Victor Flores: «Las verdades absolutas son muy aburridas»

2014-07-07

Naylín Núñez, profesora de yoga y bloggera (yogaesmas.com), entrevista a un profesor de yoga poco «clásico» que dice cosas como ésta: «Que Madonna continúe practicando yoga trae más gente a esta disciplina que todos los ríos de tinta que se han vertido sobre sus beneficios».

Senge Dorge

Conocí a Víctor M. Flores (www.institutodeestudiosdelyoga.com) en el Congreso de Yoga de Valencia, a principios de 2014, Yo disfrutaba de mi karma yoga en el stand de Sivananda y lo veía pasar de un lado a otro con su cámara en la mano y su sonrisa en ese lugar donde van las sonrisas más profundas, en el corazón.

No dejaba de preguntarme de dónde lo conocía, y hasta hoy es una pregunta sin respuesta. Fueron unos días después cuando la vida, que siempre une, hizo que nuestros caminos se cruzaran. O, diciéndolo con menos poesía y más realidad, Víctor directamente me escribió para invitarme al próximo Congreso en el 2015. A partir de ahí surgió una amistad virtual que me ha inspirado en mi viaje. Y, si mi intuición no me falla, seguramente será de inspiración en el de quienes nos lean. Es por eso que me animé a hacerle esta entrevista, para que podamos ver el yoga desde un punto de vista menos «clásico», a través de los ojos de este «yogui de corazón inmenso».

¿Qué hubiera sido de ti sin el yoga en tu vida?
Probablemente ya hubiera muerto por un infarto de miorcardio, después de una noche con todo tipo de excesos, con sobrepeso y, sin duda, infeliz y tirano.

Quien escucha hablar de yoga por primera vez tiende a confundirse ante las definiciones que le son nuevas. ¿Puedes aclarar brevemente los conceptos de mente, ego, fuerza de voluntad, «cuerpo espiritual» y cuál es la relación de estos entre sí?
Mente: El gran misterio. La dómina, la esclavista. Somos dueños de ella pero a su vez es nuestra dueña, pues es autónoma respecto a nosotros. Quien la admira es masoquista.

Ego: Algo grande que nos empequeñece. El mío me encanta, e intento que no sea así. A veces pierdo en este pulso. Otras, la vida lo pone en su sitio y digo: ahora se quién manda.

Fuerza de voluntad: La que no tengo ante una mirada cargada de misterio y de promesas, la sonrisa de un anciano o cuando un bebé me rodea un dedo con su mano.

Cuerpo espiritual: Un cuerpo sin espíritu es un cadáver y un espíritu sin cuerpo un fantasma.
La relación entre ellos: El yoga la encuentra, la pesa, la dirime, la especia y sazona convenientemente. Yo la pienso, la lucho, me turba. Mejor no buscarla ni entenderla, sino vivirla.

 ¿De qué forma contribuye el esfuerzo físico al sosiego? ¿Cómo conjugas el dolor con ahimsa (no violencia)?
Bueno, el ejercicio fisico intenso no es ahimsa, pues a veces la tensión generada provoca dolor, efectivamente. Pero el dolor no es malo, además de ser inevitable. El sufrimiento, el culto al dolor, es lo que es nocivo.

Químicamente hablando las endorfinas, hormonas de la felicidad, se producen con el sexo, la danza o los ejercicios físicos no competitivos, como puedan ser una sadhana de hatha yoga; es decir, son vasos comunicantes, no vías. Algunos ascetismos yoguicos (tapas) son de una gran vehemencia y con grandes signos de autoviolencia. En el Tantra se estudia que esto no es malo, sino más bien una catarsis que conduce de lo mundano a lo espiritual; del signo a más allá del signo. La linea recta es un camino más fácil que el sinuoso, pero no permite la transformación.

Muchas personas llegan al yoga buscando bienestar físico, músculos, eliminar enfermedades, bajar de peso… sin interesarse en lo mas mínimo por el sosiego. ¿Cómo haces que estas personas encajen en tus clases?
Pues encajan muy bien porque a mí en particular lo que me importa es que practiquen yoga, no su porqué. Mucha gente critica que haya yoga en los gimnasios. A mí me encanta, porque aunque quede poco de lo que realmente es yoga, al menos su semilla ha caído en una tierra en la que confío termine germinando. Esa es la labor del profesor que se encuentra frente a alguien que quiere estar divina o quedarse embarazada porque el ginecólogo le ha recomendado yoga. El lugar y el motivo es irrelevante; sólo la esencia es lo verdadero.

