Aclara tus dudas: ¿Hay que estar de acuerdo con todo lo que hace y dice el maestro?

2019-07-18

En esta sección Javier Ruiz Calderón ofrece respuestas a nuestras dudas sobre el yoga, su filosofía y sus técnicas desde una visión de la tradición yóguica actualizada y crítica. Todos estamos invitados a escribir a Javier a info@yogaenred.com planteando nuestras dudas o incertidumbres.

World Peace Conference de 2012, en Parmarth Niketan Ashram, Rishikesh

Pregunta: «¿Hay que estar de acuerdo con todo lo que hace y dice el maestro?»

Respuesta: No. Es verdad que, según la tradición, hay que entregarse a la maestra (voy a hablar siempre en femenino por simplificar, experimentalmente; perdón si suena raro) por completo y seguir sus instrucciones sin reservas. Solo así se podrá dedicar una plenamente a la práctica y, finalmente, alcanzar la liberación. Pero eso no significa que haya que aceptar acríticamente todo lo que diga y lo que haga la maestra.

En primer lugar, hay que distinguir entre distintas formas de practicar yoga. Quien hace yoga buscando solo la salud y el bienestar psicofísicos, como suele pasar en el «yoga postural moderno», tendrá una determinada profesora o practicará yoga en una determinada escuela. Es recomendable, después de probar los diferentes estilos de yoga, centrarse en el que más guste y profundizar en él; pero no hay problema en cambiar de profesora o de escuela si se conoce otra que convenza más. Al fin y al cabo, para estas personas el yoga no es una forma de vida, sino un aspecto más o menos importante, pero parcial, de sus vidas.

El problema se plantea para quien practica yoga con una finalidad espiritual. Para que la práctica sea realmente eficaz, hay que realizarla con la máxima dedicación, lo que requiere imprescindiblemente de la guía de una maestra experta. La guru no solo enseña las técnicas concretas de yoga, sino que guía a la discípula en todos los aspectos de la vida. Pero todas las maestras insisten en que su objetivo es lograr que la discípula llegue a ser totalmente libre, que llegue a ser una persona plenamente madura y responsable de sus propias acciones y decisiones. Por eso insisten en que antes de aceptar a alguien como guru hay que ponerle a prueba largamente, comprobando sobre todo que su forma de actuar sea coherente con lo que enseña, hasta llegar a estar seguro de que se trata de una persona éticamente irreprochable (además de espiritualmente inspiradora, claro).

En esta cuestión es importante distinguir entre dos clases de maestras: la maestra perfecta o sátguru y la que no lo es. Se puede adoptar como maestra a una persona que, aunque no esté liberada, nos merezca confianza y esté claramente más avanzada que nosotros en el camino que queremos seguir. Para enseñar a sumar a una niña no hace falta una catedrática sino que basta una niña un poco mayor. Pero la diferencia de nivel espiritual debe ser apreciable, porque si no acabaremos llegando al nivel de nuestra maestra y tendremos que buscar otra, cosa que no es muy conveniente para la práctica. En este caso conviene recordar siempre que esa persona no ha llegado a la perfección espiritual y que, en consecuencia, ni conoce bien todo el camino que queremos recorrer ni posee espontáneamente todas las virtudes éticas, por lo cual en ocasiones podrá actuar incorrectamente e incluso, si no tiene suficiente cuidado, podrá experimentar una caída grave, arrastrando consigo a las discípulas más inmaduras y acríticas.

En el caso de una sátguru: ha alcanzado la liberación, ha recorrido todo el camino, posee todas las virtudes éticas en el grado más elevado, de manera irreversible. Sin embargo, tampoco en este caso hay que aceptar ciegamente todo lo que haga o diga. Porque una sátguru, una santa o sabia de nivel supremo, puede tener ideas y costumbres propias de su cultura, de la mentalidad en la que se ha criado, del nivel educativo que ha alcanzado, etc., que no sean aceptables para todos sus discípulos. La perfección espiritual es la conciencia de la no dualidad, y eso no implica perfección física, mental, cultural, etc.: la sátguru no es la mejor baloncestista ni la que más sabe de matemáticas o de gestión empresarial, y necesita un intérprete cuando viaja a otros países. Una maestra perfecta, por ejemplo, puede tener una mentalidad conservadora, propia de la cultura India, en algunas cuestiones. O, por ejemplo, puede no tener conciencia política y, sin darse cuenta, dejarse utilizar por líderes políticos sin escrúpulos o perjudicar sin saberlo a unos trabajadores en huelga al recurrir a los servicios ofrecidos por la empresa explotadora.

Por supuesto que si aceptamos a alguien como nuestra maestra es porque confiamos en que ha recorrido el camino —o al menos una buena parte de él— y, por eso, nos puede guiar en nuestra práctica y en nuestra vida. En ese terreno, el de la práctica espiritual y la vida cotidiana, es en el que hay que entregarse incondicionalmente a la guru; pero en todo lo demás no hay por qué estar de acuerdo con ella, y no solo se puede sino que se debe ser críticas, como las personas adultas, responsables y libres que ella quiere que seamos.

Hoy, 16 de julio de 2019, es Guru Púrnima (la luna llena de la guru). ¡Felicidades a todas las yóguinis! ¡Om Shri gurubhyó namahá! (Saludamos a todas las maestras)

Javier Ruiz Calderón (Shánkara) es doctor en filosofía especializado en filosofías y religiones de la India. Lleva cuarenta años estudiando y practicando yoga, vedanta y meditación. Enseña esas disciplinas, así como hinduismo, sánscrito y canto védico, y ha publicado seis libros y docenas de artículos sobre esos temas.

Próximas actividades: 5-6 octubre, Donostia: «Mística, budismo y yoga contemporáneo» (http://www.yogamaitri.com/shankara-octubre.pdf). Octubre 2019 – junio 2020: Madrid y a distancia, sábados: «Estudio de las escrituras del yoga y el vedānta: La Bhagavadgītā» (www.ashtanga-yoga-alcobendas.es) e «Introducción al advaita vedānta. El yoga del conocimiento» (www.ashtangaciudadjardin.es); entre semana: «Yoga, filosofía y meditación» (jruizcalderon@yahoo.es).