Entrevista a Carlos Kamal: «El Acroyoga mejora la relación entre padres e hijos»

2015-03-11

Se dedica al yoga desde hace 10 años. En la actualidad está muy volcado en los talleres de Acroyoga para padres y niños, pues asegura que ayudan a vencer miedos y patrones de conducta hacia los hijos que pueden ser muy tóxicos. Es una entrevista Yoga en Red.

Carlos Kamal

Carlos Kamal es un nombre muy conocido en el mundo del Acroyoga y el Masaje Tailandés, sobre todo en la Comunidad Valenciana y Baleares. (Ver aquí su página y su facebook). Quien lo conozca ahora no podrá imaginar que era un empresario de éxito hace 14 años. De éxito en lo económico y de infarto en lo personal. Tenía una empresa de servicios con muchos empleados, «de estas que te retuercen los intestinos», dice. Un día cayó enfermo de ansiedad. Alguien le aconsejó que hiciera yoga, y pensó que aquello era una cosa de hippies, y que lo suyo era ganar dinero. Pero lo hizo. Se volcó en el  yoga y éste cambió radicalmente su vida.

El yoga, pues, te descubrió a ti… 
Tengo mucho que agradecer siempre al Universo las cosas que me pasan, como dejar la empresa en el momento adecuado, antes de la crisis económica, y encontrar una vida nueva. Desde luego el yoga me ha cambiado. Hay amigos míos que me ven por la calle y los tengo que parar para saludarles y decirles: eh, soy yo. Y no me reconocen porque perdí un montón de kilos y rejuvenecí.

Das cursos de Yoga Integral, Masaje Tailandés y Acroyoga… Es poco usual, porque tendemos a encasillarnos bastante en una escuela o en un estilo…
Investigo sobre Iyengar, Ashtanga, Yoga terapéutico… Todos estos años han dado para hacer muchas cosas. Me gustó la línea que llevaba mi escuela, Dharma Ananda, porque no era un yoga dogmático, sino que te ofrecían la posibilidad de investigar en otros tipos de yoga, conocerlos y practicarlos. Cuando terminas una formación, tienes unos conocimientos muy pequeños para trabajar en esto. Después te encuentras a personas que no pueden hacer lo que les piden, y otras que vienen a experimentar qué es el yoga. Acuden para tener una bonita experiencia, y al final puede ser traumática porque no pueden tenerla. Por tanto, te tienes que adaptar. Me gusta el yoga de adaptarse.

Actualmente también hago muchos talleres de padres e hijos de Acroyoga, por el trasfondo pedagógico y terapéutico que tiene esta práctica en cuanto a modificación de patrones de conducta. Ahí salen muchas cosas; esta linea la estoy trabajando mucho últimamente.

¿Qué es lo que te llama la atención, con respecto al yoga, en la relación padres e hijos?
Nos da la posibilidad de enfrentarnos a ciertas cosas: cómo llamamos la atención de nuestro hijo, cómo nos ponemos a jugar con él… Al principio el mayor beneficiado es el padre, que puede jugar como si los dos fueran niños, porque si tú no juegas como un niño con tu hijo, él no va a querer jugar contigo. Pero enseguida entramos en esos patrones de: “Me enfado si no me prestas atención…». Este tipo de talleres nos dan la oportunidad de despejar esas historias y darnos cuenta de cómo estamos funcionando, de que esa no es la forma, o en relación con los miedos cognitivos.

Muchas veces los niños me dicen, refiriéndose al padre o la madre: «Es que tiene miedo». Entonces levanto yo al niño y le pregunto: «¿Cómo lo ves?»,  y me contesta: «Cagado de miedo». Y ahí se dan cuenta de cómo los padres enseñamos cosas, queremos ayudar, y en realidad estamos transmitiendo miedos y deberíamos enseñar a nuestros hijos a superar los miedos y que no les bloqueen. Lo bonito de este tipo de talleres es que te toca trabajarte un poco a ti mismo. Sana tus miedos, y ese será un bonito regalo que les harás a tus hijos.

¿Somos los padres demasiado protectores con respecto a nuestros hijos, demasiado conservadores en su educación?
En estos talleres de Acroyoga aparecen otros patrones de conducta de los padres, del tipo “Si no estoy pendiente de mi hijo, es que no lo quiero”. Transmitimos a nuestros hijos cosas que son muy tóxicas. Cada taller es un aprendizaje, por lo que aprendes de ellos. Hace tiempo comprendí que tenemos que cambiar el chip, que los niños tienen mucha información que nosotros no tenemos y realmente nuestro papel no es el de enseñar, ese papel ya está muy caduco;nuestro papel es el de aprender y facilitarles las cosas, porque al final te das cuenta de que ellos ya saben mucho.  

Lo que más observo en estos talleres es que nosotros, con nuestras tonterías, no dejamos crecer a nuestros hijos. Cuando me llaman para mediar en algún conflicto entre padres e hijos, es siempre lo mismo: trabájatelo, tú, papá, no el niño

¿Hacia dónde vas ahora?
Hacia donde me lleve el viaje. Antes me dedicaba al tema de cómo planificar el tiempo, cómo crear objetivos y cómo establecer esos objetivos con mi equipo. Ahora, cada vez que me pongo un objetivo la cago, y cada vez que me dejo llevar por las situaciones, la vida me va dando. Quizás porque lo haces con amor, y cuando haces las cosas con amor, todo fluye. Estoy aquí gracias a la gente que me encontré por el camino y me dijo: prueba esto, y yo pensé que era una cosa de hippies y que no me podía enseñar nada…