¿Qué actitud mental aconsejas durante las clases de yoga? ¿Qué es exactamente lo que hay que observar?
Yo practico hatha. Pido que el practicante escuche su cuerpo, observe su rendición o sus anillos de tensión y que, poco a poco, vaya soltando lastre (mente) hasta alcanzar ese maravilloso oasis que es el vacío.

Háblanos de tu concepto de “impulso”: ¿cuál es la diferencia entre gobernar las pasiones y reprimirlas?
Buda decía que no hay ningún incendio como la pasión. Le preguntas a un converso. Al principio de entrar en el yoga me convencí y convencieron de que el camino era ayuno, falta de sueño, contención sexual y muchas represiones, lo que sin duda es una vía de santidad para héroes que ha demostrado su eficacia en esos grandes maestros que han cincelado con su ardor ascético nuestra filosofía. Pero ahora te voy a hablar de un ratón y no de un león, es decir, de mí: soy pasional, me enfado con facilidad, me encanta una buena copa de vino en una compañía que siempre creo inolvidable, la ópera me hace saltar las lágrimas, no entiendo un día sin chocolate y siempre que puedo bailo, aunque lo hago muy mal.

Me gusta andar descalzo y contemplar la paz que ofrece el yoga como remanso de lo que no puedo o quiero reprimir, porque sería un escaparate de mi credo, un farsante, un comediante. Observar cómo asciende el humo de una hoguera y poco a poco cómo las ascuas dejan de crepitar es relajante, pero antes tiene que encenderse el fuego.

El yoga me sirve para observar mis pasiones, reírme de ellas y evitar que se desborden, pero no que no me salpiquen.

¿Te consideras un yogui? ¿De qué forma vives el yoga en lo cotidiano?
No he conocido muchos yoguis. Soy el que soy y no aspiro a serlo. El yoga para mí es una herramienta que me enseñó a aceptarme, a ser consciente de los impulsos y a redirigir los nocivos. Gracias al yoga soy feliz en abundancia y en carencia, hasta el punto de que soy consciente de que el valor de una onza de oro y de un puñado de arena es el mismo. Gracias al yoga nunca me encuentro solo. Gracias al yoga sé vivir en compañia; que cada instante es precioso; que la sonrisa y el abrazo han de ser sinceros; que besar es un hecho, por mucho que se repita, que no puede ser mecánico; que tu uno es mi uno, pero que es magnifico que seamos dos.

¿Qué beneficio destacas del yoga?
Que te provee de un corazón inmenso y que te enseña que la felicidad es posible.

Muchas personas tienen dudas sobre qué tipo de yoga practicar, qué linaje seguir, ¿tú qué aconsejas?
Aconsejo que experimenten. Que durante un tiempo sean el mono que salta de rama en rama hasta que encuentren en una el fruto más apetitoso, el que necesiten, ya sea recitando mantras, virtiendo leche sobre la imagen de un gurú o sudando la gota gorda con un ashtangui.

Finalmente el yoga es una interpretación personal, y hay un yoga por cada practicante. Una escuela o linaje no puede ser una fabrica de clones. En mi instituto hay quince profesores de distintas razas, credos y linajes de yoga y cada uno interpreta distinto el movimiento y la quietud. El alumno opta, mestiza:le damos a elegir, le obligamos a asumir la responsabilidad de tomar una opción, tal vez ninguna o una nueva. Las verdades absolutas son paternalmente condescendientes y muy aburridas.

¿Qué le dirías a una persona que nunca ha escuchado hablar del yoga, para animarla a la práctica? ¿Qué consejo tienes para quien comienza, por cualquier razón que lo haya traído a este camino?
Que observe a su alrededor y, si encuentra una carencia, que acuda al yoga. Y si no la encuentra, que me permita recordarle un consejo que lleva dando vueltas treinta y cinco siglos: Todo es impermanente; sólo la pérdida es segura.

¿Qué hacer para llevar el yoga a más personas? ¿Cuál es la mejor forma de seguir aprendiendo y aportando a la vez?
¿Sinceramente? Que Madonna continúe practicando yoga trae más gente a esta disciplina que todos los ríos de tinta que se han vertido sobre sus beneficios. Así que gracias, rubia.

Respecto a la manera de aprender y aportar, hay tres vías: la práctica, la práctica y la práctica.