque nos demos cuenta de que nos estamos atormentando inútilmente y de que nos permitimos sentir estados negativos de ánimo y emociones perniciosas que no se las desearíamos ni a nuestro peor enemigo?

Algunos, neciamente, se consuelan diciendo «uno es como es» y otros se sienten abatidos o inermes, dándose cuenta cabal, y a veces demoledora, del poco control que se tiene sobre uno mismo. Pero no hay por qué resignarse fatalmente a la propia desarmonía interior y seguir retroalimentando hasta el infinito tendencias mentales y emocionales insanas. Hasta cierto punto uno puede ayudarse, cambiar sus actitudes y enfoques mentales, y saltar fuera de la sombra de la neurosis, el desaliento y la amargura.

Fue un maestro quien le dijo a su discípulo: «Si tu mente no te gusta, cámbiala». A otro, un pupilo le dijo: «Ayúdame a liberarme», y el mentor repuso: «¿Y quién te ata si no tu propia mente?». Otro fue a visitar a un preceptor espiritual llevándole en las manos un regalo. El maestro ordenó: «¡Arrójalo!». El discípulo arrojó el regalo, pero el maestro insistió. «¡Arrójalo!». Arroja tu miedo, tu odio, tus celos, tu envidia, tu desidia vital, tu insanía emocional, tu neurosis…

Cuidado con estancarnos

Pero no es fácil, porque todos queremos desprendernos de algo en nosotros que nos perturba o daña o lesiona a los demás, y no lo conseguimos. Y asi pasan los años y uno sigue acarreando los mismos enemigos internos, lo que en algunas de mis obras he llamado «los torturadores internos».

¿Por qué es así? Examinémoslo juntos. No me dejéis el trabajo solo a mí. En primer lugar hay un proceso que se denomina de cristalización o fosilización, y que comienza a tener lugar desde la infancia. Nos coagulamos. Nos petrificamos. Nos volvemos una cosa rígida: cosificación.

Psíqiuicamente nos estancamos. Igual que al principio una escayola es maleable pero luego se torna rígida, así sucede con nuestra psiquis. Se vuelven rígidas nuestras estructuras cimentadas por viejos patrones, experiencias, reacciones, adoctrinamientos recibidos y represiones. Todo ello son condicionamientos internos que generan conductas muy difíciles luego de cambiar. Somos el hijo del niño que fuimos, vivimos a la sombra de esos condicionamientos férreos, detrás de los cuales hay también mucho miedo.

Arrastramos el fardo de nuestros agujeros psíquicos, de nuestras personales grietas del alma. No nos gustan muchas cosas que sentimos y que son graves impedimentos en nuestra senda hacia la madurez emocional y la paz interior. Nos hacemos daño, pero no sabemos cómo evitarlo. Creemos que podemos rellenar esos agujeros psíquicos conquistando más logros y metas en el exterior, pero es una ilusión; así no es posible.

Al inevitable proceso de cristalización, que nos frena en nuestro proceso de sana individuación y nos vuelve unos neuróticos de tomo y lomo, se añade nuestra falta de autoconocimiento, esclarecedor discernimiento y capacidad para que afloren nuestras mejores energías internas y podamos cambiar y armonizarnos.

Antes que nada tenemos que entender lo siguiente: nadie se acuesta siendo de una manera y se despierta al día siguiente siendo de otra, nadie. Entendamos también que nadie puede provocar nuestro cambio interior por nosotros, nadie. Y también que este cambio no es nada fácil y requiere motivación y esfuerzo, así como un propósito muy firme. Debe partir de la aceptación consciente de nosotros mismos y del autoconocimiento, pero nunca de la resignación. Este cambio, que nos armonice y nos haga sentirnos mejor, también favorecerá a los demás.

La balsa de la Enseñanza

Entendamos asimismo que pequeños cambios conducen al gran cambio. No debe haber expectativas triunfalistas, pero sí total confianza en las propias capacidades para evolucionar. Y necesitamos una técnica, o estamos perdidos; una balsa para cruzar de la orilla de la neurosis a la de la integración psíquica. Esa técnica son las enseñanzas y métodos que hemos heredado de grandes maestros de mente clara y corazón compasivo. Sin dogmas de ningún tipo. Pero si no contamos con una balsa, es más fácil ahogarse.

La balsa es la Enseñanza, con sus instrucciones, claves y procedimientos. Esa Enseñanza es perenne y, como han dicho las grandes mentes realizadas, es pura en el principio, el medio y el fin. Ella no falla; fallan sus expositores, intermediarios y seguidores. Y esa enseñanza dispone de sus métodos transformativos, entre los que se encuentran el discernimiento puro, el entendimiento correcto, la meditación, la acción ética y otros.

Solo he abordado una parte del problema, pero una parte importante. El problema mayor no está en la persona individualmente, sino en las personas. Imaginaros la que pueden armar mil personas neuróticas que se unen o un grupo de dirigentes neuróticos que tratan de dirigir neuróticamente a seguidores neuróticos, ciegos y aborregados. Merece la pena intentar el cambio interior: será un regalo para uno mismo y para los demás.

Nota: Encontraréis también nuestras enseñanzas en el Facebook «Yoga Ramiro Calle», así como muchas de ellas en YouTube, donde he colgado muchas clases gratuitas de hatha-yoga y meditación.

Mi relato espiritual e iniciático El Faquir también se encuentra publicado en bolsillo, a un precio muy módico, y se le ha incorporado la segunda parte, En Busca del Faquir, en la editorial Booket.