Mindfulness compasivo

2013-06-03

La raíz de la compasión es realizar la naturaleza intrínseca de todos los seres de la Tierra. El entrenamiento compasivo de Mindfulness es una alternativa secular que tiene sus orígenes en la preciosa tradición tibetana del “lojong”, y enseña a cultivar la compasión mediante una serie de prácticas contemplativas. El resultado es mejorar la salud y el bienestar de la mente. Por Koncha Pinós- Pey para Espacio MIMIND.

Consuelo

Diferentes universidades de Estados Unidos y europeas han medido ya los efectos de la compasión en áreas como la salud mental. Vamos a conocer un poco más cómo la compasión puede beneficiar a nuestra salud, y cuántos tipos de compasión existen.

El entrenamiento compasivo que propone Midnfulness viene de las prácticas tibetanas budistas conocidas como Lojong. La estrategia fundamental de dichas prácticas es tener una perspectiva más amplia de nosotros mismos, de nuestra relación con los otros, así como de los eventos que suceden en nuestras vidas cotidianas, desarrollando una comprensión profunda sobre la interdependencia.

Un ejemplo podría ser una madre que tiene un hijo que está sufriendo; la madre quisiera quitarle a su hijo el dolor para que este fuese feliz. La idea que subyace es expandir ese deseo de eliminar el sufrimiento a aquellos que tenemos más cerca, luego a aquellos que nos son desconocidos, para acabar aplicándolo a todos aquellos que consideramos menos “merecedores de la compasión”. Esa es la práctica compasiva más difícil.

Se trata de comprender que todos los seres tienen las mismas aspiraciones: ser felices y verse libres del sufrimiento y de sus causas. Así que meditando en la interdependencia realmente podemos contribuir a que las personas directa e indirectamente sean más felices. Iniciando la reflexión desde la interdependencia llegamos al catalizador de la compasión.

Cuando te relacionas con los otros con compasión y tratas las dificultades como un objeto precioso, puedes disfrutar de contribuir a eliminar el sufrimiento de los otros y así disminuir el tuyo propio… que es fruto también del sufrimiento global. El entrenamiento que propongo recoge un número de estrategias pautadas que reflejan perspectivas prácticas que ayudan a abrir la mente y el corazón, a poder reconocer al otro, sentirle, y,  por tanto, a ser más compasivo.

Tradicionalmente tenemos la idea de que la meditación es un hecho analítico o discursivo. Pero no es tan solo sentarse y observar la mente en un objeto, ni tan solo aquietarla, si no que puede ser un acto “deliberado que refleje la interconexión entre todos los seres”. Ir a la búsqueda de la compasión.

Ver el mundo sin miedo

Mindfulness compasivo puede beneficiar tremendamente a la salud de muchas maneras. Por ejemplo, cuando vemos que tenemos un obstáculo o un conflicto con alguien, y los sentimientos ya no son neutros sino que empiezan a adquirir el tono del “desagradable”. Estas interacciones o previsiones de conflicto que nuestra mente realiza tienen una respuesta de estrés en nuestro cuerpo a un nivel inconsciente, y hace que nuestro cerebro reptiliano se ponga en estado de alerta. Nuestro cerebro traslada que el estado de alerta es peligroso para nuestra supervivencia, así que nuestro cuerpo reacciona en el mismo sentido: hemos visto al tigre en la jungla.

En nuestras clases con personas que tienen traumas profundos o estudiantes que no pueden avanzar en los estudios por “obstáculos en relación a los otros”, tratamos de poner más luz positiva a sus procesos de estrés. Así podemos comprobar cómo las hormonas del estrés se reducen y el sistema inmunológico se activa. Cuanto más te entrenas en compasión más capaz eres de vencer los estresores cotidianos. Aprendemos a ver el mundo y a las personas como “no peligrosas”, incluso como parientes lejanos o familia que tiene un propósito común “ser feliz”.

