En el interior de los Chakras

2020-05-07

Los chakras se suelen definir como vórtices (movimientos giratorios muy rápidos) de energía entre cuyas numerosas funciones está la de controlar nuestro crecimiento interior. La posibilidad de penetrar en el interior de su flujo energético es una experiencia única que puede aportarnos, conocimiento, armonía y equilibrio mental. Escribe Pedro López Pereda.

Actualmente tenemos mucha información sobre nuestros chakras, sus colores, sus funciones esenciales…, pero desconocemos todo el contenido que hay en el interior de sus vórtices. Si un yogui quiere descubrirlo, solo dispondrá de sus manos, su intuición, su percepción extrasensorial y su paz interior. El resto viene con la experiencia y con la voluntad de conseguirlo.

Para vivir la experiencia con toda su intensidad, no hay que forzar nuestra percepción ni desarrollar el autoengaño, tan solo crecer internamente y dejar que la conciencia del Ser se manifieste. Con la práctica de ásanas y meditación se puede alcanzar la capacidad para entrar en nuestros vórtices y en los de aquellos que nos lo soliciten.

Cuando podamos entrar en el vórtice de Muladhara, lo primero que percibiremos será la gran amplitud de su influjo, comparable con un tornado que se mueve por toda la parte inferior del tronco humano. En su órbita predomina más la fuerza que la velocidad de giro. Cuando un yogui o yoguini desarrolla la visión interior, observa perfectamente su energía y percibe un movimiento giratorio, en el que vuelan en círculo lo que se asemeja a diferentes secuencias de nuestra vida.

En algunas personas estas secuencias son más reducidas y se ciñen a la historia contemporánea. Suelen ser almas jóvenes, y su vibración mantiene el candor de lo primigenio. En cambio, cuando entremos en el vórtice de un alma vieja, visualizaremos innumerables acciones que se remontan a épocas muy remotas.

En el interior de Svadhisthana, el segundo chakra, se sentirá una vibración mucho más sutil y dinámica que en el vórtice anterior. También se ven pasar algunas secuencias, pero sus contenidos son totalmente diferentes a lo que se percibe en Muladhara. Son vivencias únicas, en las que predominan los actos que se realizan de forma muy consciente y que se relacionan con nuestra capacidad de hacer algo nuevo, algo distinto a lo que solemos hacer de forma instintiva.

Si nos dejamos engullir por el tercer vórtice, Manipura, vamos a notar que nos encontramos en un lugar muy diferente a lo que hemos experimentado en los dos chakras anteriores, sintiendo emoción, vértigo, miedo, alegría… Si tuviésemos que comparar estas impresiones con alguna experiencia en la realidad física, podríamos decir que cada órbita del vórtice es como una de las atracciones de un parque temático dedicado a describir todas las sensaciones y emociones humanas. En cada persona esas sensaciones serán muy diferentes y estarán relacionadas con los rasgos predominantes de su personalidad.

Cuando consigamos entrar en Anahata, el cuarto vórtice, nos encontraremos en uno de los chakras más complejos del ser humano. Es aconsejable tener ya una cierta experiencia, para evitar que nos arrastre la frecuencia de sus giros y la diversidad de su contenido.

En Anahata es fácil encontrarse con alguna de las tres anomalías más comunes que tiene un vórtice y que se denominan de la siguiente forma: corrientes frías, líneas de fractura y órbitas grises. Estas singularidades se pueden encontrar en todos los chakras, pero en éste están mucho más acentuadas y son más fáciles de detectar.

  • –Las corrientes frías se perciben fácilmente, ya que las órbitas de cada chakra son campos electromagnéticos que generan calor. Por este motivo, si nos encontramos con un flujo frío, es que hay algún problema en la forma en la que está girando dicho vórtice.
  • –Las líneas de fractura son como lanzas clavadas en las órbitas del vórtice. Son bastante frecuentes y se relacionan con hechos traumáticos que ha vivido esa persona.
  • –Las órbitas de tonos grisáceos son un poco más difíciles de localizar. Notaremos que oscurecen el color del chakra. Su presencia nos indica que la frecuencia de su vibración no se corresponde con la que debería tener ese centro energético y necesita un proceso de armonización.

El siguiente vórtice es Vishuddha o chakra de la garganta, uno de los más difíciles de evaluar, posiblemente por su ubicación. Cuando estamos en su interior nos sorprende cómo giran a nuestro alrededor innumerables pensamientos, locuciones y todo tipo de sonidos que nos recuerdan que vivimos en un mundo audiovisual.

Si encontramos en él líneas de fractura, nos indicarán que existen anomalías en la inteligencia lingüístico-verbal, posiblemente por algún trastorno de comunicación.

Cuando tengamos la suerte de ser engullidos por Ajna, sentiremos el gran calor que genera su fuerte energía y observaremos que sus órbitas están llenas de sabiduría y vibrante color. Podemos llegar a sentir como si a nuestro alrededor girase la biblioteca más grande del mundo.

Las posibles anomalías en sus órbitas suelen estar producidas por el ego o el apego. Recordemos que, en este plano físico, hasta el más sabio actúa algunas veces conforme a las propias tendencias de su mente.

En relación con el séptimo chakra, Sahasrara, la magnitud de su vórtice no es comparable a la de vórtices anteriores. Su frecuencia vibratoria es altísima, por lo que no es aconsejable introducirse en su órbita hasta haber conseguido un buen aprendizaje.

Por último, cuando notemos algunas anomalías en los vórtices, no caigamos en la tentación de intentar arreglar nada. Para ello es necesario tener mucha experiencia. Los chakras son el reflejo de la vida de una persona, por lo que si esa persona es consciente del problema y busca la solución en sus acciones, el chakra empezará a cambiar. Lo importante es sentir, no hay por qué cambiar nada, solo hay que sentir.

Recordemos las palabras de Krishna en el Bhagavad Guita: «El que así percibe intuitivamente mis (…) acciones vibratorias (…) él viene a Mí.»

Pedro Mª López Pereda

En 2001 crea el centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. En 2014 es nombrado presidente de la Fundación Yoga y es el actual presidente de la Asociación Yoga Meditativo.

Es miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga desde 2002, donde ha participado en muchas de sus actividades y asistido a muchos de sus intensivos.

Maestro de Reiki desde 1997.

Centrado en el yoga adaptado y en el diseño inclusivo, ha participado como ponente en diversos congresos y en casi todas las Comunidades Autónomas españolas. Ha participado como ponente en diversos congresos de yoga.

Ha publicado: Diseñando un Ser Consciente (2001), Manual de instrucciones del Ser Humano (2006), El nacimiento del Yoga (2008), El origen de los ásanas (2009), Viyoga, la técnica que forjó a los seres libres (2010), Viaje hacia el Ser (2013), Cómo poner la mente en blanco (2014), Los planos del crecimiento espiritual (2015), ¿Y yo? ¿Estoy muerto? (2016), El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018).