Entrevista a Xavier Guix: «En la dificultad nace la oportunidad»

2013-04-15

Psicólogo , escritor y conferenciante. Sant Boi del Llobregat, 1960. Es autor de los libros: Ni me explico, ni me entiendes; Los laberintos de la comunicación (actualmente en su 4ª edición); Si no lo creo, no lo veo; Mientras me miran (hablar en público); Descontrólate; Contigo pero sin ti; El sentido de la vida o la vida sentida; Pensar no es gratis; Atrévete a decir no; Cuánto te quiero. http://www.xavierguix.com

Xavier Guix

¿Qué es Mindfulness para ti?
Para algunos psicólogos el Mindfulness es como el agua de mayo. Aprender a centrar la atención permite dos fenómenos aparentemente contradictorios: por un lado, ayuda a saber focalizarse en los procesos psicológicos propios aunque sin juicio ni obsesión interpretativa; por el otro lado, ayuda justamente a salir de esos procesos mentales y encontrar focos de calma y de contemplación sin más. Lograr ese equilibrio en la vida es fundamental ya que la mayoría de personas sufren y no saben por qué. Puede que encuentren causas, pero no saben los procesos por los que acaban generándose sufrimiento.

¿Meditas?
Sí, casi a diario y de formas diferentes. No solo me “sienta” bien, sino que pocos vehículos de cambio son tan potentes como la meditación. Claro que encontrar dicho bien no se produce de inmediato. Por eso hay que confiar en el proceso y darse cuenta de cómo van cambiando las percepciones a medida que se medita.

En Mindfulness se trabaja el “no enjuiciar”. ¿Es eso comparable al “no compararse” del que hablas en tus libros?
Una de las causas por las que nos enjuiciamos son las comparaciones. Quizás nos vienen comparando desde pequeños y ahora hemos incorporado ese mecanismo de forma inconsciente. El caso es que tanto la manera de infravalorarse como la de sobrestimarse pasan por procesos de comparación social. De hecho, existe toda una teoría al respecto (la comparación social según Festinger) que hace referencia a las comparaciones que hace el sujeto con individuos similares a él y también las que realiza con otros de habilidades o características muy dispares a las suyas, las cuales tendrían efectos muy importantes en la autoevaluación del sujeto que las realiza. Esa autoevaluación acaba siendo un juicio a menudo pernicioso.

¿Por qué muchos quieren y pocos pueden, según dices en tu últimos libro?
Nos hemos creídos de veras que solo con querer las cosas van a suceder como por arte de magia o por conjunciones astrales (que ciertamente algunas veces suceden). Llega un momento en que hay que poner de nuestra parte, hay que realizar ese esfuerzo junto con la ilusión y el entusiasmo. Además, es imprescindible una cierta estructuración y temporalización del proceso a seguir. Ahí es dónde mueren tantas voluntades. Entonces es cuando descubrimos que quizás no lo queríamos tanto o desfallecemos al ser conscientes del recorrido. Por eso, cuando vemos que sí vamos a poder, entonces es cuando más lo queremos. Se forma así la extraordinaria relación entre el deseo y la habilidad, las ganas y los recursos.

Para que todo funcione es necesario: visión, motivación, voluntad, ideal y salud. ¿De cuál de ellos andamos más necesitados en estos tiempos?
Al tratarse de un conjunto en proceso es difícil definir cuál es más necesario. En todo caso me atrevería a decir que lo que realmente es necesario es tener consciencia precisamente de todo el proceso, ver con más claridad la idea de la correlación o interdependencia que existe entre todas las cosas.

«La mayor dificultad es la mayor oportunidad». ¿Nos comentas la frase?
Sí, es cierto para algunas personas y no lo es para otras. Unas encontrarán la oportunidad y otras caerán en la amenaza. ¿De qué depende? De lo que cada una haya entrenado más. Es una cuestión de hábito mental. En nuestra existencia material vivimos continuamente la tensión de los opuestos y solo una actitud de sabiduría integrativa puede acabar con dicha tensión. Entender que en la dificultad nace la oportunidad y que en las oportunidades también nacen las amenazas. Todo está contenido en la misma experiencia, con lo que el resultado acaba siendo la elección que cada uno hace.

¿Qué es el sufrimiento para ti?
El sufrimiento es el dolor psicológico, el gran secuestrador del alma. Lo peor del sufrimiento es no saber qué hacer con él. Eso aún nos hace sufrir más. Por eso el mensaje del Buda sobre este aspecto de la experiencia humana es tan revelador y tan citado. Hay que conocer esas causas que lo provocan y encontrar la forma en que cese. Eso es llevadero cuando no existe dolor físico, pero cuando el cuerpo de una persona vive aquejado continuamente, entonces es cuando técnicas como el Mindfulness pueden serle de gran utilidad.

