Deseo… yoga

2019-01-21

Deseo mucho deseo, ese que surge del mejor discernimiento, de la reflexión sentida, de la consciencia que rebosa en nuestro cuerpo y nos acaricia por dentro. Deseo que aprendamos a ver con el ojo interno, el mismo que sabe percibir la belleza de todo lo que Es. Escribe Nale Parada.

Yoga

Deseo mucha paz como la que enuncia el filósofo Josep María Esquirol, Premio Nacional de Ensayo, en La penúltima bondad: «…aquí se apuesta por considerar que el deseo de paz sigue siendo deseo de vida y que, por tanto, la paz no debe entenderse como cese, sino como ese paradójico horizonte en donde la intensificación de la vida coincide con la suavidad de un reposo inefable».

Deseo que sepamos leer muchos libros o textos como el que os he mencionado sobre la vulnerabilidad y la bondad humana, en los ojos de los demás. Que al levantarnos cada mañana podamos respirar caricias de suavidad y deslumbrarnos por la luz de nuestra alegría. Que aprendamos a ver con el ojo interno, el mismo que sabe percibir la belleza de todo lo que Es.

Deseo que nos manifestemos cada día como en nuestros mejores sueños. Que soñemos nuestros más lúcidos, verdaderos y auténticos pensamientos, rebosantes de vida y consciencia, con una mente repleta de aceptación y comprensión y un corazón en paz. Deseo, que este año, cada vez más sentidos, cada vez más despiertos, dispuestos a amplificar la belleza de la vida al compartirla, contagiemos de Verdad a los demás.

El deseo parece una palabra marginal y desafortunada en la filosofía, especialmente en las filosofías del yoga. Extrapolar un símbolo, un mapa repleto de contenidos culturales y experienciales, emocionales y cognitivos como es una palabra fuera de su contexto, puede degenerar en malos entendidos y estigmas. En Yoga Sutras, el campo semántico de la palabra «deseo» se suele identificar con un klesha u obstáculo para la paz mental que es raga, que gira en torno al apego al placer y la identificación mental con dicho objeto, o la aversión o dvesa a la ausencia de placer relacionada.

Ese apego al placer me gusta explicarlo como el poner mi centro interior o mi poder fuera de mí. A veces se traduce como espíritu acaparador o ignorancia que pretende retener lo impermanente. Un amigo y maestro de yoga, Enrique Moya, suele hablar de avaricia. Es obvio que la voracidad de placer y sus excesos ha sido la raíz de la degeneración en la historia de la humanidad. Vuelvo a citar un párrafo del mismo libro mencionado de J. M. Esquirol : “Que el dinero o el poder suelan ser tan vorazmente buscados prueba con creces que la generación del deseo pueda hacerse en muy mala dirección. Sabemos que hay deseos que en vez de intensificar la vida, la hipotecan. De ahí que, en consecuencia, haya surgido la ya clásica temática del discernimiento en la cura sui”.

Conocimiento intuitivo

La cura sui, el cuidado de uno mismo y la paz interior y la independencia interior intrínsecamente relacionadas, en Yoga Sutras se enfoca claramente desde el desarrollo de viveka o discernimiento intuitivo. Podríamos mencionar muchos aspectos en los que se recalca y desarrolla la importancia de la adecuada discriminación y del pensamiento correcto en la evitación del sufrimiento. El mismo deseo de no desear se difumina en asmita, en esa identificación con el contenido del deseo/pensamiento, en la ignorancia o avidya, que supone el confundirnos a nosotros mismos con la posible autoimagen relacionada con lo efímero de la semilla y de sus frutos, con el éxito/fracaso. No con la energía que genera el hecho, sino con la posible autoimagen que se identifica como exitosa o fracasada y los posibles grados de sufrimiento que esto puede representar.

Del mismo modo que en la filosofía estoica, en la filosofía india hay un aspecto del deseo que se sabe capaz de generar sufrimiento evitable. Sin embargo, es importante no olvidar esa vida que va en pos de la Vida en mayúsculas. Ese conatus, como lo llamaba Spinoza, esa energía que nos lleva a perseverar en nuestro Ser. Y esa energía en cuanto capacidad de generación (también de degeneración en su extravío) y, por lo tanto, de generosidad, queda maravillosamente expuesta en la obra mencionada de La penúltima bondad. Generosidad como capacidad de generación, de conexión con nuestro Ser, goce que disfruta de ser compartido.

Deseaba compartir algún rastro de este hermoso libro sobre la auténtica bondad para instar a vernos más profundamente a nosotros mismos y a los demás en “el encuentro”. Recordad que esos deseos de paz y felicidad de las fiestas de fin de año surgen de nuestro Ser, transcultural, impermanente. Pensar el deseo, para poder desear que mantengamos abierto el corazón y la mente en paz a fin de que nos alumbre el discernimiento. Para dejarnos Ser y permitir que fluya ese “deseo de bien” hacia nosotros mismos y hacia los demás que pertenece a nuestra esencia.

Nale Parada. Licenciada en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Acharya de yoga formada en diversas escuelas, lleva más de veinte años en el mundo del yoga y su enseñanza. Directora de la Formación de Profesores de Yoga de la Asoc. de Yoga y Filosofia.

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