El custodio de la mente: la atención

2017-11-20

No basta la atención por la atención, porque nadie está tan atento como un ladrón robando o un torturador torturando. La atención se inspira en la virtud y va desarrollando la visión lúcida o sabiduría. Escribe Ramiro Calle.

La meditación es el entrenamiento metódico de la atención, que debe ser complementada tratando de estar más atento en la vida diaria. La atención debe apoyarse en la virtud o genuina ética y en el entendimiento correcto y penetrativo o sabiduría. 

La atención nos ayuda en cualquier momento y circunstancia de la vida y hace más precisa y brillante cualquier actividad que llevemos a cabo. Es la luz, el filtro y el custodio de la mente. Mediante ella podemos estar atentos a lo que sucede fuera de nosotros, pero también  a lo que acontece en uno mismo. La atención ayuda a estar autovigilante y regular las conductas mental, verbal y corporal.

En las últimas décadas la persona que más investigó y más hondamente escribió sobre la atención fue el venerable Nyanaponika Thera, al que visité en diferentes ocasiones en su ermita en Forest Hermitage (Kandy, Sri Lanka) y entrevisté largamente, para incluir dichas entrevistas en algunas de mis obras. Nyanaponika era un monje germanocingalés que nos ha dejado obras verdaderamente importantes y de recomendable lectura para los interesados por la atención, el denominado mindfulness, la meditación  o la trasformación interior. Se encargó de traducirlas, con toda minuciosidad y amor, Almudena Hauríe Mena, que era la persona idónea para llevar a cabo esta labor, dado que en su persona confluyen sus amplios conocimientos de budismo y de inglés.

Entre las obras de Nyanaponika, todas muy destacables, sobresale El corazón de la meditación budista (Editorial ELA), donde el autor hace una minuciosa investigación sobre la atención y su alcance liberatorio. Mediante el asiduo entrenamiento de la atención se desarrolla la lucidez o clara comprensión. Son muy sabias las palabras de Santideva: «Hay que estar atento para que la mente, que parece un elefante en celo, esté siempre sujeta al poste de la calma interior. Hay que estar atento para examinar a cada instante la condición de la propia mente».

Al ir entrenando metódicamente la atención, ésta desencadena la denominada «comprensión clara», de la que tan poco se habla y que sin embargo es imprescindible para poder ver y penetrar las cosas como son y que es la que resulta realmente transformativa.

El cultivo de la atención tiene por finalidad última desarrollar esa visión profunda y transformativa que es la sabiduría. Lo que no transforma es de escaso valor. Volviendo a Santideva, éste aseveraba: «Una mente desprovista de comprensión clara es como un colador; no puede retener en la memoria lo que ha aprendido, pensado o meditado».

La comprensión clara permite ver las raíces del sufrimiento e irla debilitando. Es una energía de lucidez que elimina los velos de la mente y permite la visión clara que conduce a la acción correcta y diestra.

Para el cultivo y desarrollo de la atención y subsiguientemente de la comprensión clara, se practica la meditación denominada de «visión penetrativa», que toma como objeto de atención todos los procesos psicofísicos que se desenvuelven en uno mismo: sensaciones, percepciones, contenidos psicomentales y consciencia. Esta atención está libre de juicios y prejuicios y debe aplicarse con la máxima ecuanimidad, sin estar a favor o en contra de lo que se experimenta. Va permitiendo la captación directa de la insatisfactoriedad, la transitoriedad y la provisionalidad del ego.

En la medida en que uno ve las cosas como son, sin interpretarla egocéntricamente, se produce una honda y real transformación interior y se obtiene otra manera de ser más equilibrada, y no tan condicionada por el ego. Para Nyanaponika, como para los auténticos maestros de meditación budista, hay asimismo que cultivar la  virtud o ética genuina. Mediante el cultivo de la virtud y de la concentración de la mente, va desencadenándose la visión penetrativa o Sabiduría y se rasgan los velos de la ignorancia básica de la mente, que son causa de gran sufrimiento.

Ramiro Calle

RamiroCalleMás de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.

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