La perfecta simplicidad

2018-02-15

¿Qué te parecería si volviéramos a disfrutar con las cosas sencillas, con las cosas más modestas y simples pero reales y auténticas? Los maestros de la antigüedad en sus enseñanzas ya nos decían que con las cosas sencillas, con los trabajos cotidianos, la mente está aquietada porque no hay nada que pensar. Escribe Toni Iñiguez.

Me refiero a hacer cosas con las manos, a ir más despacio, o simplemente a fregar los cacharros o pintar una valla con pintura blanca. Hay que ser un artesano de la vida, practicar la contemplación viviéndolo todo como sagrado, debemos recuperar el monasterio en nuestras casas y volver al refugio de nuestro espíritu-interior-realidad.

La quietud y la paz que proporcionan las cosas sencillas hechas a mano no nos lo proporciona la tecnología.

Encuadernar un libro y coser sus pliegos, encolar sus lomos, o barrer con una escoba el jardín y quitar las hojas, practicar asanas de yoga o meditar una tarde de lluvia, son tareas que aportan una paz de espíritu increíblemente profunda.

En muchas disciplinas espirituales se practica el silencio interior. También como practica de simplicidad, el silencio es un gran valor porque nuestra mente deja de parlotear y se concentra en sí misma.

Los antiguos sabían de esto más que nosotros. Por eso nos dejaron todas sus enseñanzas valiosas. Para ellos esto de hacer cosas manuales era algo natural pues estaba integrado en sus días y en sus acciones cotidianas. Cualquier discípulo sabía que diariamente su práctica espiritual incluía traer agua del río, barrer, fregar los platos… cosas sencillas y cotidianas que cuando se trabajan desde el punto de vista de la practica interior adquieren muchísimo valor.

Eso lo sabe bien Kisha, el personaje de mi nueva novela Kisha la mujer iluminada (Amazon ebook y papel tapa blanda). Mi novela está ambientada en la antigua India del siglo VI. En aquella época las cosas iban más despacio y se hacían prácticamente todas a mano. Aun así sus gentes también tenían dificultades. Problemas que son muy parecidos a los que nos suceden a nosotros hoy día. El personaje de Kisha descubre que el mundo en el que vive no es como el pensamiento le había hecho creer; poco a poco descubre a través de la meditación pero sobre todo pasando por duras experiencias que es mejor vivir en la realidad, estar en el aquí y ahora. Y a eso le ayuda el hacer cosas sencillas, entre otras practicas. Al final Kisha alcanza la iluminación.

Los tiempos pasados no siempre fueron buenos ni ideales pero tampoco vamos a descartar todo lo antiguo como si nada de lo que se vivió y se practicó tuviera ahora sentido en este mundo ultra-tecnológico y acelerado en el que vivimos.

Muchos de nosotros hace tiempo que lo sabemos y lo valoramos, por eso practicamos estas disciplinas y enseñanzas que nos han dejado los grandes sabios.

Se trataría de tomar lo mejor de cada época y unirlo en acciones y prácticas que nos devuelvan la paz, la tranquilidad y la felicidad.

Por eso, como propuesta de hábito saludable, sería deseable que voluntariamente nos desconectáramos a menudo de los aparatos tecnológicos o incluso de las cosas complicadas como ambiciones y deseos exagerados y nos concentráramos en las cosas sencillas.

Simplificar.

Barrer el suelo, limpiar el coche, escribir con lápiz, regar las plantas, limpiar los cristales, tocar un instrumento… cosas manuales que nos harán sentir profundamente bien y felices.

Hemos de recordar que la mente es complicada.

Con las cosas sencillas la vida se vuelve sencilla.

Tony Iñiguez es escritor y autor de libros sobre meditación, búsqueda interior y despertar de la consciencia. Entre sus títulos: El leñador sabio, Kishia, la mujer iluminada y Simplicidad perfecta.

Encuéntrale en su blog: http://www.bosqueminimalista.com/