¿Cómo podemos vencer la ansiedad y el miedo?
Si se vence el miedo ya no existe la ansiedad, puesto que uno y otro son como uña y carne. Hay que distinguir la prudencia del miedo. La primera nos mantiene alerta cuando es necesario, en cambio el miedo genera estrés y su cronificación ansiedad. Al miedo, cuando es una construcción irracional, hay que mirarlo de cara y diluir las creencias que lo sostienen. La mejor manera de cambiar la creencia es experimentando lo temido. La mayoría de las veces nos damos cuenta que no había para tanto.

¿Cuáles son para ti las trampas de la mente?
Son muchas, pero quizás se pueden resumir en la identificación y la proyección como grandes fenómenos. Una de las grandes utilidades del Mindfulness consiste precisamente en abrir un hueco entre los hechos y nuestras reacciones. En cambio, vivir identificados con esa mente llena de pensamientos y de memorias emocionales nos convierte en esclavos de sus caprichos. Necesitamos ese espacio interior que nos permita responder sin reaccionar.

Si siempre hago lo mismo, ¿siempre obtengo lo mismo?
De sobra es conocido este principio. Si afinamos mucho podría decirse que si algo cambia, ya no va a ser posible obtener el mismo resultado, aun haciendo lo mismo. Pero la cuestión es si cambiamos nosotros o no cambiamos. La capacidad de adaptación es fundamental, y muchos disturbios emocionales y orgánicos suelen estar causados por falta de adaptación, tal y como intuyó el premio Nobel Hans Selye.

Una de las ideas mejor narradas en tu obra es “la indefensión aprendida”. ¿Podrías hablarnos de ella?
Si una situación se convierte en aversiva, no la soportamos, no podemos con ella y parece como si las fuerzas nos hubieran abandonado y nos sentimos incapaces de afrontarla, puede que seamos víctimas de la indefensión aprendida. Del mismo modo que aprendemos a sortear dificultades y nos inmunizamos contra la debilidad, podemos haber aprendido todo lo contrario, es decir, a sentirnos indefensos ante determinadas situaciones. En su extremo, esta conducta puede convertirse en un carácter y descubrir así a esas personas que ante la vida parten siempre de la idea que todo les va ir mal, de que no hay nada que hacer ni por dónde empezar a cambiar. Se trata pues de un mal aprendizaje, aunque por el mismo motivo la buena noticia es que se puede desaprender.

¿Persevero o me esfuerzo?
El esfuerzo no deja de ser perseverancia. ¿Soy capaz de sostenerlo, el esfuerzo? Por eso me gusta añadir la idea de que la perseverancia ha de ser entusiasta, que me guste, que le siente bien a mi espíritu saberse perseverante. Ya sabemos entonces que eso supondrá un cierto esfuerzo, En cambio si lo convierto en una pesadez, si lo vivo como un sobreesfuerzo, la conducta dejará de ser perseverante a no ser que esté motivada por factores de obligación, lo que tampoco es ninguna alegría.

¿Qué es la mente para ti?
Una respuesta técnica sería el hardware que contiene el conjunto de programas que fabrica nuestro organismo, cerebro incluido en él. Sin embargo, esa visión mecanicista quedaría corta si hablamos de la conciencia. ¿Para qué tenemos una mente? Esa es la pregunta. Creo que si disponemos de ella es para algo más que para meros procesos psicológicos básicos. Pienso no solo en la conciencia, sino en la capacidad de conexión con los demás y con el entorno. Entonces nuestra mente pueda que sea el instrumento de conexión, no solo para el mundo material y tangible, sino justamente para la vida espiritual, para el desarrollo de los intangibles.

¿Y la inteligencia?
La evolución de nuestra conciencia es posible gracias a esa capacidad creativa que llamamos inteligencia. Es el instrumento necesario para poder relacionar la información (interna y externa) y saberla relacionar de tal modo que obtenga un resultado en forma de productos útiles para nuestra vida y nuestra actividad

¿Quién te dijo que eras inteligente?
Es curioso porque me pasé gran parte de mi vida pensando en que no lo era para nada. Pero cuando desarrollas un dominio o talento, entonces te atribuyen una inteligencia, al menos en ese dominio. Se me ha dado muy bien la comunicación, la inteligencia lingüística, y desde entonces que ya no dudo sobre mi inteligencia.

¿Cuál ha sido la mayor obra de tu inteligencia?
Me cuesta situar un estandarte. Lo primero que me viene a la cabeza son los diez libros que he escrito. Pero acaba siendo una obra mayor cuando en la terapia encuentras con el paciente ese “clic” que lo cambia todo, o cuando un punto de vista ha podido encauzar un problema de un grupo.

¿Cómo podemos ser mejores y hacer mejor el mundo?
Más que ser mejores, creo que la labor consiste en ser lo que realmente somos, esa naturaleza tan profundamente humana que alguien asemejaría a ser divinos. Por eso lo primero es desvelar en nosotros nuestra genuinidad y luego poner al servicio de los demás los dones, o talentos, o habilidades que poseemos como si de un regalo se tratara. Entender que en cada pensamiento, obra u omisión nos afectamos tanto a nosotros mismos como a los demás, como al mundo que nos circunda.

Por Koncha Pinós-Pey

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