Lo que creemos ser y lo que somos

2020-06-17

Durante el confinamiento, yoga, consciencia corporal y sensorial, meditación, silencio… Un modo de no hacer haciendo. Y surge en mí una pregunta: ¿qué creencias y valores orientan la vida de una persona? Escribe Ramón Marpons.

Covid-19. Cuarentena: incredulidad, aburrimiento, frustración, miedo; lavarse las manos, guardar distancias, ganas de huir. Salir del confinamiento: mascarillas, pasear de nuevo, ver a la familia, a los amigos, pasar fronteras…

Radio, televisión, internet, móvil: llenaron nuestro tiempo y nuestros afectos, para bien o para mal. Recomendaciones, prohibiciones, datos contradictorios; especulaciones, suposiciones… ¡Basta ya! ¿Cómo pensar por uno mismo, ser uno mismo?

Yoga. Sí, sí, la mejor opción para todo este proceso: hatha-yoga, consciencia corporal y sensorial, meditación. Encontrar el silencio, una manera de no hacer nada, haciendo.

Busqué una forma de aprovechar el tiempo y puse orden en un montón de carpetas relacionadas con los casi 30 años que dediqué al yoga, puesto que estoy jubilado. ¿Jubilarse un profesor de yoga? Sí, sin dejar de practicar, pues sería imposible. Mi vida laboral empezó en la adolescencia, pasé por diversas profesiones y quise conocer la jubilación, esta invención moderna que permite tener ingresos sin trabajar, pudiendo hacer lo que te plazca, aunque con obligaciones no escritas, como el cuidado personal y familiar, o aportaciones a proyectos sociales y culturales.

Entre los papeles encontré el artículo titulado «Cambiando paradigmas” (revista Vishuddi) del Dr. Rishi Vivekananda, donde desarrolla un conjunto de ideas que me llevó a reflexionar.

Afirma que “el paradigma dicta la dirección de nuestros esfuerzos en nuestras vidas, el tipo de preguntas que nos formulamos sobre la vida… las cosas que consideramos importantes… también nuestras decisiones”.

Conocer mis prioridades

Investigo: paradigma puede significar ejemplo o modelo de algo; paradigma de vida sería pues el conjunto de creencias y valores que orientan la vida de una persona. Tiene mucha importancia aquello que nos inculcaron cuando niños, pero como adultos podemos completar o substituir lo anterior; y quizás también tomar ejemplo de alguien que consideremos un maestro.

En todo caso no es tan sencillo, pues saber qué experiencias cambiaron nuestra forma de pensar y nuestras prioridades requiere una investigación profunda. Le sigo dando vueltas, todavía no sé con certeza cuáles son los valores que más pesan en mis decisiones.

En relación a las cosas que consideramos importantes, me vino a la memoria haber puesto en práctica, en un seminario de formación, la propuesta de un profesor americano (perdonad que no recuerde su nombre). Éste pidió un día a sus alumnos enumerar las 4 o 5 cosas que más valoraban de sus vidas, a las que mereciera la pena dedicar mucho tiempo; a continuación seleccionaron las cinco más votadas y, en forma de pelotas de tenis, las metieron en un recipiente de cristal; después fueron llenando el recipiente con pelotas más pequeñas y otros objetos, que representaban otras cosas a las que dedicaban el tiempo restante.

Llenar el recipiente es en realidad un ejercicio para darse cuenta de cómo y en qué ocupamos nuestro tiempo; y si es proporcional a las cosas consideradas relevantes. ¡Que cada uno haga su recuento!

Aunque nuestras decisiones dependan de cómo entendemos que debería ser la existencia, no deberíamos pasar por alto que estamos condicionados por los miedos, las dudas, las contradicciones o la pereza. Y es obvio que nuestras prioridades cambian con el tiempo.

La ética en el Yoga

El Yoga me ayudó a descubrir la dimensión profunda del ser, pero desde el agnosticismo, sin imposiciones, sin dogmas. Como propone Javier Ruiz Calderón en su artículo de yogaenred.com Aclara tus dudas…, podríamos hablar de una “filosofía moderna del yoga que no presuponga creencias metafísicas o religiosas”. Algunas frases como: “la gran ley del Universo es el cambio” o “lo que está en mí, está en todas partes; lo que no está en mí, no está en ninguna parte” (ésta, del Tantra), me llevan a sentir que formo parte de algo grandioso, esta colosal fuerza destructiva y creativa a la vez que es el cosmos, que sobrepasa nuestra capacidad de comprensión. Caben todas las especulaciones.

Las creencias, los valores y normas de conducta que aprendemos en la infancia, dependen del lugar de nacimiento (familia, pueblo o ciudad, país), así como de su realidad política y religiosa. Son lo que llamamos la moral, que se refuerza con las leyes.

Según algunos autores, más allá de la moral y sus normas, está la ética, que apela a la capacidad del individuo para decidir entre lo correcto y lo incorrecto en cada momento y lugar; para ello hay que acercarse a la vida, desde el corazón.

Lo más cercano que conozco a la ética son los principios de yama y niyama del “ashtanga yoga” (Yogasutra de Patanjali), pero hay que interpretarlos desde la sociedad actual, tan cambiante; y esto requiere un gran esfuerzo personal. Yama nos propone, en relación al mundo: ahimsa, evitar toda forma de violencia; satya, ser veraces, defender la verdad; asteya, abandono de la codicia; brahmacarya, moderación en todo, control de nuestros impulsos; aparigrahah, vivir con sobriedad, simplicidad y sin avaricia.

Niyama propone, en relación a uno mismo: sauca, higiene del cuerpo y del entorno; samtosa, sentirse bien, apreciar lo que tenemos; tapah, hábitos físicos y mentales correctos, sanos; svadhyaya, estudio, conocimiento de sí mismo; isvarapranidhana, aceptación de nuestros límites.

Libertad y retos de nuestro tiempo

Se trata de observar nuestras reacciones ante las dificultades diarias, para ver en qué punto estamos del camino hacia el descondicionamiento, como explica Krishnamurti en el libro La libertad interior. Y también de cómo enfrentamos los grandes retos de nuestro tiempo: la crisis climática, un sistema económico agresivo, las desigualdades, la pobreza extrema y los supremacismos, que obligan a repensar totalmente nuestra relación con nuestros semejantes y con la madre naturaleza.

Aunque el pasado condicione nuestra acción, con la meditación, ese espacio de silencio imprescindible, podremos situarnos en el presente, mejorar nuestro estado anímico y nuestra relación con el mundo. ¿Ser felices? Quizás es esperar demasiado de lo externo y de la suerte.

Ramon Marpons. Profesor de yoga