Mindfulness de compasión y empatía es un entrenamiento ideal para la prevención y reducción de la depresión y tiene efectos científicos ya probados. Reduce los biomarcadores como el cortisol -CRP, una hormona fundamental del estrés-, y IL6 -gobierna el sistema inmunitario-. Ambos marcadores eran las encargadas de proteger y alertar a nuestro cuerpo cuando nos teníamos que enfrentar al «tigre de la jungla”, o a virus que suponían un trabajo extraordinario por parte de nuestro cuerpo. Estos peligros tan graves que ya no están presentes en nuestra vida diaria se han transformado en percepciones psicológicas “consideradas peligrosas” por nuestra mente, y la respuesta que nuestro cerebro y cuerpo da es la misma que “si hubiera visto al tigre” de verdad.

La ciencia médica reconoce que la subida de esos marcadores de modo alarmante se correlaciona con enfermedades como el cáncer, Alzheimer o ataques de corazón. Así que una intervención de Mindfulness compasivo puede actuar como una gran medicina preventiva en estas áreas y en la recuperación de los enfermos con altos biomarcadores.

Diferencia entre el Lojong clásico y el Midnfulness Compasivo

Lojong quiere decir literalmente «entrenar la mente», y ese modo de entrenar la mente consiste en ser más altruista. Muchos dicen que lo correcto sería “más altruista y compasivo”. Las estrategias que desarrollo el Lojong se recoge en preciosas enseñanzas y textos sobre la ecuanimidad, imparcialidad y reconocer que la felicidad es una aspiración básica de todos los seres -sean amigos, enemigos o extraños-, todos quieren ser felices y libres del sufrimiento.

Pero Mindfulness compasivo presenta algunas diferencias con Lojong. No existe el concepto de la reencarnación, y es una práctica secular que se puede aprender en un contexto psicológico científico, comprendiéndolo como “compasión universal” y deseando que todos los seres puedan ser libres y felices.

En un curso básico trabajamos la “compasión activa” y la “aspiración compasiva”. La aspiración compasiva es desear que los otros se puedan ver libres de las dificultades que les causan la enfermedad, el dolor y la muerte, pero sin la promesa de ayudarles a liberarse. Solo se queda en este punto.

La compasión sube un escalón cuando se acompaña del compromiso de ayudar a las personas a buscar vías para vencer sus dificultades y ayudarles activamente. Esto se denomina “compasión activa” es resolutiva y ayuda a los otros… No es solo un deseo, ni una promesa; se toma el compromiso de aliviar el sufrimiento y va tomando forma en uno. Cada uno puede ayudar según sus medios, habilidades y capacidades.

Imagínate que eres madre y estás a una gran distancia de tu hijo; no es que puedas hacer mucho por él. Si estás en la primera compasión, deseas que tu hijo se libere del sufrimiento; pero si estas en la segunda compasión y comprendes que tu hijo “es pura interdependencia”, ayudando a otras madres que sufren o a otros hijos que sufren… puedes acortar la distancia de tu sufrimiento. La compasión activa equivale a la fina distancia entre comprender la aspiración “egoísta” y “altruista”.

Olvidada compasión

La idea de Mindfulness es llevar a las personas a la compasión activa, pero poco a poco. Porque nadie tiene que dar pasos dramáticos. No forzar… pero sí comprender algo que Shantideva dijo: “La felicidad total del mundo procede de hacer felices a los otros y la infelicidad total del mundo procede de hacerte feliz a ti mismo”.

Cada persona que duerme en la calle, cada persona que pasa hambre, cada persona que está muriendo en este momento… somos nosotros mismos. Y tenemos una oportunidad de cambiar esa realidad aquí y ahora solo con la “aspiración altruista”.

La psicología positiva nos ha enseñado muchas cosas, pero ha olvidado la compasión. La rica tradición filosófica indo-tibetana ofrece un hermoso tesoro de técnicas para practicar la compasión. Particularmente la cultura contemplativa tibetana ha contribuido enormemente a nuestra salud y bienestar; la preservación de una tradición solo es posible mediante su práctica.

Gracias a todos los grandes lamas, yoguis y maestros que nos enseñaron con infinita paciencia el valor de la compasión y sus causas.

Koncha-Pinós Pey es doctora en Política Internacional, cofundadora de Estudios Contemplativos y directora del Máster de Mindfulness y Habilidades Relacionales.

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