¿De qué sirve ser el más flexible del cementerio?

2019-02-18

Con un poco de entrenamiento y habilidad, todos podemos llegar a dominar más total o parcialmente la ejecución de los asanas. Téngase ante todo en cuenta que con que uno haga el asana hasta donde pueda, si la actitud es la correcta, por poco que se complete la postura  ésta ya rinde todos sus beneficios psicosomáticos. Escribe Ramiro Calle.

Si la actitud no es la correcta, aunque uno adquiera más flexibilidad que Nuréyev, no sirve de casi nada o de nada. La actitud correcta es estar atento, ser ecuánime, sintonizar mente y cuerpo, no competir ni siquiera con uno mismo, no jactarse de los avances ni alardear de flexibilidad incluso mirando a los otros por encima del hombro, «cavar» en el cuerpo y utilizarlo como un laboratorio viviente para reunificar las energías dispersas y abrillantar la consciencia. De nada sirve que cuando uno sea enterrado le pongan en su epitafio: «Aquí yace la persona más flexible de la Tierra».

Como dijo Ramana Mahashi, «el mejor asana es la estabilidad metal», del mismo modo que el ayuno más eficaz es el  silencio de la mente.  En mi Autobiografía espiritual señalo cómo al principio de empezar yo a recorrer la senda del yoga menospreciaba un poco el hatha-yoga, pero después comencé a apreciarlo de veras y a revalorizar el trabajo consciente sobre el cuerpo para ir unificando la consciencia, mejorando la organización psicosomática y contando con  una herramienta más en la larga marcha de la autorrealización.

Pero de eso al culto al cuerpo y la obsesión por la flexibilidad y el contorsionismo, hay una colosal distancia.  Y, por otro lado, no deberíamos ignorarlo,  el yoga surge como técnica de desapego y no de aferramiento, de humildad y no de envanecimiento, pues no hay  peor orgullo que el «espiritual». El asana es una parte del hatha-yoga y un minúsculo fragmento del yoga. El hatha-yoga no  es solo jugar con los asanas y mirar con aires de superioridad a los demás porque uno logra un cuerpo de plastilina, sino que, además de la práctica consciente de las posturas, incluye:

  • –Pranayama o técnicas de control respiratorio (que conducen al pratyahara o retracción sensorial).
  • –Savanasa o relajación consciente.
  • –Mudras y bandhas o técnicas de dominio psicosomático y reorientación de las energías.
  • –Shatkarmas o procedimientos de limpieza interior del cuerpo.

Limitar el yoga a un esperpéntico reduccionismo como es el de solo hacer las posturas con llamativa flexibilidad, es verdaderamente de lamentar. Una persona puede hacer el asana a medias y, sin embargo, estar practicándolo con una magnifica actitud, que incluye atención, autopercepción consciente, interiorización y ecuanimidad; otra puede hacerla como si su cuerpo fuera de goma y, empero, no tener la actitud mental correcta ni yóguica.

Genuino hatha-yoga vs «yoguismo»

He encontrado muchos contorsionistas en mis noventa y nueve viajes a la India, pero no eran yoguis, sino que se sumaban a la legión de pseudofaquires, encantadores de serpientes, «levitadores» y supuestos magos que con sus proezas trataban de conseguir unas rupias.  Por tanto, no está de más tenerlo en cuenta: la actitud es esencial y los asanas deben ser complementados por el pranayama, el savasana, la meditación y, de ser posible, también  algunos mudras, bandhas y shatkarmas.

En mi libro Yoga, método Ramiro Calle, abogo a favor del genuino hatha-yoga y no del que podríamos denominar «yoguismo». La diferencia es enorme. Yoga como método de autorrealización, sirviéndose también del trabajo consciente sobre el cuerpo o asanas como un simple ejercicio gimnástico, pues además hay que reseñar que en los años 30 hubo tanto en India como en Estados Unidos un hibridismo innegable entre la gimnasia y los asanas y viceversa, de tal forma que de acuerdo a rigurosas indagaciones el «saluso al sol», por ejemplo, sería más el resultado de los gimnastas que de los yoguis. Como quiera que sea, el yoga es, demás de ejercitamientos psicosomáticos muy verificados y solventes, una actitud de vida y, básicamente, una vía  de autorrealización donde no cabe la vanidad, la competición, la estampa del campeón y la arrogancia, y donde el cuerpo no es un fin, sino una herramienta en el intento por lograr la evolución de la consciencia.

Ramiro Calle

RamiroCalleMás de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.

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