Honrar a los maestros, sí… ¿pero no a los españoles?

2019-02-07

Os aseguro que he leído cientos de currículos de yoguis y yoguinis españoles, y siempre me ha sorprendido ver cómo destacan especialmente sus cursos en la India y sus relevantes aprendizajes con instructores extranjeros. ¿Es que nadie quiere recordar a su profe sevillano o su escuela de Granollers, por decir algo? Escribe Pepa Castro.

Que conste que no es crítica sino curiosidad, pues siendo un fenómeno tan generalizado este de conceder brillo solo a lo que viene de fuera, ha de obedecer a una idea colectiva que quizás merezca revisarse.

Editando hace un rato un texto en el que Ramiro Calle nos habla de los casi 50 años en los que da clases en su centro Shadak, me viene de nuevo a la cabeza lo que nos cuesta reconocer los méritos de los demás, incluso los más evidentes. Seguramente Ramiro está mejor considerado como maestro de yoga por yoguis extranjeros que por nacionales (no me refiero a practicantes o gente española en general, que normalmente le admiran, sino a sus propios colegas profesores de yoga). No abundan los yoguis que confiesen públicamente que conocieron el yoga a través de uno de sus libros (aunque haberlos, los hay, naturalmente), ni tampoco los habréis visto en la presentación de uno de esos libros (esto vale para todos los autores de todos los gremios: sus colegas no suelen acudir).

Pero esto les pasa también a otros muchos acreditados y veteranos profesores y escuelas de este país: apenas hay jóvenes yoguis y yoguinis profesionales que les dediquen su agradecimiento en sus trayectorias laborales.

Un caso típico es el del alumno que comienza a practicar con una escuela y al cabo de tiempo acude a formarse como instructor o profesor en ese mismo centro u en otro. Una vez obtenida su titulación, sigue formándose a través de cursos avanzados quizás en India o en Inglaterra, con diferentes profesores apellidados Smith o Kumar. Al cabo de los años, esos nombres indios, americanos, franceses o neozelandeses son los que ocupan el primer lugar en sus reconocimientos. ¿Qué hay de quienes le introdujeron en el yoga? ¿Dónde está la escuela del barrio que le enseñó lo más esencial o la que le formó como profesor?

No, no pasa nada… pero indica algo. ¿Esnobismo? Puede ser la causa principal, que no la única ni la peor. Parece que tendemos a ciertos complejos injustificados, ya que en este país no hay duda de que existen magníficas escuelas y profesores al nivel de cualquier otro de nuestro entorno.

Sea por lo que sea, pensemos que el discernimiento, la equidad, la generosidad y el agradecimiento son más propios de nuestra identidad de practicantes de yoga. Que eso se lea también en nuestra historia.

Pepa Castro es codirectora de la revista YogaenRed, líder del sector en lengua española.

pepacastro@yogaenred.com