Libros/ El pensamiento de Serge Raynaud, de Michele Lotter

2016-04-19

Hace pocos días se presentó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el libro El pensamiento de Serge Raynaud. Michele Lotter, autor del libro y profesor de Ciencias del Movimiento y Epistemología de la Rehabilitación, hizo esta brillante semblanza de la figura de este yogui y maestro espiritual.

Pensamiento_Serge Raynaud

Serge Raynaud (1916 – 1962), del cual se celebra este año el centenario del nacimiento, fue una figura sumamente interesante y atípica sea como pensador, sea como maestro espiritual, sea como gran yogui iluminado (Mahatma Chandra Bala Guruji, le llamaron en India), inspirador del método Yug Yoga Yoghismo, una matesis de psicología. Vale la pena estudiarlo, por algunas particularidades que están en la base de su propuesta.

Como pensador, a pesar de que provenga de una formación principalmente autodidacta, son evidentes su amor y gratitud por la gran tradición cultural, filosófica y, por supuesto, científica del pensamiento europeo.

Como maestro espiritual, es totalmente sui generis, ya que no parece tan autorreferencial como la mayoría de los maestros orientales. S. Raynaud no se presenta como una autoridad absoluta en el campo de la espiritualidad, pero se percibe como un eslabón de una cadena viviente de individuos que se aplicaron para formular una propuesta de un estilo de vida coherente con las necesidades de la investigación espiritual.

Como pensador, no se quedó en un modelo puramente teórico; su preocupación fue formular una propuesta viable, que comenzó a practicar y difundir en su propia vida.

Como investigador espiritual, sin duda es tan interesante y singular su cuidado en la preparación de un marco metodológico, diríamos realmente epistemológico, para ordenar su propuesta a fin de no limitarla sólo a una acumulación de experiencias individuales o buenas intenciones. S. Raynaud considera cierto que la vía espiritual hay que vivirla en carne y hueso, pero su expresión debe encontrar un lenguaje y un objetivo estructurados, de tal manera que pueda ser transmitida, verificada, completada.

Cuando empecé a escribir el libro que presentamos al público esta tarde en su edición española, El pensamiento de S. Raynaud, la idea era esclarecer y volver explícitas estas premisas metodológicas, hasta ahora muy poco estudiadas entre los seguidores y continuadores de su obra.

Sin embargo,  continuando mi trabajo de investigación me di cuenta de que también estaban emergiendo orientaciones y contenidos  éticos e interculturales de gran importancia y actualidad. Y es por eso que creo que la presentación de la propuesta de S. Raynaud, a través de la humilde contribución de mi estudio, puede encontrar colocación en las actividades y los temas de esta tarde.

En primer lugar quiero subrayar algunos puntos importantes, a partir del estudio de nuestro autor:

1) La ética no se limita a formular, proponer o prescribir una serie de reglas de conducta, sino que se caracteriza por la disposición a la reflexión, al intercambio, al diálogo. La ética necesita una actividad apasionada de investigación, de profundización, de compartir y de mediar más que de declarar asertivamente principios y normas. La prescripción, cuando es demasiado estricta, muy a menudo se vuelve proscripción, y esto choca con la naturaleza misma de la ética.

2) La ética no puede prescindir de una gran atención a la cultura. Los valores éticos no sólo se afirman al ser percibidos como justos y necesarios, sino que constituyen el resultado de una evolución, de una madurez cultural de una sociedad y de los individuos que la componen. La cultura presupone un compromiso para estudiar, investigar, escuchar… La cultura debe ser defendida como un acontecimiento natural. Como más tarde dijo E. Morin, filosofo francés contemporáneo de S. Raynaud (pero que tuvo la suerte de vivir mucho más que él): «El hombre es por naturaleza cultural y natural por cultura». Y nosotros podríamos añadir: y también es ético por consecuencia natural y cultural…”.

