De lo irreal a lo Real (parte III)

2018-12-27

Swami Vishnudevananda nos cuenta como trascender de lo irreal a lo real con la práctica de la meditación. Tres capítulos que nos aproximan a la experiencia del silencio. Es una colaboración del Centro Sivananda. (ver Primero y Segundo capítulo).

«La salud es la riqueza, la paz mental es la felicidad, el Yoga muestra el camino.»

Cada persona posee innumerables facultades y capacidades, de forma innata

Trae a esta vida, procedente de reencarnaciones pasadas, un depósito de capacidades y de conocimiento.

Durante la meditación emergen estas facultades insospechadas.

Nuevos cambios acontecen en el cerebro y en el sistema nervioso, a medida en que se forman nuevas corrientes, canales, vibraciones y células.

Añadidas a las nuevas sensaciones y sentimientos adquirimos formas de pensar renovadas, una manera de contemplar el universo diferente y una visión de la unidad.

Las tendencias negativas se desvanecen y la mente se vuelve estable.

Disfrutamos de armonía perfecta felicidad imperturbable y paz duradera.

Con la meditación llega la liberación del temor a la muerte.

La mayoría de las personas consideran que la muerte es el fin de la existencia, pero en realidad, la muerte solo significa la finalización del nombre y de la forma actual.

Mientras más nos identifiquemos con el nombre y con la forma, mayor será nuestro temor a la muerte.

La práctica de la meditación induce al desapego del nombre y de la forma. Nos hace más conscientes de la naturaleza variable y cambiante del cuerpo y de la existencia de los fenómenos. Reconociendo lo efímero de todo ello, nos damos cuenta de la imposibilidad de apegarse a lo que nos rodea, incluyendo nuestra incomoda identidad con nuestro ego.  Cuando esta necesidad de sujeción se diluye, cuando el temor de perder lo que no poseemos realmente desaparece, alcanzamos la inmortalidad.

Cuando meditamos con regularidad desarrollamos una personalidad atractiva y dinámica.

Cuando alguien entra en contacto con una persona que medita queda atraída por su alegría, el poder de su palabra, el brillo de sus ojos, la salud que despliega su cuerpo y su energía inagotable. El aura espiritual de la persona meditadora penetra en la mente de otras, de la misma forma en la que un grano de sal se disuelve en un recipiente de agua y se distribuye por todo su volumen. Recibimos alegría, paz y fortaleza de la persona meditadora. Nos inspiramos por sus palabras y nuestras mentes se elevan por el mero contacto con ellas. Un yogui avanzado que medita en una cueva aislada en los Himalayas puede ayudar al mundo más que un predicador pronunciando bellas palabras en un púlpito.

Las vibraciones espirituales indestructibles de quien medita viajan distancias infinitas, para acercar la paz y la energía al mundo. Y ello de la misma forma en la que las vibraciones sonoras viajan en el espacio.

Es una colaboración del Centro de Yoga Sivananda Vedanta
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