Samadhi, 2ª parte

2020-07-16

Samadhi es ese estado de meditación que sucede cuando tanto el meditador como el objeto sobre el que meditar se fusionan, se unifican, no hay diferencia entre ellos (ver 1ª parte aquí). Escribe Maheshwari (Mayte Aguado).

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“Mantener la vida durante 5 segundos es dharana, concentrar la mente en un sujeto durante 60 segundos es meditación y samadhi es la abstinencia continua de la vida durante 12 días”.

Samadhi es un estado de meditación en el que la conciencia externa se extingue. Se considera la última etapa de la meditación, el estado más alto de calma mental, de concentración y de meditación.

En este estado la persona y el objeto en el que se concentra se convierten en uno. Es decir, en este estado de meditación, la diferencia entre el yo y el objeto desaparecen por completo. Uno con todo.

Como se indica en los Upanishads, un individuo para llegar al estado de samadhi ha de silenciar las actividades innecesarias a fin de evitar expectativas. Se necesita poner atención en tener una voz, un cuerpo y una mente contenida, hasta que se convierta la inacción de la acción en un estado natural.

Swami Vivekananda decía que el samadhi se podía alcanzar por cualquiera de estas formas de yoga: Raja Yoga, Karma Yoga, Bhakti Yoga y Janana Yoga. Siguiendo diferentes etapas de la práctica del Raja Yoga, es decir, el del control mental, una persona puede alcanzar el estado de samadhi. También dijo que el estado de samadhi se puede lograr igualmente haciendo Karma Yoga, es decir, trabajando sin preocuparse por los frutos. Del mismo modo, el samadhi también se puede lograr a través de la devoción Bhakti y del Janana Yoga o yoga del conocimiento.

Para todo aquel que busca la respuesta, no la podrá alcanzar si no medita. Para lograrlo es importante permanecer enfocado en sí mismo, sin objetivos; entonces esa situación lleva al estado superior de la consciencia, y la diferencia entre lo conocido, el conocimiento y el conocedor termina. Aquí el buscador se convierte en lo último. Como cuando se arroja un trozo de sal al mar y se disuelve perdiendo su existencia, de la misma manera el buscador también entra en samadhi.

Allí no existe el apego, renuncia el ego de la mente disolviéndose en el alma. Es liberarse de los grilletes del mundo, allí se es libre del nacimiento y de la muerte. Por ello es necesario practicar meditación; si no, el estado del samadhi nunca se podrá obtener y por lo tanto tampoco la liberación de los lazos del mundo.

Puerta de entrada

El buscador que alcanza el estado de samadhi va más allá de buscar entre el olor o el tacto, la palabra o el silencio, la oscuridad o la luz, nacimiento o muerte, forma o sin forma. El buscador va más allá de la sensación de calor, frío, hambre, sed, fama, pobreza, felicidad, tristeza, etc. La conciencia de la mente cesa y se arraiga en la meditación. El buscador obtiene la liberación al sumergirse en el océano de su existencia y conocimiento.

En ausencia de conciencia física y mental, entonces la conciencia espiritual se despierta, el amor más infinito reaparece, solo existe la verdadera naturaleza viva. Tal estado se llama el estado de turiya, que es el estado de conciencia última e indescriptible, la puerta de entrada al samadhi.

En el estado de samadhi, la mente pierde el conocimiento de todas las demás cosas, incluso la última percepción. En este estado, la mente se vuelve tan absorta en el objeto a meditar que nadie más tiene conciencia de ello.

En samadhi, la persona va más allá de los tres estados normales de conciencia, vigilia, sueño o sueño profundo, a un cuarto estado donde ya no hay identificación. Entiende que «no existe nada como una cosa en sí misma», es decir la visión de que los objetos en el espacio y el tiempo existen independientemente de nuestra experiencia con ellos. Por lo tanto nada, en relación con lo que percibimos con los sentidos, implica el potencial que tenemos para llenarlo. Si dejamos de interactuar con ellos, dejamos de identificarlos y llevarlos al pensamiento, para así salir de esa dualidad; es decir, identificamos la ausencia al contrastarla con la presencia.

Pero pensémoslo: ¿si entramos en una habitación oscura quiere decir que está vacía? No podemos identificar las cosas por lo que percibimos, pero identificar nada es identificar algo, y cuando identificamos algo tenemos el potencial de identificarlo todo, sin presuponer primero la existencia de algo. Por eso es importante la práctica de dharana, llevar la atención a una sola cosa. Y luego desde ahí podemos disolvernos con esa sola cosa e ir a dhyana o meditación. Y de ahí, dejándolo de sentir es samadhi.

En ese estado el ego de la persona está completamente destruido. Entonces la mente permanece en tal existencia que se funde en un estado muy por encima del conocimiento y el ego. El conocimiento ya no existe, no puedes identificarte con nada cuando sales de él; está más allá de ello, aquí uno pierde la energía de su propia conciencia, pero se es máxima consciencia (sin identificación).

Por eso uno se libera de la esclavitud del nacimiento y la muerte para siempre, ya no importa morir porque no es morir. Todo se entiende, es decir, la razón de la existencia. Ya la relación de causa, efecto y lógica no tienen lugar en samadhi. No hay nada lógico en samadhi. Bajo esta condición, el cuerpo detiene casi por completo toda su actividad física consciente, pero la persona no muere. Es un estado irreflexivo desde el cual los pensamientos no existen, y cuando se regresa hay una especie de visión difusa global tan clara como la claridad que hay sin serlo, porque el intelecto no está activo, no hay aún ni un solo pensamiento sobre la materia y no se busca la causa de nada. De esta manera, samadhi puede entenderse como un estado que está más allá de la lógica, la conciencia y las ideas.

El poder de la meditación

Samadhi no vendrá desde afuera; sucederá desde dentro y su despertar surge desde fuera para ir adentro.
Concentrarse en Brahmarandhra se llama Prana-Samadhi. El poder está en controlar totalmente la respiración y así la mente se vuelve estable y equilibrada. Ser consciente de la energía de la respiración (Prana vayu) durante 5 segundos es “dharana”, enfocar la mente durante 60 segundos es “dhyana” y “samadhi” es la continua abstinencia de la vida durante 12 días.

Mis queridos amigos o amigas, todas las funciones internas o externas del cuerpo las hacemos nosotros, pero no lo sabemos, hay muchos nervios en nuestro cuerpo que continúan desempeñando sus funciones sin nuestro conocimiento. Todas esas acciones las llevamos a cabo, pero aún no tenemos conocimiento de ese trabajo. Averiguarlo es el camino. Hay tanto poder en la meditación que a través de la práctica del yoga puedes detener hasta el ritmo cardíaco, pero primero debes controlarlo.

Eres un maravilloso ser, y el trabajo hacia el camino espiritual tiene dos etapas, ignorancia y conocimiento, sólo hay que aceptar.
Con amor,

Maheshwari. Directora y fundadora de la escuela Prana Yoga. www.pranayoga.es