3) Sobre todo en nuestros tiempos, la interculturalidad se vuelve un elemento esencial e indispensable para la formulación de los valores éticos que puedan ser aceptados por más y más grandes sectores de la población mundial. O aceptamos que en la naturaleza (y también en la manifestación humana) la diversidad es fuente de riqueza y además es la regla,y que esta regla debe ser absolutamente garantizada y salvaguardada, y por lo tanto que no hay jerarquías sustantivas por las cuales una cultura es superior a otra, en función de quién sabe qué parámetros, o la convivencia y el bienestar material y espiritual se convertirán rápidamente en una quimera, una fantasía de soñadores ilusos.

4) Otro elemento asociado con la ética y la interculturalidad es la historicidad. Realmente sería no solo demasiado teórico sino superficial pretender identificar los valores éticos universales sin una contextualización histórica. Tal vez el único verdaderamente posible es el «no matarás.»

5) En el mensaje de S. Raynaud, se desprende claramente un elemento más: para asegurar la cultura, para alimentar una investigación ética, para desarrollar un modelo de vida basado en la interculturalidad se necesita un esfuerzo constante y este esfuerzo requiere una disciplina. Una disciplina que inicia con el cuidado de nuestro cuerpo, como expresión de una realidad biológica, pero que también pasa a través de los aspectos psíquicos, intelectuales y espirituales. Ahí se apoyó en el Yoga ancestral, rescatándolo como ciencia laica para el cuerpo, el alma y el espíritu adecuada  para el Oriente y Occidente de hoy. Si no tenemos una disciplina en el manejo de nuestra propia energía y facultades, es muy improbable que haya disponibilidad para la mediación, el encuentro, el cuidado de los demás. José Marcelli, uno de los discípulos más profundos de S. Raynaud, decía: «Las cosas se elevan por voluntad y se caen por gravedad.» Y, como bien saben quienes estudian la física del movimiento humano, yendo en contra de la gravedad siempre se requiere un gasto de energía; del mismo modo la ética y la interculturalidad necesitan un compromiso concreto, un esfuerzo que se inicia en primer lugar en cada individuo y no delegándolo únicamente en las instituciones.

6) El diálogo tiene su punto de partida principalmente en la escucha. La escucha a su vez tiene su base en la suspensión del juicio, es decir en la epokè,  que significa abstenerse de efectuar una apreciación cuando no hay suficientes elementos. Lejos de ser un expediente para no tomar una posición, es una importante modalidad de proceso cognitivo. El concepto opuesto es el prejuicio, es decir, una sentencia dictada en ausencia de razones objetivas. Cuando el prejuicio conduce a conclusiones o a hacer juicios en ausencia de información suficiente, la suspensión del juicio requiere que se abstengan de tales actos hasta tener la cantidad necesaria de información para expresarse con ecuanimidad. La suspensión del juicio debería ser un principio básico tanto del método científico como en el contexto socio-político, como hito de la sociedad civil, tomando como punto de partida la convicción de que ningún punto de vista parcial puede ser elevado a lo universal en ausencia de un consenso. Es un remedio para el fanatismo, que permite resolver y hasta evitar los conflictos causados por la incomprensión mutua.

7) En el pensamiento de S. Raynaud, la principal herramienta para la creación de una dimensión ética e intercultural de la vida es el servicio, especialmente el servicio impersonal que se ofrece sin pedir remuneración material o gratificación psicológica. El servicio se ofrece porque es justo y es expresión impersonal del desarrollo de una responsabilidad a nivel individual, de quienes han experimentado una condición relativa de bienestar y se sienten felices de compartir con los demás, puesto que intuyen que su bienestar no puede andar separado del de los demás.

Así que invito a todos los interesados, a quien está buscando, a leer este libro sobre El pensamiento de S. Raynaud que la Red Cultural para la fraternidad humana-RedGFU de España aceptó de publicar tan amablemente y con gran entrega y capacidad del equipo de trabajo,  pero sobre todo a encontrar en la lectura directrices éticas e interculturales prácticas, aptas para ser experimentadas y transformadas en experiencia viviente, en vivencias.